viernes, 28 de junio de 2019

JOSEP DIARREAS I TURRULL





Josep, yusep para que nos entendamos, nació en un pueblico de la Cataluña profunda y era hijo de unos represaliados del franquismo por sus ideas nacionalistas y republicanas que habían estado en la cárcel por enriquecerse en el estraperlo.

Su padre Antonio Diarreas era muy conocido en la saga familiar que de siempre vivió en la zona centro-sur de lo que algunos llaman España, otros “estepaís”, y los catalanes de pura cepa “l’estat ens roba” .

Antonio, llamado Antonio en Cataluña, supo salir adelante con unos ahorrillos que pudo salvar del saqueo franquista y montó una fábrica de catánies, que para los neófitos son unos dulces catalanes muy catalanes, y se forró pues vendía mucho y pagaba poco.

Antonio quería que su hijo Josep estudiara o derecho o algo de números porque algún día heredaría el emporio pastelero de su padre amén de los inmobiliarios, y fondos en paraísos fiscales que se llevaban por medio de los pertinentes testaferros.

Pero el niño, el niño, se tenía que meter en eso de la política que nada bueno trae aunque Don Antonio era muy amigo de Pujol padre que fue el que apadrinó a Josep para que entrara en las juventudes aunque ya era para eso un poco más que talludito.

Josep, yusep para que nos entendamos, vivió de la oligarquía “puyolistica” que tan entroncada estaba en esta Cataluña que siempre quería ser país y vivió la mar de bien. Como Subsecretario del Secretario para el Comercio Interior hizo todo lo posible para arruinar a los empresarios que no eran seny, que no pensaban como ellos, por eso muchos tuvieron que emigrar al extranjero, llámese España, o convertirse en los eternos sufridores de estos zánganos.

Cuando se acabó la bicoca de D. Jordi tuvo que pasar unos años en blanco por pura desconexión ya que todo estaba muy vigilado y no quería se supiera sus continuos viajes a Andorra para “gestionar” la herencia del pare de Jordi fallecido no se sabe cuando…

Menos mal que su pare Antonio se había retirado a los 88 años de edad y se había marchado a vivir a las Bahamas con una de las chicas del servicio que no contaba más de 23 años y que según él le hace funcionar como cuando era más joven. Este divorcio Josep, yusep para que nos entendamos, lo llevó mal porque sentía el desarraigo de su pare aunque su mare Encarnación después de la sentencia de divorcio le importaba Antonio, Dalila, que así se llamaba su novieta, Jordi, la fábrica y la Cataluña independiente un verdadero cojón.

Josep, a sus 52 años cumplidos, se tenía que hacer con la dirección de la fábrica que tantos beneficios brutos daban a los mismos porque los trabajadores eran explotados igual o más que su pare Antonio.

Pere Poblet, un amigo de su infancia política, le ofreció de nuevo entrar en política porque la situación de Cataluña hace falta que esté en manos de personas que trabajen con honradez y que sean los depositarios de los “fondos” ideológicos del todavía para muchos honorable Jordi Pujol.

Era esos tiempos que Mas ya era mucho menos y Puigdemont se acababa de exiliar en Bruselas con el permiso de las autoridades españolas porque si no no se explica cómo pasó los controles típicos de un aeropuerto y más cuando la comunidad estaba intervenida, a medias, por el presidente Rajoy y su fiel Soraya con sus sorayos que sorayeando querían mangonear todo desde la distancia…

“Yusep, el partit está partit y necesitamos un líder como tú que encabece las listas a las municipales y así dar el paso a la “yeneralitat” como molt honorable president tal y como se hizo con el líder absoluto de Cataluña Puigdemont que tantos fondos nos está costando mantener en su exilio”.

Josep, se emocionó grandemente y dijo que estaba a disposición de Catalunya de “nosotros” que no de todos porque aquí a los españoles que nos roban no los queremos.

Para eso tenía que conformar una lista en la que irían unidos el partido de Puigdemont, los rufianes de ERC, las mareas de ropasueltas, los amics del llacet, así como  el partdo de Valls que también se quiere unir a esta ola 100% catalanista en pro de un buen gobierno que gobierne para ellos como San Jordi, Pujol por supuesto, manda.

Josep, yusep para que nos entendamos, tuvo que liquidar la empresa de su pare porque tenía que tener dinero líquido ya que había que contribuir con el sostenimiento en el exilio de Puigdemont, había que conformar un partido de partis que gobernara su pueblo, que tenía 1031 censados mayores de edad y 200 menores que no podían ejercer el voto. Empezaría siendo alcalde y terminaría siendo Molt Honorable en la Generalitat, yeneralitat para que nos vayamos entendiendo. Todas las figuras vendrían para hacer campaña con él, a su coste claro está, y Oriol le escribirá un panegírico que será recitado en lengua vernácula al empezar el mitín de cierre de campaña. También eso le ha costado un riñón de la cara.

Josep no se había casado nunca pues de siempre fue muy versátil en eso del amor y lo mismo le gustaba él o ella o ellos pero desde hacía tiempo estaba con una chica mucho más joven que él que le ponía los huevos fritos con su candente sensualidad.

Agnés se llamaba la criatura que tenía 21 años y gozaba de fama de fiestera porque antes de conocer a Josep hacía trío en sala suingir, que tiene que ser una sala de fiesta de mucho postín, en Rosellón.

Agnés veía muy poco futuro la vida política de su amado papito pero lo apoyaba porque ella seguiría sacando pingües beneficios para seguir beneficiándose a todos los hombretones que viven en el pueblito y también los de alrededor...

Todavía se recuerda el detalle de Doña Assumpció, la mare de un cura muy pro-Novell, cuando tomando un té frío se quedó helada con la contestación a su pregunta ante todas sus amigas de noble hidalguía catalana….

Doña Assumpció a Agnés: ¿Nena, tu parles català?

Agnés a Doña Assumpció: No, mamita, yo solo el francés y el griego…

Patatús, que digo, patatuis…

Llegó el 26 de mayo, todos convocados a votar.

Units per mi cuyo líder es Josep Diarreas y Turrull.

Partit Popular: Beatriu Ponsell

Ciudatans: Carles Muñoz.

Vox: Lola Sierra España


Día de nerviosismo y de estupor al ver a los candidatos de C’s y Vox portando en sus credenciales las banderas de España en cambio los del Parti Popular llevaba tarjetones azules a modo de escapularios.

El resultado fue el mismo con el 3% que con el 99,9% escrutado.

Había ganado Units per mi de Josep Diarreas y Turrul con 9 de los 9 concejales. No obstante de los 1.031 residentes mayores de edad su candidatura ha conseguido la nada desdeñable cifra de 1244.

El resto de partidos no han conseguido voto algunos porque no se han votado ni ellos.

Alegría inusitada en el bando independentista.

Asombro y denuncia de los demás partidos menos el Parti Popular de Beatriu Ponsell que todavía se lo está pensando pues ella es mucho de del Valls…

Al final ha tomado posesión Josep Diarreas i Turrull como alcalde ya que se han denegado las reclamaciones porque entre el juicio del procés y que la investidura del viajero presidente en funciones Sánchez no está clara parece que han dicho: No nos vamos a meter en un jaleo que trae más perjuicio que beneficio…

Y así está Josep, alcaldeando su pueblo y luciendo el lacito amarillo que le regaló en persona Ada Colau cuando fue de visita de Estado a inaugurar una rotonda que han puesto para reclamar la idependencia.

Seguiremos informando porque estos indepes van a darnos que hablar…

Jesús Rodríguez Arias



jueves, 20 de junio de 2019

CADA VERANO...




María cada verano pensaba en volver al pueblo de su infancia, donde creció al calor de sus mayores, donde jugó tanto siendo tan niña, donde incluso le gustaba darle al balón con los niños, donde dejó el trajecito para ponerse falda y después pantalón. La vida, se decía así misma, queda reflejada cuando cambias de talla y de gustos por eso cuando tuvo que marchar porque quería estudiar una carrera de esas de muchos números como le decía su padre Juan que apenas aprendió a leer y a escribir porque la necesidad era la necesidad.

María dejó a sus padres y dos hermanos en el pueblo cuando apenas tenía 18 años de edad. Cogió el autobús que salía de la plaza, en ese banco que estaba junto al casino, el bar de Remedios y el banco en el que trabajaba Don Cesáreo. Ella misma reconoció cuando ya su pueblo era una pizca en la lejanía que sintió una liberación, esa clase de liberación que sentimos todos de poner tierra de por medio a nuestra vida porque pensamos, y puede ser que sea así, que lo que nos espera es apasionante.

Juan y Cecilia, sus padres, quedaron en el pueblo donde el primero tenía un campo donde había ganado y plantaciones que cuidaba con sus hijos Juanito y  Pedro que eran todavía muy jóvenes para irse, como lo había hecho María, pero demasiado mayores para estudiar, porque la necesidad es la necesidad. Además hay que decir que María salía a su madre Cecilia en inquietudes, era lista y sacaba todo lo que se empeñaba. Así hizo con los estudios, cuando nadie daba dos duros, y ahora que ha emprendido camino a la capital para estudiar una carrera esas de números como le gustaba decir a su padre en el bar de Remedios que ya lleva su hijo Nicanor pues la edad no perdona ni a la viuda del que fuera Albiano, el cartero.

María llegó a la capital y empezó a vivir en casa de la hermana soltera de la Señorita Encarnación, la maestra del pueblo, colaborando con las cosas de la casa y aunque había traído unos ahorrillos bien sabía que eso y nada era nada en un lugar como aquél.

Se matriculó en Económicas y a su vez empezó a trabajar en una tienda de autoservicios que pagaban poco pero seriamente. Según iba pasando de curso tuvo más trabajos en una hamburguesería de cualquier franquiciado, haciendo pizzas, hasta que acabó como contable en el despacho de Don Juan Alberto, que era uno de los notarios de aquél lugar.

Pasaba de curso en curso con grandes notas y eso le hizo ser una persona muy popular en su círculo. Esa natural inteligencia hacía que fuera una sobresaliente alumna con inmensas cualidades académicas. Don Juan Alberto, le prometió, que cuando se licenciara la haría socia del despacho de su hijo Rubén, abogado como él, pues podría ser un dúo de extraordinario valor. Don Juan Antonio también veía allí la posibilidad de emparentar pues su hijo Rubén perdía los andares con María que siempre era honesta, con genio y mucha franqueza.

Pero la vida de María no pasaba por ese afamado despacho y menos el compartir vida profesional y menos personal con Rubén que era un buen chico pero que a ella no le gustaba en nada.

En la universidad había conocido a Julio que también era un coquito en eso de los números, un hombre apuesto, educado y con una clase de valores que no se veían ya en la ciudad pero que si recordaba existían en el pueblo de su niñez y juventud.

Julio le contaba que él conocía toda España pues la había recorrido de arriba a abajo ya que su padre había sido guardia civil. Julio estaba muy orgulloso de Federico, su querido padre que había fallecido poco antes de empezar la carrera, pues empezó de agente y pasó a la reserva con las dos estrellas de teniente. Lo pasaron muy mal pero también se acuerda de todo lo bueno de cada sitio hasta de esos que tantos los odiaban.

Julio le dijo que una vez finalizados sus estudios quería ingresar en este Benemérito Cuerpo pero dentro de la Unidad Central Operativa (UCO) que es el órgano, le contó a María, central del servicio de la Guardia Civil de España y que está encargado de la investigación y persecución de las más graves formas de delincuencia y crimen organizado. Se había especializado en Económicas para perseguir los delitos financieros.

A María le encandilaba conversar con él por su sentido de servir siempre a España, de haber estudiado para ser un necesario cauce que haga perseguir a los malos no en la calle sino desde la minuciosa investigación donde todo se percibe mejor que los que todos los días dan sus vidas por todos nosotros.

Julio y María terminaron sus carreras y después los dos opositaron a la Guardia Civil, los dos terminaron en la UCO, los dos parecían que no se iban a separar nunca e incluso se veía la probabilidad de formar pareja también en lo personal cosa que  no sucedió como muchas cosas más en la vida.

Julio fue ascendido, su valía le precedía, y fue destinado a Madrid y Julia se quedó donde estaba destinada y claro dicen que la distancia es el olvido… Un día llamas pero otros estás tan ocupado que se te pasa y así pasaron los meses, los años, la vida…

María supo, con el recorrer de los tiempos, que Julio se había casado con una amiga de siempre, hija también de un guardia civil amigo de su padre, que vivían en Madrid, que ya ostentaba un alto cargo y que tenían dos pequeñines por cuya sangre seguro recorría ese extraordinario virus de ser algún día de esta Benemérita Institución.

Hoy precisamente que nos vuelve a llegar el verano ha cumplido 40 años y lo hace feliz porque sirve a España trabajando en lo que le gusta. Es conocida como María Capitán, por sus mejores amigos e incluso subordinados. Ha tenido parejas, novios pero ninguno ha cuajado porque ella ya había idealizado uno para su vida que fue Julio pero ya no está entre que él se fue y ella lo dejó escapar…

Ha decidido hacer un parón en su vida, ha pedido un poco sin pensárselo una excedencia, y vuelve al pueblo de su infancia y juventud porque quiere ver a su padre Juan, que ya está muy viejito, quiere visitar la tumba de su madre que murió hace años del maldito cáncer, quiere visitar a sus hermanos, sus cuñadas, sus sobrinillos, quiere verlos pero en su mente está alquilar una de esas casas de siempre que ahora están deshabitadas y pasar allí el tiempo que necesita para poner un poco de orden en su vida, recuperar esos valores en los que creció y que poco a poco ha ido perdiendo, enfocar su mirada en otras vistas, degustar un paseo por esos frondosos caminos o sentarte en la plaza para ver como los niños juegan y las madres charlan, escuchar las campanas del viejo reloj de la Iglesia que con más de cien años todavía marca las horas…

Ha decidido parar y desintoxicarse de tanta maldad como recorre el mundo, un mundo que la ha hecho muy desconfiada, un mundo en el que hace lo que le gusta pero que así y todo te desvirga de la frágil inocencia de la que creemos en la bondad de los demás.

Ha decidido charlar con el Padre Arturo, amigo de la infancia, porque quiere decirle que ha perdido la Fe y que no sabe como encontrarla. Ha perdido su Fe en Dios, en las personas, en el mundo y en ella misma.

Y quién sabe lo que le deparará el futuro porque lo único cierto es que hoy ha llegado el verano y María vuelve a su pueblo....

Con este artículo me despido hasta que pase el verano, que hoy comienza, y ojalá la salud me respete para que cuando llegue septiembre u octubre pueda seguir escribiendo estos relatos, estas historias, estos artículos en torno a la Guardia Civil así como el resto de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, de las Fuerzas Armadas o de todos aquellos que ofrezcan más que sus vidas por proteger las nuestras.

Con un abrazo fuerte os deseo un Feliz Verano.

Jesús Rodríguez Arias

sábado, 8 de junio de 2019

EL PAQUETE DEL MANIQUÍ.




Norby, el marido de Ciriaca, se había jubilado hace años siendo aun joven pues una minusvalía congénita en el dedo gordo del pie le hacía imposible trabajar en su empresa de muelles de colchones que heredó de su padre, antes abuelo,  y que tenían como sobrenombre el de “Los dormilones” pues antes de que saliera ningún artículo de su casa había que probarlos con una buena siesta y si esta era de baba caída se cobraba aparte.

Pues Norby a los 46 años pudo jubilarse anticipadamente, vender un negocio que estaba en plena expansión, finalizando una larga historia en la colchonería de la zona ya que después de ellos se puso una industria de productos refinados de pastelería y derivados.

Uno de los que más sintió la marcha de ese negocio fue el Tío Críspulo que era   el dueño del club social de las afueras del pueblo y que era un gran consumidor de los colchones del Norby pues eran los más baratos y los que más ruido hacían y claro está cuanto más sonaran, más ganancias había pues de siempre Críspulo se ha regodeado en decir que tenía el mejor “género”.

Norby, que en verdad se llamaba Norberto de Bulto Aparte, venía de una luenga saga familiar de querer aparentar más de lo que tenían y poder disfrutar.

Ciriaca A Dos Velas, era el nombre de su esposa con la que se casó hace ya dos década y gracias a esa feliz unión de corazones pudieron copular en los colchones de exposición. Tenían tres hijos muy modosos ellos: Claudio Magno,  Ceracio Pikolín y Colmán Muelle Flojo. Tres hijos y una hija fuera del matrimonio pues Edelina, que así se llama la púber, nació poco antes de los desposorios en la finca familiar “Endredones”.

Mientras Norby trabajaba en la Colchonería familiar ella se iba de picos pardos con sus amigas Rómula y Santa al hotel El Picotazo donde además de desayunar, comían y yacían si era menester con el maitre y saca correspondiente. Eran mujeres muy liberadas y liberales y de eso podían dar cuenta muchos más de lo que uno se podía imaginar.

Pero desde que su Norby se había jubilado con una minusvalía congénita que le impedía su labor profesional la cosa había cambiado drásticamente porque de sus divertimentos tuvo que pasar a cuidar un marido enfermo que se aburría de estar en casa hablando sobre las pérgolas del vecino al que no podía ni ver porque trabajaba de noche en un naig club de esos.

Artemio que era el médico y amigo de la infancia de Norby le recomendó que empezara con una actividad física moderada pues le vendría bien a su enfermedad congénita así como en lo psicológico pues de tener una gran actividad profesional ha pasado a un aburrimiento supino solo alterado cuando su querida esposa le ponía a pelar  papas. Le recomendó que empezara a hacer carreras de fondo, que escogiera un itinerario y tres veces por semana empezara a correr. Al principio de forma más pausada y al final verás como entras en un equipo de maratón y todo porque el deporte envicia más que el sexo, más que la comida, más que el dormir, más que el deporte…. Norby miraba la cara desencajada de su amigo que parecía más loco de la cuenta.

Pues nada se puso a ello… Se compró una serie de camisetas transpirables, unos calcetines transpirables, unas zapatillas ergonómicas y transpirables y unas ajustadísimas mallas también transpirables, una maquinita que le chivaba si iba más rápido de lo normal o si las paradas eran demasiadas prolongadas o si bebía más isotónica de lo normal.

Todo más o menos fue normal menos en el momento de llegar a las mallas pues la había de tres clases: Las no transpirables, mucho más baratas, que fueron descartadas, un modelo muy ajustado en el que quedaba marcado todo al natural y otro modelo más que tenía una especie de forro por la parte hueveril muy práctica para los que no están dotados en enseñar lo que no tienen. Costaba un poco más porque era una especie de wonderbra de los huevos.

Norby no se achantó y viendo que la segunda opción le quedaba perfecta al maniquí que era un muñeco y no un machote como él se compró la malla sin complementos en diversos colores y dibujos. La broma para vestirse para esto del correr le salió por un ojo de la cara pero bueno para ser un corredor antes habría que parecerlo se decía, no sin lógica, el bueno de nuestro Norby…

No es óbice el decir que cuando Norby se puso la equipación no tenía nada que ver con lo que había visto en el expositor. Menos las deportivas y los calcetines transpirables lo demás ná de ná…

Ni la camiseta se ajustaba a sus abdominales ni marcados pectorales, serán porque nunca los ha tenido desarrollados, ni la malla de licra redondeaba la zona de conflicto donde todos los ojos de las féminas y de los que le gustan el pescado se van indefectiblemente. Se miró al espejo y lo que vio fue de pena…

¡Ciri, Ciri! ¿Tú has visto esto?

Y ella le preguntó: ¿El que hay que ver?

Norby, se vino abajo pero siguiendo el consejo de su amigo Artemio enchufó el único aparato vistoso y se lo puso en el brazo que lo oprimía a base de bien y se fue a correr. Hacía tanto calor, tenía tanta sed pues había olvidado comprar la isotónica, le apretaba tanto el transistor que llevaba en el brazo y sentía que el aire calentorro se colaba por la licra transpirable que a los 15 minutos se tuvo que parar y volver a su casa arrastrando los pies y sus vergüenzas…

Al día siguiente lo intentó y al otro también hasta que por lo menos corría tres o  cuatro kilómetros, en ida y vuelta, que lo hacía llegar con gran dolor en el brazo, en las pantorrillas, en los muslos y en la inexistente huevera que al no poderla sujetar el rozamiento le hacía sufrir lo indecible.

Ciri que veía a Artemio hacer deporte con Isidoro, otro amigo de la infancia de su marido, con iguales licras siempre se decía que algo fallaba porque a ellos el paquete les quedaba de lujo y mi Norby parecía que la mallita le caía algo grande.  Cómo buena mujer quería defender el honor maltrecho de su marido que ya era conocido en el pueblo y en las carreras en las que participaba como Norby  “Sin paquete” y un día se coló en la tienda de deportes y habló con la persona que le vendió su equipamiento.

Mire, mi Norby está pasando una vergüenza enorme porque las mallas en vez de marcar parecen que hacen desaparecer su paquete y eso no es, eso no es…

Jaume, que así se hacía llamar porque había estado de Erasmus en Barcelona, le dijo que le ofreció dos modelos y que él después de mirar al maniquí se decidió por aquél.

El primero y más barato no es transpirable.

El segundo el que tiene en casa.

Y el tercero uno con una especie de relleno hueveril que hace las veces de paquete y disimula formando un normal bulto cuando se carece de aquél.

Señora, yo le dije que este le vendría bien pues pude comprobar que su marido es chico de bultamen pero miró y comparó con el maniquí y me dijo que si un muñeco sin forma se le marca a él más por supuesto…

Nuestra Ciri acabó mirando al maniquí en cuestión que llevaba una camiseta en la que se marcaban unos perfectos pectorales así como unos abdominales esculpidos y siguiendo su mirada para abajo comprobó como en la licra se redondeaba las formas de una genitalidad perfecta.

Ciri, que es muy suya, le preguntó al tal Jaume si esa licra era de las que tenía relleno.

“No, señora y ahora se lo demuestro”.

Se fue hacia el maniquí bajó la malla y entonces Ciri comprobó por sus propios ojos algo que ni siquiera se le había pasado por la mente: ¡El paquete de maniquí!

“Es que ahora lo hacen perfectos para que puedan lucir cualquier tipo de ropa”, le dijo Jaume mientras Ciri miraba embobada al maniquí de la tienda que tenía el cuerpo de un adonis.

Se fue pensativa, dando las gracias y su número de teléfono a Jaume que también tenía buenas jechuras. Cuando llegó a su casa Norby estaba despotricando del engaño que le habían hecho en la tienda mientras se ponía polvos de talco en la entrepierna llena de rojeces de tanto rozarlas en las carreras.

“Ciri, cuando me mejore voy a ir a la Facua a denunciar a la tienda pues me han engañado, me han vendido unas licras que no sirven para correr ni para mostrar”.

Entonces su mujer con gesto aburrido le constestó: “No, cariño, Jaume el dueño de la tienda no tiene la culpa, la tienes tú por no dejarte aconsejar y no adquirir esa libra güevebrás que te ofreció, pero no, el señorito quería la misma que estaba en el expositor sin saber que el maniquí tiene paquete y muy bueno por cierto”…

Y ahí se acabó la discusión así como la afición de correr y vestirse con las camisetas y mallas de licra transpirables que al otro día se pudieron ver como descansaban en el fondo del contenedor de la basura.

Desde ese día Norby no fue el mismo y tampoco Ciri  que gustaba ir a la tienda de deportes de Jaume y le ayudaba a colocar los paquetes y las cajas porque de lo otro no lo sabemos, ni lo queremos saber…

Jesús Rodríguez Arias


jueves, 6 de junio de 2019

ROCÍO...




Rocío había nacido como Dios manda un domingo de Pentecostés. Sus padres German y Laura de siempre fueron muy rocieros, muy de la Virgen del Rocío, muy de Camino, muy de la Blanca Paloma, muy de Peregrinación tras el Simpecado de la Hermandad a la que pertenecen desde que nacieron…

Rocío había nacido en una familia rociera al cien por cien de los que no faltaban a los cultos de su hermandad, las misas, y cuantos actos hubiera para sacar unos cuartos con los que al año siguiente poder aminorar los cuantiosos gastos que supone el Peregrinar para estar con la Virgen el domingo de Pentecostés estando a tantos kilómetros de distancia.

Germán iba a caballo, de siempre le gustaron y en su trabajo tenía que montarlos. A Germán se le veía de lejos tocar la trompeta erguido en su corcel en el Batallón de Caballería de la Guardia Civil en la cual sirvió los últimos quince años hasta que pasara a la reserva. Ahora tenía todo el tiempo del mundo para dedicarse a las cosas de su hermandad toda vez que los hermanos lo eligieron en el último cabildo como hermano mayor. Su madre Laura siempre estaba de aquí para allá pues además de buena rociera cuidaba a ancianos para sacar ese dinerillo que ayudara a la pensión de su marido y al estudio de Rocío y su hermano Manuel que estaban preparando oposiciones.

En casa de Germán y Laura se podía ver un inmenso cuadro de la Madre y Señora de las Marismas junto a una metopa de su querido Escuadrón de Caballería, sus medallas, su divisa de Capitán. Toda una vida sirviendo a España por medio de la Guardia Civil siendo su primer destino Tráfico, pasando por Seprona, Brigada Judicial e incluso la de delitos informáticos, que es mundo aparte, y acabando su carrera profesional en Caballería que ha sido donde más ha disfrutado ya que es un amante de los caballos desde que su padre lo montó por vez primera en esa yegua blancuzca llamada Azucena con la que conectó desde siempre.

Germán y Laura cuando jóvenes iban al Rocío a caballo, amantes de la doma vaquera, siempre tenían un grupo bastante numeroso que gustaba en noches de luna llena trotar con sus caballos por esos caminos de Dios.


Cuando nacieron Rocío y Miguel ya la cosa cambió y Laura iba en la carreta de la familia mientras Germán, en las ocasiones que se lo permitía el servicio, lo hacía a caballo. En el calendario laboral de Germán no existía ni verano, ni Navidad sino simplemente Rocío…

Hoy para Laura, para Manuel, que viene con su novia Carlota, y sobre todo para Germán no es una peregrinación como las demás, no es un camino cualquiera, porque este año no los acompaña su hija Rocío que el año pasado aprobó las oposiciones y después de meses de preparación ya ejerce en su nuevo puesto de trabajo que es de esos en los que le va a uno su vida. Estará en el Rocío y  no verá a su Rocío, su pequeñina aunque tenga ya 24 añitos, pero nada será diferente, no lo puede ser en la vida. ¡Es verdad que cuando los hijos abandonan el hogar por trabajo o para hacer su vida el corazón de sus padres se desgajan y aunque felices también sienten ese vacío, ese enorme vacío!

“Mira Germán, allí está nuestra Rocío”, le dijo Laura a su marido. Él pensó que ya estaban llegando a la Aldea y que se veía el blanco campanario de la Ermita que cobija a tan preciosa Madre por siempre Reina de Almonte y de las Marismas pero no, no era esa Rocío…

Allí al lomo de un buen caballo se erigía marcial, castrense, orgullosa, una preciosa Guardia Civil que llevaba por nombre Rocío porque nació un domingo de Pentecostés en el seno de una Familia de grandes devotos rocieros por cuya sangre también fluía el verde Esperanza de la por siempre Benemérita Guardia Civil.

Rocío había decidido seguir la herencia de su padre así como de su  abuelo y había ingresado en tan insigne y benemérito Cuerpo porque en verdad lo llevaba en la sangre, en los genes, en su particular adn. Rocío ingresó en la academia y había jurado bandera hace poco por eso su padre Germán, que fue a tan insigne acto con su verde uniforme de capitán, creía que este año el Rocío no iba a ser el mismo sin su Rocío pero se dio cuenta de su error porque su hija, su pequeñina, estaba incardinada al Plan Romero como miembro de la Guardia Civil que al lomo de un bello corcel vigilaba para que nada malo sucediera a los romeros, a los peregrinos, a los rocieros, a sus hermanos en la Fe y en la Devoción a María que es y será por siempre Reina y Madre de Cielos, Tierra, de los que la aman, de toditos los almonteños.

Germán no pudo reprimir la emoción, se hacía viejo, al ver que su Rocío no había faltado al Rocío mientras él con su medalla dorada que le distinguía como hermano mayor se quitó el sombrero e inclinando su cabeza saludó de semejante forma a quienes protegen a todos sin esperar nada a cambio: Su bendita Guardia Civil que este año es más rociera si cabe porque su  hija, su Rocío de su alma, nos cuida, guarda con el verde uniforme que él vistiera hasta que se jubilara.

Mientras Germán decía a corazón abierto y en el silencio de esa clase de oración: "Que toquen los tamboriles, que los arenales se queden quietos, que la marisma nos cuide, que tengo mi corazón de Rocío lleno"...

¡Viva la Virgen del Rocío! ¡Viva la Blanca Paloma!

Jesús Rodríguez Arias