jueves, 14 de noviembre de 2013

...Y LOS MALNACIDOS PUEBLAN NUESTRAS CALLES.

Hoy, especialmente, nuestra España está más segura gracias a esos jueces del Tribunal de Estrasburgo cuando derogó la doctrina Parot.

Llevamos unos días donde el dolor y la impotencia se unen y se dan la mano porque los terroristas, asesinos sin almas y escrúpulos, van saliendo de las cárceles porque según esos eminentes juristas, que sabrán mucho de leyes pero no de justicia, no es el sitio que les corresponde estar a estos soberanos hijos de puta.

Cuando me siento delante de la televisión, labor que hay que evitar por el bien de nuestra salud, veo y  escucho con estupor como peligrosos asesinos, violadores, pederastas, terroristas sanguinarios salen a la calle haciendo de esta un lugar lleno de peligro y asquerosidad.

¿De verdad se creen que los asesinos y violadores no van a cometer más delitos? ¡Dios quiera que nos equivoquemos, pero creo que reincidirán y volverán a las cárceles con nuevas condenas, nuevas muertes y nuevas víctimas según le gusta y ordenan los jueces del alto tribunal europeo que no han padecido lo que es ver morir a una hija en mano de un crápula asesino. 

D. Fernando Grande Marlaska está firmando presto y veloz todas las excarcelaciones de los asesinos terroristas. Cada rúbrica es una puñalada en el pecho a sus víctimas, a todos los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, de las Fuerzas Armadas, de los jueces y fiscales y de tantos españoles que se han dejado la vida o han visto como la dejaban sus seres más queridos.

¡Estas situación solo pasa en España! Esto no sucedería en países con democracias antiguas y que tienen verdadero respeto hacia sus conciudadanos porque estos mierdas asesinos estarían disfrutando de una larga cadena perpetua que terminarían cuando estiraran la "pata" o, simplemente, disfrutarían del calor del infierno más terrorífico pues habrían recibido las justicia del hombre. 

No estoy de acuerdo con la pena de muerte, por creencias y convicción, aunque como se está poniendo la cosa comprendo a quienes la defienden.

En fin, desde hoy tenemos en la calle a unos cuantos hijos de putas.

¡Qué Dios los perdone porque yo, sinceramente, no puedo!

Jesús Rodríguez Arias

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