domingo, 21 de abril de 2019
jueves, 11 de abril de 2019
COMO CADA VIERNES DE DOLORES.
Hoy, María Luisa, siguiendo
esa particular liturgia de cada Viernes de Dolores desde que tenía uso de razón
ha sacado la antigua, delicada y valiosa mantilla negra que heredara de su
madre y esta de la suya hasta perder la cuenta. Antes había tenido en sus manos
la peina o su vestido negro de los oficios. Antes cuando su Ismael vivía tenían
por costumbre el ir a los oficios y después a la procesión donde siempre le
tenían reservado un sitio de honor en el destartalado palco de autoridades.
Salían pocas procesiones pero se veía en ellas tanta Fe… Solo cuando lo hacía
el Santo Entierro su marido iba en la presidencia como señal de luto, de dolor,
de respeto a Cristo muerto. ¡Qué tiempos!
Ahora sus cincos hijos
volaron, tuvieron que hacerlo si querían hacer algo por ellos mismos. Carlitos
es Farmacéutico y ahora ejerce en una de su propiedad en un pueblo cerca de
Sabadell de donde es la familia de Nuria, su mujer. Cirilo, su tercer niño, el
nombre lo impuso su abuelo paterno, siempre fue un niño muy de campo y como el
padre de Ismael tenía una finquita a unos 15 kilómetros de casa se fue joven
para allá y ya se puede decir lleva solo, solo y tres empleados fijos amén de
otros volateros cuando llega el tiempo de recoger la siembra. Se casó con Francisca,
hija del lechero, que lo mismo está en casa, que trajinando en la tienda o
ayudando con sus propias manos al bueno de mi Cirilo. Tienen dos niños y el
primero ya estudia para perito agrónomo…
Asunción, la cuarta, le
pusimos el nombre por mi madre y la verdad que se parece a ella hasta en la
forma de llevar la mantilla el Viernes Santo. Es médico, vive en la capital, su
pareja es un chico que tiene un despacho de abogados y por ahora dicen que no
quieren tener niños. Asun, viene todas las fiestas de guardar y cada vez que se
puede escapar. Su pareja, que no es marido ni novio, es un hombre muy afable
pero siempre está llamando por teléfono aunque no haya cobertura.
Margarita es la quinta de mis
retoños, la más locuaz, la más dicharrachera, la más ingeniosa. Trabaja en la
radio comarcal con el programa de la mañana, magazine le dicen ahora, y tiene
muchos oyentes, yo entre ellas…
Y María Luisa sigue pensando
en sus hijos aunque hay uno que no ha nombrado. Se llama Ismael como su padre,
un calco en los físico a ella, pero el carácter de su rama paterna. Hombre
prudente y educado, hombre muy callado, de fijarse en todo y cuando tiene un
juicio de valor tomar la decisión correcta. ¡Ay, Ismael! Dicen que le hizo
sufrir pues se fue a la Legión y estuvo muchos años fuera de casa e incluso
tuvo que ir a alguna guerra que ahora los políticos llaman “labores
humanitarias” pero que en el sitio no se disparan flores sino balas que matan
de verdad…
Un día Ismael hijo llegó a
casa, delgado, demacrado, con una cicatriz en la sien derecha, y le dijo que
quería cambiar de vida, que se había cansado de estar fuera, que siempre sería
un Caballero Legionario donde el honor está por encima de todo, pero que ya
necesitaba otra cosa y además le picaba un hasta entonces anónimo gusanillo que
ella bien sabía lo que era…
Su niño Ismael había
permanecido soltero y según él, habrá que creerlo, no tenía ningún niño por
ahí. Su padre ya estaba muy malito, le habían diagnosticado una enfermedad que
lo iba consumiendo, que le iba quitando las ganas de vivir. En esos años no
habían muchas investigaciones y cuando se supo con certeza que tenía ya fue
demasiado tarde porque si no recuerda mal duró menos de tres meses. Cáncer de
colon le dijeron que padecía y el bueno de Ismael murió maltrecho pero
sintiéndose muy amado porque María Luisa no se separó un instante de los meses
que estuvo hospitalizado su marido. Dicen que dejó la marca del cuerpo en la
pared donde apoyada tenía siempre cogida la mano de su marido…
Hoy, como hace cada Viernes de
Dolores desde que muriera el amor de su vida, abre el armario, baja la funda
que le resguarda al paso del tiempo y toca, mientras sus envejecidos ojos están
impregnados en lágrimas, el viejo uniforme color verde de Teniente de la
Guardia Civil que fue la última graduación de su marido. Abajo el inmaculado,
brillante e impoluto tricornio y en esa cajita, que le hizo Augusto el
carpintero, sus medallas…
Ismael se fue cuando no había
cumplido los cincuenta y cinco y cada instante de la vida María Luisa lo echa
de menos, tanto que a la hora que volvía a casa escucha como si se moviera el
llavín que él siempre llevaba.
Su hijo Ismael al final se
quedó en el pueblo, se casó con Rosario, que de siempre se gustaron, y ahora
tienen dos chiquillos que son más malos que el dolor de lo traviesos que son.
Su hijo Ismael al final se decantó por la tradición familiar y entró en la
Guardia Civil, ahora luce galones de Brigada y está muy bien considerado por la
oficialidad porque según dice Don Marcial, hijo del Coronel con el que sirvió
su marido y que ahora ostenta el mando de Capitán, es un vivo retrato de Don
Marcial o como a él le llamaban: El Teniente Marcial.
Hoy es Viernes de Dolores y
vienen su hijo, nuera y niños a comer
ese guiso que le enseñara su madre y antes de su madre su abuela, esos
guisantes con papas y alcauciles que tiene
sabor de hogar, saben a siempre…
Pero antes tiene que llamar a
Honoria, su amiga de toda la vida y de las pocas que todavía viven, porque
quiere organizar la asistencia a los oficios, visitas a los sagrarios, y
después ir al palco familiar que todavía está a nombre de su Ismael para ver pasar
a Jesús Nazareno que cada Jueves Santo recorre las calles en medio del silencio
hecho piedad y oración o admirar al Santo Entierro que cada Viernes Santo lleva
a Jesús al Sepulcro y que este año también vuelve a ir en presidencia el
Brigada Ismael, su hijo que tanto le recuerda a su padre.
Y es que María Luisa, que
guarda con celo y mimo la antigua mantilla, cada Viernes de Dolores se acuerda
de su vida, de sus hijos, nietos, padres, amigos pero sobre todo y ante todo de
Ismael, su Ismael…
Con este artículo me despido
hasta el viernes 26 de abril que es el siguiente a la Semana Santa.
Os deseo una Feliz y Santa
Semana así como también un buen Viernes de Dolores.
Jesús Rodríguez Arias
sábado, 6 de abril de 2019
Y DON PACIENTE PERDIÓ LA PACIENCIA...
Don Paciente, lo que son las
cosas, decidió romper su relación, ese matrimonio con muchos años de
antigüedad, con Hermenegildo Aburrido después de que el segundo, solterón de
oro, se echara como novia a la modelo lituana
Hinka Cassamentera y que estaba para mojar las famosas pastas de Tita Pitusa
que la hacía ella misma cuando la encargaba en la confitería de siempre.
Hay que reconocer que Ágata Ly
del Peloponeso y la famosa Hinka nuna se tragaron y una decía de la otra que
era lo peor pero lo que no pudo
sorportar la digna y paciente esposa de Don Paciente es que un día en el club
de golf, a donde iban al critiqueo semanal con las amigas más de lo más, Hinka
fuera invitada a sentarse a la merendola, con bogavante incluido, y después de
unos “quita de ahí esos pelos” en un ambiente ácido y sulfúrico Hinka, que
hablaba siete idioma pero que además del nativo usaba como nadie el francés y
el griego, le dijo en un castellano correctísimo: “¡Tú eres una mala Ágata que
no ronrronnea a tu marido y así tiene tanta cara de asco. Menos mal que porrrr
lo menos es Paciente!
Ágata se sintió escupida ya que Marichu, la pareja del doctor Frissotrescuartos no pudo contener la carcajada y
le hizo entrega a su agatada frente de un trozo de morcón ibérico que tomaba a
modo de merienda con el café. ¡Cosas de la gente vip!
Doña Cacaruca, viuda del
general Mosquetón, se levantó muy seria y llamó al metre diciéndole con
pausada voz en grito: Ramiro, sirvuple, eche usted a la Señorita Hinka de este
lugar de alta sociedad porque por lo visto es de baja cama y alto lupanar…
Hinka, la miró con ojos de
resentimiento y le dijo: ¡Ágata dale más mimo a tu paciente marido que según
Herme no tenéis vida marital desde hace lustros y aprende de la cacaruca de tu
amiga que viuda y todo se trajina a Ramiro en plan ramera con los años que
tiene la gallina vieja…
Desmayo colectivo y
despartares ululando nada bueno contra Hinka y su Herme…
Esto ocasionó que Paciente y
Aburrido se divorciaran ipso facto y no
volvieran hablarse: El primero porque se sentía traicionado por el que creía su
socio y amigo y el segundo porque al pedirle perdón se carcajeo a base de bien
y no podía articular palabra.
Decidió cambiar el nombre del
despacho y que su hijo entrara como socio al 50%. Paciente & Paciente
Ahogados lucía la placa del despacho y toda la publicidad que fue insertada en
diversos medios. Cuando se dieron cuenta del error gramatical ya eran
inmensamente conocidos y de ahí que las victimas del hundimiento de Zodiacs con
Glamour, pincharon sus acciones en la bolsa, lo contrataron para ganar algo que
sacara a flote los ahorros perdidos y jamás encontrado.
En cambio Ágata estaba algo
distante, melancólica, apagada, después de que su marido se quejara al tal
Herme de que ella no le daba calor ni mimo desde hace lustros y que lo hiciera
delante de sus amigas… Era verdad, su marido la aburría pues siempre estaba
hablando de leyes, de como estaba el país, nunca supo cual era en verdad, de la
influencia de las isobaras en el calentamiento global de las monas de la
Amazonia y de su tema preferido de “La ignata vida llena de virtudes de Madama
Mamonnia, que era una profesional de lo suyo en el siglo XVIII en la eterna
Venecia. Sí, Paciente era la mar de aburrido y además muy frío a la hora de
yacer. Además tenía una pudorosa manía, que había que hacerlo en la más oscura
oscuridad… Se acuerda de ese día que estaba un poco más gracioso de lo que en
él es normal, se había tomado un copita de licor de coliflor, y le dijo con
animada voz recatada: Amore, ¿Hace tiempo que no te afeitas, para todos
depilas, no? Papasito, estoy sin un vello en la belleza de cuelpo que tengo y
ya te digo que hoy hemos terminado pues a quién has cogido con frenesí es el
oso de peluche que me regalaste cuando nació Euno y que “duerme” en nuestra
cama desde que el niño lo echara de la suya por ¡¡rojo!!
Desde entonces la querida
Ágata Ly del Peloponeso hizo lo que tenía que hacer: Visitó la consulta de un
psiquiatra que ponía métodos muy innovadores para subir el ánimo. Marco Paquetti
le influyó tanto que acabaron siendo amantes, que no amigos, y desde que está
con él, y otros que han pasado por el catre, ella se siente como el gato triste
y azul ese de la canción: ¡Muerta! Pero de gusto…
La Señora de Don Paciente
llamó al despacho del prestigioso letrado Don Panojas Por Delante para
asesorarse ya que después de la traición a su intimidad por parte de su marido
quería poner fin a su matrimonio pero además pretendía quedarse con todo…
La noticia acabó,
literalmente, con la paciencia de Paciente que se hundió en su ser mismamente
dejando la defensa de sus intereses a su propio hijo Paciente que le prometió
que le iba a quitar la casa familiar y la de veraneo, los fondos e inversiones
no se tocan pues están en paraíso fiscales a nombre de diversas sociedad que
crearon una vez se produjo el divorcio laboral con Hermenegildo Aburrido que ya
se ha retirado, se han casado en Las Vegas por el rito de antes, y ahora
disfruta de su mujer en algún lugar del Caribe sin especificar…
Se ha demostrado la serie de
infidelidades de su madre y esto va a ser corrosivo para ella y sobre todo para
el prestigio del psicólogo Marco Paquetti, el conductor de patinetes en Carajazzo
Fórmula: Ebrio Estaba, y el popular bailarín francés que presume de
versatilidad Orgasmo de Nantes…
Antes Paciente hijo, que es
mucho más voraz que su paciente padre, había alertado a los directores de la
prensa sensacionalista porque preferían un escándalo a perder el juicio…
Su hijo Paciente se lo tomó de
la manera que ya sabemos decantándose por el padre y socio de bufete.
Su hija Flor de Loto, que
además de feminazi, le gusta todos los géneros y ahora dicen están liade con un
carajo de mar que dice gustarle muche ha llamado a su progenitor distinto de la
madre que la parió, o por lo menos eso dice ella porque Flor no se acuerda de
nada desde que es adicta al éxtasis, y le ha dicho literalmente: Lo que hagáis
me lo paso por el higue… Y ha colgado.
El interesado hijo Juanete le
ha comunicado por burofax que cuando mueran tengan a bien informarles para
disponerme a heredar…
Y Euno, que está en el Tirol
haciendo un curso de avistamiento de copos de nieve, se ha puesto muy dramático
pues él que es ezpañol de pura cepa, que ez un admirador de la figura de Blaz
Piñar, que está dezterrado por zu padre dezpuez que tuviera que pagar maz de
15.000 euros de vellón al tal Jacintente que como abogado zerá un vergel pero
con más cara que espalda. ¿Cómo ze va a divorciar miz padrez? ¿En que Ezpaña
vivimoz? ¡Ojalá no te hubieraz muerto D. Blaz?
Mandó una carta escrita a puño
y letra, aunque eso sea muy del proletariado, comunicando lo siguiente:
“Vueztra injuzta decizión deztroza a la Familia, deztroza mi vida, deztroza mi
ideal de formar una familia como era la nueztra pero zin Flor que ez como ez y
zin Juanete que parece zer un zociata de ezos”… “Zi Blaz Piñar viviera,
ezperando eztoy zu paruzía, ezto no pasaba”. “¡Qué oz vaya bonito y no dejéiz
de enviarme menzualmente el dinero que nezecito para vivir en este paraízo
llamado Tirol”.
Se celebró el juicio y Ágata
lo perdió pues cuando dictó sentencia llamó estéril al juez que la condenó a
pagar una elevada multa por desobediencia a la autoridad. Ágata en ese día
terminó su relación con el Paqueti de Marco y solo Orgasmo de Nantes la
acompañó hasta el hostal para darse el último revolcón pues tenía que actuar en
Moscú.
Hoy Paciente padre, que está
muy decaído aunque se ha quedado con todo, está pasando el día en el yate de su
hijo, su nuera y nietos se han quedado en casa que la están reformando. Su hijo
ha invitado a un grupo de amigos y amigas y él particularmente se lleva muy
bien con Esmeralda, que es una impresionante modelo de ojos grises, y le pone
la mano donde no debería pero que ella parece gustarle…
A Paciente se acerca Meli, una
chica de unos treinta rubia pintá y algo corpulenta, le da un beso en sus
descoloridos pómulos y le dice que ella le va a poner sangre en el cuerpo.
Bebieron, rieron, bailaron, se fueron a sus aposentos, se desnudaron entre
arrumacos y en la tenue luz que casi no se percibía nada nuestro Paciente
empezó a izar bandera después de muchos, muchos años. Sus manos no paraban de
tocar, palpar, hasta que se llevó un sorpresón porque donde Meli tenía que tener
lo que tenía su Ágata tenía un pistolón…
De lo que paso no no pasó nada
se sabe porque ya sabemos lo recatado es todo en Paciente aunque os diré que
desde entonces no fue el mismo…
Jesús Rodríguez Arias
jueves, 4 de abril de 2019
AURORA
Nació en una familia
numerosísima porque entre sus hermanos, sus padres, sus abuelas y Tita
Encarnación hacían 14 personas y con ella llegó el 15 que según su padre Manuel
era la “niña bonita”.
No cualquier casa mantiene a
15 personas pero si un Hogar. Un Hogar se estrecha y se amplía por los latidos
del corazón y en el de Aurora había para dar y regalar.
Esos 15 se ampliaban cuando
venía Benito y Monserrat con sus cinco niños, sus primos, y entonces el Hogar
acogía a veintidós de golpe y algún que otro porrazo cuando jugaban a la comba,
al coger o al fútbol en la coqueta plaza del pueblo mientras su abuela Dolores
hacía punto sentadita en su banco, el más a la izquierda que siempre cobija un
viejo olmo.
Aurora de siempre fue una niña
feliz pero también una niña muy especial pues de siempre fue lista,
inteligente, muy audaz y se interesaba por todo. Era la primera que esclarecía
algo porque tenía una dotes de observación amén de una gran memoria que le
hacían algo diferente y hasta su hermano Nicolás le decía medio en serio, medio
en broma, que si quisiera trabajaría en Scotland Yard cosa que no sentaba muy
bien a nuestra niña porque ella era española y no inglesa, que ella de ser algo
sería Policía Nacional como su padre Manuel que hacía poco se había retirado
tras haber alcanzado el empleo de Inspector con más de 30 años de servicio a
España y a los demás.
Ahora su padre Manuel está
escribiendo un libro con sus recuerdos, sus historias, su vida… Ya lo publicaré
algún se dice y dice a todos pero en verdad él sabe que eso quedará entre él y
esa cuartilla en blanco que parpadea más de la cuenta en la vieja y barrigona
pantalla del vetusto ordenador que le comprara a su hijo Javier que ya
vislumbraba que la Informática sería su vida.
Más de 30 años de ejemplar
servicio para acabar con una invalidez total por culpa de una dolencia en los
huesos que le impedía el normal funcionamiento de en su puesto de trabajo.
Bueno, hay que almordarse y ahora cuando ya creía iba a disfrutar de sus
madurez con sus hijos bien criados va y nos llega Aurora que en verdad ha
alegrado la casa y desde que la niña está en sus vidas Luisa, su querida mujer,
parece que ha recobrado juventud y junto a su hermana Encarnación, que quedó
viuda pocas semanas después de casarse ya que su marido era un ejemplar Guardia
Civil al que le estalló un coche bomba un fatídico día de marzo en el País
Vasco donde estaba destinado.
Encarnación se quedó para
siempre en casa y aunque es feliz junto a su madre, hermana y esa legión de
sobrinillos creo que nunca llegará a superar el desgarro que supuso la muerte
de su marido, porque ese día no solo estalló el coche que le hizo trizas sino
que murió un amor único, destrozando su corazón por siempre.
Manuel ha recorrido media
España, también visitó lugares donde le recibieron con odio, más que lugares
diría personas, tanto en territorio vasco como catalán.
España, se decía mientras
escribía esa especie de diario, es un lugar donde sus hijos, sus héroes, no son
recordados ni tenidos en cuenta. Aquí dar la vida por la Patria suena a “facha”
que es como llaman todos esos progres que no han progresado en sus vidas salvo
para vivir como reyes aun siendo casi todos republicanos.
Ahora Manuel, una vez
jubilado, se podía permitir el lujo de decir lo que pensaba aunque su
interlocutor fuera esa página en blanco que le interpelaba cada vez que
encendía el ordenador.
Manuel pasa demasiado tiempo
sentado porque los dolores con los años no solo no han desaparecido sino que
han aumentado y algunas veces le cuesta hasta calzarse los viejos y desgastados
zapatos en los que se encuentra tan cómodo.
Ya sus niños más o menos están
bien situados y solo Aurora está terminando de estudiar lo que siempre quiso y
es que la niña ha sido siempre mucha niña…
Tanto su madre, su tía y
abuelas le dijeron que cualquier cosa menos ser policía o guardia civil porque
eso es un continuo sin vivir, que lo han padecido en sus carnes, que se sufre
mucho, que piense si un día quiere formar familia en ella, en la vida que les
espera ejerciendo su madre una profesión que muchos detestan incluidos muchos
de los que se sientan en sillones de gobernantes.
Que se dedique a la
Psicología, que se le da muy bien, un se haga abogado y monte bufete con su
hermano Andrés al que la vida no le va muy mal que digamos, médico no que no
tiene muchas facultades, hasta detective privado soy capaz de pagarte, decía
Luisa, con tal de quitarle esa idea que rondaba de forma permanente en su mente
desde que no levantaba un palmo del suelo, desde que descubrió en el armario
del desván ese impoluto uniforme azul y en una cajita aparte la placa y las
condecoraciones de sus padre, los diplomas, las cartas, los agradecimientos de
personas anónimas a los que él había prestado ayuda en un momento determinado.
¡Maldita sea la hora, se decía su tía Encarnación, que dejara abierto ese
armario que también, en lo más hondo, guardaba el de su marido, el verde
Guardia Civil, el verde Esperanza que unas hienas asesinas convirtieran en rojo
sangre asesinando de una vez a él y a ella…
Pero Aurora es mucho Aurora,
cuando se empeña no hay quién pueda con ella,
y hoy después de muchos años de estudio, de ingresar con las mejores
notas, de ejercer unos años por aquí y por allá, hoy jura como Inspectora de la
Brigada Judicial en una importante Capital de Provincias en España. Hoy Aurora
vestida con su uniforme azul se le ve radiante no por la alta encomienda que
tiene en sus manos sino al ver a su padre, que ha ido a menos cuando más se
acrecentaba la enfermedad, sentado en una silla de ruedas que empujaba su madre
Luisa y que no hacía otra cosa que secarse los ojos de tanta emoción. Emoción
por ver a su hija siendo una ejemplar Policía Nacional, emoción porque cuando
llegó el mismo Comisario Domínguez se levantó de su asiento para saludarlo: Don
Manuel, me alegra tanto verlo, me alegra recibir a un servidor de España, un
miembro ejemplar del Cuerpo Nacional de Policía, un patriota de los pies a la
cabeza… Y la emoción se hizo patente cuando se acercó su Aurora y se agachó
para darle ese beso lleno de amor, de cariño, de admiración…
Mira hija, ahora que te veo
reconozco que mi vida son recuerdos, recuerdos en torno al Cuerpo, recuerdos a
mil vivencias compartidas en esta bendita España. Alargó un sudado cartapacio y
se lo entregó: ¡Aquí tienes Aurora, la vida de un Policía, mi vida, mi diario,
mis vivencias, te lo entrego a ti porque sé que entenderás cada palabra, cada
coma, cada punto suspensivo. Algunas me las callo porque son solo mías pero
esas no importan, no te deben importar, porque debes ser tú quién la escriba en
su momento cuando ya vivas de los recuerdos porque ahora debes caminar, servir,
trabajar por España y por todos sin excepción porque un buen Policía no atiende
a nombre ni apellidos sino que sirve a todos por igual.
Y en ese momento empezó a
sonar el himno, se hizo el silencio, la emoción que es sentido en sentimientos
brotaron en esos dos corazones, de padre a hija, de Policía a Policía…
Jesús Rodríguez Arias
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