sábado, 4 de agosto de 2018

DON EUSTAQUIO...




Don Eustaquio, o Señor Euztaquio como era llamado en el pueblo donde tuviera el recordado natalicio de Rollón duque normando de aquella época y entre cuyos descendientes estaba el mencionado estudioso de la vida de los antecesores de los cuñados de los reyes godos.

Don Eustaquido De Rollón y Melindres Altas, decimonono marqués de la Vista Gorda, vive en su palacio rural con su ama de llaves de toda la vida, Enjuta Paredes, que cumplirá el próximo otoño la edad del Orient Express donde sirviera su madre hasta que descarriló y se casara con Menandro que de siempre fue el guarda de la finca de la Familia de Vista Gorda.

El Señor Euztaquio, como era conocido en el pueblo de sus antepasados normandos en plena meseta castellana, había mantenido su soltería pese a las insinuaciones que tuvo de muchachas pudientes variadas a lo largo de su ya larga vida pues al día de hoy cuenta con tantos años como él tiene.

Un gato de angora hecha en porcelana es su mejor compañía amén de la amplia biblioteca de más de 100.000 libros y alguna carcasa de DVD que tiene en su palaciega residencia.

Vive austero pues según Don Rómulo, su administrador de toda la vida, no gasta más de 100.000 de las de antes cada semana. Sus gastos, aparte la casa, son viajes culturales a la capital donde desde hace ya unos años tiene una amante por lo civil aunque también es asiduo a la “agenda de género” donde se le puede ver en los reservados de los puticlú más exclusivos bebiendo armañac y fumando en pipa que todavía no han podido determinar cuál.

Él por razones obvias es muy apolítico aunque su padre siempre fue muy de Franco pues el título nobiliario venía por saga materna.

Don Eustaquio en los años del felipismo, que todos sabemos es una variante del socialismo, fue muy de Felipe después llegó Aznar que se le atragantó desde un principio pues no quiso invertir en un proyecto para su pueblo donde le daría pingües beneficios. Un campo de golf en medio de lago que lo circunda. Con la llegada de José Luis al final se pudo hacer ese parque acuático y temático “Golf Park Nautic” con la ayuda de Betario el alcalde socialista que había depuesto a Don Eusebio, gran amigo de Eustaquio que fue traicionado por este último en cuanto pudo pues ante todo era un hombre honrado.

El Señor Euztaquio, según se le dice en el pueblo al marqués de Vista Gorda, nunca entró en la vulgaridad esa de la política aunque se aprovechó de ella todo lo que pudo. Después llegaría Mariano a la presidencia de la nación y con él Soraya y claro con los dos se llevaba bien que los invitaba a su solariega casa cada verano para comer la especialidad de la casa: Rollón relleno.

Siempre fue muy sorayo, antes fue felipista y despues zptista, y hacía grandes manifestaciones de admiración de la vicepresidenta. Don Eustaquio, de carácter cambiable como el viento del cocoroco, le engatusó la idea de ser el primer marqués ropasuelta, como lo fue roja en su época la de Medina Sidonia.

En una entrevista que le hicieron en una revista de divulgación histórica sobre la callosidad de los soldados después de una refriega con jabón de arándanos dijo sin cortarse un pelo: ¡Admiro a Pablo Iglesias! Y se quedó quedo…

Fue catalogado como el marques lila, que no lelo, y desde entonces se le podía ver en sus chaquetas hechas en afamado sastres ingleses pañuelos de ese color y corbata con dibujos amoratados. Todo un noble guiño a la nueva casta.

La cosa no fue bien pues en dos elecciones no cogieron poder, que en verdad era lo que le gustaba al Señor Euztaquio, y entonces volvió con Soraya pero por aquél entonces ya estaba defenestrada y acababa de perder la presidencia de su partido con un señor apellidado Casado que solo nombrarlo, el soltero acérrimo, le entraba urticaria.

Un día, leyendo la epopeya del soldado Jeromín en las guerras púnicas, le dio por llamar a Moncloa, no pasa nada por intentarlo, y mira por donde le cogió el teléfono el mismo Pedro que ya se hallaba como en su casa.

Don Pedro, llámame Pedro compañero, decía con puño en alto mientras una melodía entonaba la internacional, le agradezco la deferencia que tiene al ponerse a conversar con esta augusta autoridad en temas varios como es el Marqués de Vista Gorda, es decir yo…

Le felicito grandemente por su exitosa elección y por ganar la moción a ese miserable llamado Mariano y no, no me hable de Soraya que ni para estar escondida sirve, esta señora es Arenas de otro costal…

Soy socialista de toda la vida, de los de brazo en alto, lo decía por las veces que había cantado el caralsol con su padre cuando visitaba la tumba de Franco en el Valle de los Caídos, y aunque multimillonario pienso que todos somos proletariados, incluso yo…

Pi,pi,pi, pi, pi, pi…

¿Oiga? ¿Se ha cortado?

Pi, pi, pi, pi, …. “la internacional”…

¡Menudo gilipollas! ¿Quién se habrá creído este chaquetero?

Voy a llamar a Pablo, para conversar con él de cosas de Estado. Pablo, Pablo, Pablo, buscaba con la mirada y dedo en el voluminoso listín teléfonico que tenía en su despacho de verano.

¡Tiene guasa no tener el teléfono de Pablo Casado! ¡Voy a llamar a Soraya, que es una buena chiquilla, para que me lo de!

Y mientras seguía pegado al teléfono se acordó que la semana próxima tenía un “evento” de su agenda de género en Madrid pues le habían dicho que venía una normanda y que seguro podría ser de su familia…

¡Las cosas de Don Eustaquio o del Señor Euztaquio según se mire!

Jesús Rodríguez Arias

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