jueves, 12 de diciembre de 2013

COMPRADORES Y VENDEDORES DE VOLUNTADES.

Nada es verdad ni es mentira sino el color en que se mira.
 
Dicen, los que saben de eso, que todo ser humano tiene un precio, que todos somos capaces de vendernos por esas "treinta monedas" que entregaron a la muerte al Redentor. Si todos tenemos un precio también en el mismo pack viene incluido la compra de nuestra voluntad, de nuestro interés, de nuestro hacer y realizar.
 
Esto se ve mucho en zonas donde para vivir dignamente tienes que ser comprado. Si quieres un contrato, un trabajo que te asegure un sueldo durante un tiempo determinado tienes la oportunidad de conseguirlo siempre que respetes los tiempos de juego. Yo te doy y tú me das. Se convierte en una operación interesada y mercantilista.
 
Muchos alcaldes de pueblos pequeños se aseguran sus respectivas reelecciones comprando voluntades con trabajos, recomendaciones. Nada hacen si no reporta unos suculentos beneficios a medio-largo plazo. El pueblo en cuestión se puede caer a trozos si ellos son elegidos sucesivamente y sus carteras se mantienen siempre llenas de voto y del vil metal. Su legislatura empieza el primer día desde que son elegidos, los proyectos generales y que hacen un bien pueden esperar si con ellos puede entorpecer su próxima candidatura, su nueva elección. Utilizan su mandato para ejercer su obligada función en forma de favores más o menos personales que le garanticen un futuro más o menos prometedor.
 
Eso también ocurre en otras instituciones que se ganan el favor de sus miembros con determinados favores, puestos de honor y consideraciones más o menos especiales. El ser presidente de tal o cual cosa te hace ser grande a los ojos de todos los demás. Conozco algún que otro caso de un insignificante personaje que adujo ser presidente de tal para que lo situaran en un asiento de honor en determinado acto oficial.
 
Otros son los que necesitan estar siempre en el relumbrón, aunque ahora estén retirado de casi de todo, y gustan de ser invitados a todos los actos y que los sigan tratando de excelentísimo señor magnánimo para adelante.
 
Son los que podríamos denominar compradores y vendedores de voluntades.
 
Pero, ¿Está en venta la integridad de la persona? ¿El honor se puede vender?
 
No, mi querido amigo, la integridad, el honor, el saber estar, la categoría personal, la clase, el valor, la valentía, el ser quién eres nunca podrá comprarse o venderse porque forma parte de la dignidad humana y la dignidad no está en venta aunque los degenerados crean que si.
 
Jesús Rodríguez Arias

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