viernes, 31 de agosto de 2018

ARDILLONA SE VA DE FERIA EN BUSCA DE SU "AMORE"...





¡Ayyyyy! ¡Me voy de Feriaaaa!

Le he dicho a mi hija Ardi que si quiere a su madre tiene que posponer la boda para después de este fin de semana porque me voy a la Feria a disfrutar de la “panda”…

Cómo tengo contactos con todo el mundo han llegado a mis peludos oídos que mi amore se va de Feria al mismo lugar donde escuché le decían Sheriff. Debe ser una autoridad porque de otra forma no se entiende porque cuando era Policía allá por el Canadá no era nada fiestero, era más de yacer de noche otras cosas más afelpadas. ¡Lo sabré yo!…

Me he ido sin pensarlo a Foca la Bordadora para que me haga un vestido de tiramisú azul con escote por la rabadillas y volantes sin carné. ¡Quiero impresionar a los ojos de mi gatuperio!

Es algo carillo pero me lo ha dado a cuenta cuando le he hecho una confidencia: Voy a reencontrarme con un viejo amore. Él te lo pagará con intereses pues siendo Sheriff tendrá un abultado sueldo como abultado debe tener casi todo…

Me ha dicho un pajarito y no es el Maestro Lechuza que este finde hay reunión de amiguetes…. ¡No veas cuando se lo diga a mi Ardicandidez! ¡Gema también estará! Estoy por llevármela, le hago otro traje que después pagara mi amore mio, y así ellas pueden subir a la montaña a eso de las doce del mediodía, con la fresquita, para comer un paquete de buenas bellotitas. ¡Tienen tanto que contarse!

Sí, se lo voy a decir y verás como hasta llora a moco sorbido…

Sé también que van el incauto del yerno del suegro querido que fue antiguo Policía Montada del Canadá y ahora es Sheriff con estrella y pistolita que llevan por sombrero uno de cáñamo del bueno. Y su mujer también... A esos dos no voy ni a mirarlos a la cara. Él por ser él y ella por dejar plantado a mi Ardillón que solo tiene un huevo pero vale un montón.

¡Por fin voy a conocer a Adela y a Antonio! Adela de nunca pudo ver a mi hija Ardi pero no pasa nada, yo le voy a demostrar que la familia Ardillona es mucha familia. Antonio debería fijarse en mis jechuras hacerme una de las suyas. ¡Mejor escaparate no va a tener!

Mi hijo Ardillesco ha dicho que también se apunta, que seguro que va su amada Encarna, y él le pedirá la mano en medio de la charca.

Ardillesco hijo mío, que mi próxima nuera no va a estar, me lo hubiera dicho el pajarito que bien informado está…

Madre Ardillona, "yo sigo siendo aquél" y "que sabe nadie de lo que me gusta o no me gusta de este mundo"… Cómo yo te amo, mi pretendida pretendienta, nadie te amará y que sepas que si sí me dices tu vida va a ser un escándalo porque vamos a vivir una gran noche todos los días…

He mirado a mí hijo y he visto que está enamorado hasta las trancas como yo lo estuve del policía que hoy es Sheriff.

El grupo de mis hijos Ardigitón y Ardillete jirjol también quieren ir pues quieren cantar sus temas de su disco “Jirjolea la rumba” que según en el estanco de al lado han triunfado mogollón..

Bueno, he alquilado una furgoneta de séptima mano con batería recalentada y nos ponemos ya en marcha para estar el viernes allí.

Borriquete ha venido a darme lo que él solo sabe darme y le he dicho que no, que yo ya tengo dueño, se llama Sheriff y seguro que después del ya me entiendes no me deja estrosá…

La Familia Ardillona, todos para adentro, tirados en la bartola para cumplir nuestros sueños…

Sheriff, ya vamos todos!! ¡¡Yujuuuu!!

Jesús Rodríguez Arias

sábado, 25 de agosto de 2018

DON HIGINIO...





Don Higinio de Monte Perdido y hallado en la Meseta de siempre fue muy impoluto y por eso le gustaba codearse de toda barra forrada de escai. De niño fue educado en los más altos colegios ya que sus padres, que vivían su vida, lo internaban cada año en la prestigiosa Academia del Quinto Pino donde iba creciendo en pantorrillas pues todos los días tenía que subir mil metros doble ancho…

Doña Higinia de Quinto Pino y de Sexto Almendro, era marquesa de Cascarrabias gracias a su abuelo Tación “El Plumillas” que era afamado disertador de las vacas holandesas. De siempre Doña Higinia fue de condición beata y como tal no faltaba un día a atender a sus pobres de siempre. Don Críspulo, su confesor, le decía que tenía que cambiar de “pobres” pues los suyos ya estaban hacendados debido a los grandes donativos que les daba cada vez.

Doña Higinia, ofendida, se marchaba a casa apesadumbrada y con ganas de llorar a moco tendido aunque al final se quedaba en el Café del Pitiminí que regentaba Engracia, la de Anselmo que a su vez es hijo del director del banco de muchos fondos y pocos préstamos.

Allí se reunía con sus amigas de siempre porque Doña Higinia no era mucho de cambiar. Con sus eternas Pulqueria, marquesa de la Minina, Grata, duquesa del Chopepó, y Honoria, Archiduquesa de Florín del Manojo Seco, se celebraban unas tertulias donde el critiqueo de altura hacía presencia mientras decían todas al unísono que si viviera el Padre San Son seguro que esto no pasaría…

Hoy han invitado a Gladys Manuela, que es una carraqueña adinerada casada con Pinín, el último hijo del conde de Tarantón que lo dejó sin título pero si con vitalicia pensión. Gladys Manuela es muy ordinaria y no es para nada beata, luce escote en pechera, no sabemos como tiene el abrelatas, come las pastas de tres en tres, se atora y tose los pedacitos de nueces del Caribe en su abrigo de zorra keniana.

Doña Higinia con sus amigas, todas beatas, pulcras y ricas, se quejaban amargamente de que Don Críspulo les había llamado al orden porque quería que cambiaran “sus” pobres por otros “pobres” que no conocían de nada de nada. ¡Cuando la caridad es imposición deja de ser caridad! Decían todas al unísono acaloradas con medio soponcio mientras Gladys Manuela se recolocaba los portentosos senos en el ajustado traje hecho a medida…

Mientras Don Higinio de Monte Perdido, Conde-Duque del Marquesado, le gustaba ir de caza a los más lujosos lupanares donde según decía se podía ver los mejores “conejos”. Ahora se llevan los australianos, le decían a su mejor amigo Don Luciano que era médico de la pedanía de al lado mientras se sacaba con un alfiler de plata un hilo de tocino del jamón del bueno de las muelas del juicio.

Don Higinio respetaba a su sacrosanta y beata esposa y solo le ponía la mano encima en el aniversario de bodas de sus comunes abuelos que ya murieran hace quinquenios sin especificar.

Don Higinio era un santo y casto esposo para Doña Higinia que desconocía de su afición por los lumpanares donde gozaba de alto prestigio en las bajas camas, donde era un gran conocedor del mar y la tierra, de los conejos y mejillones en su tinta, donde se dejaba grandes cantidades del dinero de sus asalariados porque el ser rico es una condición.

Y claro de tales palos salió el pequeño Don Higinio, niño protegido desde siempre y ahora que ya ha cumplido sus primeros 40 años sigue durmiendo en la cuna de plata que le hiciera un famoso orfebre allá en la Pampa.

Hijo único aunque le constaba que tenía más hermanos pues su padre no podía tener el tómbolo quieto y su augusta y santa madre se dedicaba a “sus” pobres, a los hijos de estos, a criticar con sus amigas a Don Críspulo y lo más irse a retiros a la Casa Palacio de su tía-abuela muerta en vida cuando descubrió que Colón fue el que descubrió las Américas y no su antepasado Don Casimiro de Penacho Alto…

Don Higinio aun no se le conoce relación sentimental, para disgusto de Doña Higinia y tranquilidad de Don Higinio padre.

¡No quiero ni pensar que el “niño” sea anacoreta! Decía Doña Higinia casi desmayada mientras cogía un canapiés de cigala y perlas de trufas.

Don Higinio padre le dijo un día a Don Higinio hijo: ¡Ya es hora que te lleve a un buen lupanar pues tienes que aprender todo lo que yo sé y convertirte en un experto en conejería y derivados! El hijo bajó la cabeza pues a él no le gustaban los conejos sino los gatos…

Don Higinio hijo era muy ambivalente y le gustaba un poco de todo pero lo que no quería es que le tocara en suerte ni una Gladys Manuela para sacarle los cuartos o el prototipo de su augusta y puñetera madre. Él era más de otra cosa, como Bruna que era una chica sencilla que se dedicaba a rellenar colchones con hojas de calabazas. Era pobre pero honrada…

También no le hacía ascos a Eustoquio, un joven miitar condecorado que tenía un bello uniforme, una brillante espada, y los que lo conocían bien también le reconocían un trabuco de gran envergadura.

Eso tiene tener los padres que tiene que él no se define y le gusta mirar como Segundo le mete mano a Primera mientras comen bolitas de alcanfor.

Sí, Higinio hijo por muy buena educación que haya recibido y una pulcra pulcritud en gustos y modales, era todo un mirón degenerado como le dijo Audeno “El Melenas”, afamado bandido, mientras se sacaba el pistolón antes de meterlo en el pantalón.

Don Higinio hijo si hubiera vivido en estos tiempos serían el prototipo de enganchado a internet a los programas del tiempo y las isobaras esas… Pero como le tocó vivir en su época se tuvo conformar en mirar porque de hacer, la verdad, hacía poco.

Un día, que tenía los ojos muy cansados de mirar lo que no debía, se puso delante de sus padres y les dijo que quería encaminar su vida hacia lo militar. Qué quería ser General en la reserva en la región del Peloponeso y mandar a sus soldados a luchar contra el enemigo…

Os podéis imaginar que Doña Higinia le dio un soponcio pues no imaginaba que su hijo viviera peor que “sus” pobres y Don Higinio firme y marcial dio un abrazo mientras pensaba que hilos tocar para que su hijo fuera Teniente General… Se lo diría al ministro de causas varias pues esta tarde había quedado en el lupanar de siempre pues viene un conejo nacional que está haciendo estragos. ¡Seguro que le damos una solución y entre todos le damos a mi hijo una guerra!

Lo que pasó en el lupanar, si consiguió su sueño o no lo sabremos en otro capítulo de este serial que se me antoja apasionante…

Jesús Rodríguez Arias

sábado, 4 de agosto de 2018

DON EUSTAQUIO...




Don Eustaquio, o Señor Euztaquio como era llamado en el pueblo donde tuviera el recordado natalicio de Rollón duque normando de aquella época y entre cuyos descendientes estaba el mencionado estudioso de la vida de los antecesores de los cuñados de los reyes godos.

Don Eustaquido De Rollón y Melindres Altas, decimonono marqués de la Vista Gorda, vive en su palacio rural con su ama de llaves de toda la vida, Enjuta Paredes, que cumplirá el próximo otoño la edad del Orient Express donde sirviera su madre hasta que descarriló y se casara con Menandro que de siempre fue el guarda de la finca de la Familia de Vista Gorda.

El Señor Euztaquio, como era conocido en el pueblo de sus antepasados normandos en plena meseta castellana, había mantenido su soltería pese a las insinuaciones que tuvo de muchachas pudientes variadas a lo largo de su ya larga vida pues al día de hoy cuenta con tantos años como él tiene.

Un gato de angora hecha en porcelana es su mejor compañía amén de la amplia biblioteca de más de 100.000 libros y alguna carcasa de DVD que tiene en su palaciega residencia.

Vive austero pues según Don Rómulo, su administrador de toda la vida, no gasta más de 100.000 de las de antes cada semana. Sus gastos, aparte la casa, son viajes culturales a la capital donde desde hace ya unos años tiene una amante por lo civil aunque también es asiduo a la “agenda de género” donde se le puede ver en los reservados de los puticlú más exclusivos bebiendo armañac y fumando en pipa que todavía no han podido determinar cuál.

Él por razones obvias es muy apolítico aunque su padre siempre fue muy de Franco pues el título nobiliario venía por saga materna.

Don Eustaquio en los años del felipismo, que todos sabemos es una variante del socialismo, fue muy de Felipe después llegó Aznar que se le atragantó desde un principio pues no quiso invertir en un proyecto para su pueblo donde le daría pingües beneficios. Un campo de golf en medio de lago que lo circunda. Con la llegada de José Luis al final se pudo hacer ese parque acuático y temático “Golf Park Nautic” con la ayuda de Betario el alcalde socialista que había depuesto a Don Eusebio, gran amigo de Eustaquio que fue traicionado por este último en cuanto pudo pues ante todo era un hombre honrado.

El Señor Euztaquio, según se le dice en el pueblo al marqués de Vista Gorda, nunca entró en la vulgaridad esa de la política aunque se aprovechó de ella todo lo que pudo. Después llegaría Mariano a la presidencia de la nación y con él Soraya y claro con los dos se llevaba bien que los invitaba a su solariega casa cada verano para comer la especialidad de la casa: Rollón relleno.

Siempre fue muy sorayo, antes fue felipista y despues zptista, y hacía grandes manifestaciones de admiración de la vicepresidenta. Don Eustaquio, de carácter cambiable como el viento del cocoroco, le engatusó la idea de ser el primer marqués ropasuelta, como lo fue roja en su época la de Medina Sidonia.

En una entrevista que le hicieron en una revista de divulgación histórica sobre la callosidad de los soldados después de una refriega con jabón de arándanos dijo sin cortarse un pelo: ¡Admiro a Pablo Iglesias! Y se quedó quedo…

Fue catalogado como el marques lila, que no lelo, y desde entonces se le podía ver en sus chaquetas hechas en afamado sastres ingleses pañuelos de ese color y corbata con dibujos amoratados. Todo un noble guiño a la nueva casta.

La cosa no fue bien pues en dos elecciones no cogieron poder, que en verdad era lo que le gustaba al Señor Euztaquio, y entonces volvió con Soraya pero por aquél entonces ya estaba defenestrada y acababa de perder la presidencia de su partido con un señor apellidado Casado que solo nombrarlo, el soltero acérrimo, le entraba urticaria.

Un día, leyendo la epopeya del soldado Jeromín en las guerras púnicas, le dio por llamar a Moncloa, no pasa nada por intentarlo, y mira por donde le cogió el teléfono el mismo Pedro que ya se hallaba como en su casa.

Don Pedro, llámame Pedro compañero, decía con puño en alto mientras una melodía entonaba la internacional, le agradezco la deferencia que tiene al ponerse a conversar con esta augusta autoridad en temas varios como es el Marqués de Vista Gorda, es decir yo…

Le felicito grandemente por su exitosa elección y por ganar la moción a ese miserable llamado Mariano y no, no me hable de Soraya que ni para estar escondida sirve, esta señora es Arenas de otro costal…

Soy socialista de toda la vida, de los de brazo en alto, lo decía por las veces que había cantado el caralsol con su padre cuando visitaba la tumba de Franco en el Valle de los Caídos, y aunque multimillonario pienso que todos somos proletariados, incluso yo…

Pi,pi,pi, pi, pi, pi…

¿Oiga? ¿Se ha cortado?

Pi, pi, pi, pi, …. “la internacional”…

¡Menudo gilipollas! ¿Quién se habrá creído este chaquetero?

Voy a llamar a Pablo, para conversar con él de cosas de Estado. Pablo, Pablo, Pablo, buscaba con la mirada y dedo en el voluminoso listín teléfonico que tenía en su despacho de verano.

¡Tiene guasa no tener el teléfono de Pablo Casado! ¡Voy a llamar a Soraya, que es una buena chiquilla, para que me lo de!

Y mientras seguía pegado al teléfono se acordó que la semana próxima tenía un “evento” de su agenda de género en Madrid pues le habían dicho que venía una normanda y que seguro podría ser de su familia…

¡Las cosas de Don Eustaquio o del Señor Euztaquio según se mire!

Jesús Rodríguez Arias