jueves, 5 de diciembre de 2013

A GOLPE DE RATÓN.

Hoy quiero escribir “desde mi ventana” de casos singulares e incluso insólitos que nos acompañan todos los días. 

Esto de los ordenadores, del internet, de la era cibernética nos va cogiendo a algunos algo desfasados por falta de conocimientos o por los años que ya vamos teniendo. Algunos nos defendemos e incluso podemos presumir de tener algunas plataformas de información, como son los blogs, y escribir algo en ellas aunque hay otros que esto ya le viene demasiado tarde y lo más que hacen es defenderse haciendo  zape, zapito y zapé. 

Esto donde se ve muy bien es en los trabajos. Las empresas han apostado por destacados avances tecnológicos e informáticos y todo es un mar de red de redes que están interconectadas entre sí. 

Semejante situación para el pobre empleado que sus conocimientos no han avanzado mucho y que son felices con las arcaicas máquinas de escribir o escribiendo en un papel con su viejo bolígrafo es dramática. 

Sé de casos de amigos míos que para hacer un cambio u otro en los modelos que deban manipular, como no tienen ni idea, van preguntando al que más sabe y que llega a cansar con cuestiones que se repiten una y otra vez. Os puedo asegurar la cara de la persona entendida en estas lides cuando en un plis se da cuenta que el otro está haciéndo justo lo contrario que le ha explicado un minuto antes. 

He visto a personas cercanas que han empezado a escribir en su ordenador y que me han preguntado donde estaba el “famoso” ratón que tenían precisamente a su derecha o ese de que lo aporrea creyendo que así se va a encender el terminal. 

Con esto quiero decir que los tiempos avanzan pero los hombres no. 

Mi mujer se dice que es una negada con todo lo que tenga que ver la informática y de internet y aunque es una buena y eficaz usuaria reniega de los mismos todos los días. 

Hace algunos años un buen amigo informático y yo nos propusimos enseñarle algo de informática a otro viejo amigo que era un experto con su máquina de escribir. Famosas son sus cartas dirigidas a todas las Entidades escritas en su vieja y romática máquina en cuyas teclas vuelan sus dedos. 

Nos fuimos a la habitación que tenía preparada para tal menester.  En la mesa un viejo ordenador, regalo de uno de sus hijos, un teclado y el ratón. Su cara era todo un poema en la que el rojo, el blanco se encendían en sus mejillas y la calva le brillaba más de la cuenta. 

Se sentó como un “niño” bueno, pulsó el botón de encendido y cuando todo estaba a punto y tenía que realizar una acción con el ratón que cogió con tal firmeza que lo arrancó. Acto seguido se levantó y nos dijo: “Mi vieja máquina no es tan complicada ni le pasa estas cosas! Y ahí sigue, escribiendo sobre el desgastado y conocido teclado. 

Ahora toda la vida gira en torno a internet, todo el mundo conectado, chateando, colgando cosas en sus muros. Las llamadas de teléfonos van a menos desde que existen los WhatsApp, los móviles no sirven para lo que originariamente se crearon, llamar y recibir llamadas, sino que son ordenadores pequeñitos de avanzada tecnología. Os puedo decir que cuando tengo que llamar por teléfono me vuelvo loco, pero si quiero entrar en internet lo tengo de inmediato. 

Se reciben menos cartas e innumerables correos electrónicos y todas las gestiones se pueden hacer desde el “aparatejo” que tengo delante mía y que trae loco a más de uno. 

¡Cosas de estos tiempos! En fín, ¡Así nos va! 

Jesús Rodríguez Arias

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