jueves, 11 de abril de 2019

COMO CADA VIERNES DE DOLORES.






Hoy, María Luisa, siguiendo esa particular liturgia de cada Viernes de Dolores desde que tenía uso de razón ha sacado la antigua, delicada y valiosa mantilla negra que heredara de su madre y esta de la suya hasta perder la cuenta. Antes había tenido en sus manos la peina o su vestido negro de los oficios. Antes cuando su Ismael vivía tenían por costumbre el ir a los oficios y después a la procesión donde siempre le tenían reservado un sitio de honor en el destartalado palco de autoridades. Salían pocas procesiones pero se veía en ellas tanta Fe… Solo cuando lo hacía el Santo Entierro su marido iba en la presidencia como señal de luto, de dolor, de respeto a Cristo muerto. ¡Qué tiempos!

Ahora sus cincos hijos volaron, tuvieron que hacerlo si querían hacer algo por ellos mismos. Carlitos es Farmacéutico y ahora ejerce en una de su propiedad en un pueblo cerca de Sabadell de donde es la familia de Nuria, su mujer. Cirilo, su tercer niño, el nombre lo impuso su abuelo paterno, siempre fue un niño muy de campo y como el padre de Ismael tenía una finquita a unos 15 kilómetros de casa se fue joven para allá y ya se puede decir lleva solo, solo y tres empleados fijos amén de otros volateros cuando llega el tiempo de recoger la siembra. Se casó con Francisca, hija del lechero, que lo mismo está en casa, que trajinando en la tienda o ayudando con sus propias manos al bueno de mi Cirilo. Tienen dos niños y el primero ya estudia para perito agrónomo…

Asunción, la cuarta, le pusimos el nombre por mi madre y la verdad que se parece a ella hasta en la forma de llevar la mantilla el Viernes Santo. Es médico, vive en la capital, su pareja es un chico que tiene un despacho de abogados y por ahora dicen que no quieren tener niños. Asun, viene todas las fiestas de guardar y cada vez que se puede escapar. Su pareja, que no es marido ni novio, es un hombre muy afable pero siempre está llamando por teléfono aunque no haya cobertura.

Margarita es la quinta de mis retoños, la más locuaz, la más dicharrachera, la más ingeniosa. Trabaja en la radio comarcal con el programa de la mañana, magazine le dicen ahora, y tiene muchos oyentes, yo entre ellas…

Y María Luisa sigue pensando en sus hijos aunque hay uno que no ha nombrado. Se llama Ismael como su padre, un calco en los físico a ella, pero el carácter de su rama paterna. Hombre prudente y educado, hombre muy callado, de fijarse en todo y cuando tiene un juicio de valor tomar la decisión correcta. ¡Ay, Ismael! Dicen que le hizo sufrir pues se fue a la Legión y estuvo muchos años fuera de casa e incluso tuvo que ir a alguna guerra que ahora los políticos llaman “labores humanitarias” pero que en el sitio no se disparan flores sino balas que matan de verdad…

Un día Ismael hijo llegó a casa, delgado, demacrado, con una cicatriz en la sien derecha, y le dijo que quería cambiar de vida, que se había cansado de estar fuera, que siempre sería un Caballero Legionario donde el honor está por encima de todo, pero que ya necesitaba otra cosa y además le picaba un hasta entonces anónimo gusanillo que ella bien sabía lo que era…

Su niño Ismael había permanecido soltero y según él, habrá que creerlo, no tenía ningún niño por ahí. Su padre ya estaba muy malito, le habían diagnosticado una enfermedad que lo iba consumiendo, que le iba quitando las ganas de vivir. En esos años no habían muchas investigaciones y cuando se supo con certeza que tenía ya fue demasiado tarde porque si no recuerda mal duró menos de tres meses. Cáncer de colon le dijeron que padecía y el bueno de Ismael murió maltrecho pero sintiéndose muy amado porque María Luisa no se separó un instante de los meses que estuvo hospitalizado su marido. Dicen que dejó la marca del cuerpo en la pared donde apoyada tenía siempre cogida la mano de su marido…

Hoy, como hace cada Viernes de Dolores desde que muriera el amor de su vida, abre el armario, baja la funda que le resguarda al paso del tiempo y toca, mientras sus envejecidos ojos están impregnados en lágrimas, el viejo uniforme color verde de Teniente de la Guardia Civil que fue la última graduación de su marido. Abajo el inmaculado, brillante e impoluto tricornio y en esa cajita, que le hizo Augusto el carpintero, sus medallas…

Ismael se fue cuando no había cumplido los cincuenta y cinco y cada instante de la vida María Luisa lo echa de menos, tanto que a la hora que volvía a casa escucha como si se moviera el llavín que él siempre llevaba.

Su hijo Ismael al final se quedó en el pueblo, se casó con Rosario, que de siempre se gustaron, y ahora tienen dos chiquillos que son más malos que el dolor de lo traviesos que son. Su hijo Ismael al final se decantó por la tradición familiar y entró en la Guardia Civil, ahora luce galones de Brigada y está muy bien considerado por la oficialidad porque según dice Don Marcial, hijo del Coronel con el que sirvió su marido y que ahora ostenta el mando de Capitán, es un vivo retrato de Don Marcial o como a él le llamaban: El Teniente Marcial.

Hoy es Viernes de Dolores y vienen su hijo, nuera y  niños a comer ese guiso que le enseñara su madre y antes de su madre su abuela, esos guisantes con papas y alcauciles  que tiene sabor de hogar, saben a siempre…

Pero antes tiene que llamar a Honoria, su amiga de toda la vida y de las pocas que todavía viven, porque quiere organizar la asistencia a los oficios, visitas a los sagrarios, y después ir al palco familiar que todavía está a nombre de su Ismael para ver pasar a Jesús Nazareno que cada Jueves Santo recorre las calles en medio del silencio hecho piedad y oración o admirar al Santo Entierro que cada Viernes Santo lleva a Jesús al Sepulcro y que este año también vuelve a ir en presidencia el Brigada Ismael, su hijo que tanto le recuerda a su padre.

Y es que María Luisa, que guarda con celo y mimo la antigua mantilla, cada Viernes de Dolores se acuerda de su vida, de sus hijos, nietos, padres, amigos pero sobre todo y ante todo de Ismael, su Ismael…

Con este artículo me despido hasta el viernes 26 de abril que es el siguiente a la Semana Santa.

Os deseo una Feliz y Santa Semana así como también un buen Viernes de Dolores.

Jesús Rodríguez Arias

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