No es por el tiempo que llevo con él sino por el diario uso que le doy que es visible que las teclas de mi teclado tienen bastante uso hasta el límite de ir borrándose poco a poco las letras.
Mi querido teclado no es un instrumento más sino el modo en el que puedo expresar en un folio “virtual” mis sentimientos, mis pareceres, mis opiniones, mis vivencias. Son miles de palabras al día las que salen de este viejo “compañero” de viaje.
Cón él puedo escribir que es una de las cosas que más me apasiona en la vida, siempre digo que es uno de los talentos que Dios me ha dado y que debo poner en práctica cada vez que pueda.
Pero para escribir antes hay que conocer, tener una formación en la vida y un aprendizaje hecho a base de años de observación y de aquirir conocimientos que son esenciales para tu particular día a día.
Porque me gusta escribir me apasiona leer cuanto libro caiga en mis manos. Tengo mis temas favoritos aunque para estar al tanto de todo hay que leer aunque no te guste lo que tienes entre manos. Puedo decir que dedicarme a la investigación durante horas y horas que van haciéndose años te da un caudal importante de conocimientos que, a la larga, te pueden ayudar a escribir con cierta lógica y con mayor fundamento.
Sí, mi sempiterno teclado me espera expectante todos los días para ver que es lo que voy a escribir, que cosa quiero decir o contar.
Algunas veces se le acumula el trabajo pues hay días que tengo que atender a los compromisos con los medios en los cuales colaboro como articulista de opinión. Entonces, y gracias a Dios, empieza mi mente a bullir ideas que voy escribiendo sobre la marcha y ahí está mi viejo teclado trabajando a mil por hora para terminar los artículos prometidos.
Hoy quería dedicarle un sincero homenaje a este buen amigo, eterno acompañante de una persona que le apasiona vivir la vida tal como viene y poder contarla mediante la escritura.
¡Gracias “viejo” amigo! ¡Espero que esté conmigo durante muchos años más!
Jesús Rodríguez Arias
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