viernes, 30 de noviembre de 2018

EL BARRIO DE ISMAEL.




Ismael llevaba más de media vida en ese barrio apartado de la gran urbe que lo acogía, ese barrio desestructurado, ese barrio donde ni los taxis querían entrar, ese barrio donde mantener la ley y el orden eran un delicado y necesario equilibrio diplomático pues de lo contrario se podría consumar una batalla campal donde todos saldrían muy perjudicados.

Le han ofrecido mil destinos mucho mejores que el suyo pero es que se ha acostumbrado a convivir con los que nadie quiere vivir, se ha acostumbrado a un barrio en estado de decrepitud no solo porque muchos de sus moradores se han perdido en los brazos de la delincuencia, de las adicciones, de sus propias limitaciones, para no salir del pozo sino también por el resto de la humanidad, de los habitantes de esa gran ciudad que viven en lugares mucho más céntricos, mejor iluminados, más limpios, donde tienen de todo, se creen no solo mejores sino también superiores y no se dan cuenta que muchas veces uno es como es por el simple hecho de haber nacido donde ha nacido.

Ismael llegó allí temeroso pues le decían que el destino no era para nada bueno, más bien todo lo contrario, allí se fue con su mujer con la que se había casado hacía unos meses, allí se fue dejando su casa, su pueblo, su gente, sus padres que lloraban desconsoladamente porque se iba su único hijo no por donde iba sino porque se marchaba…

Y en ese barrio decrépito hizo su familia, Agustín, Carlos y Rosa son los tres luceros que iluminan su hogar con Margarita su mujer que está más implicada en el barrio que cualquiera que allí hubiera nacido y la puedes ver echando una mano en esa ONG o en la Parroquia donde el Padre Pedro intenta hacer todos los días la multiplicación de panes y peces con las cosas de Cáritas…

Y en ese barrio decadente, desestructurado, apartado de todo y por todos conoció a Anselmo, será de su misma edad, que te juntó con malas compañías y se metió de lleno en la droga. Se metió él y metió a muchos con él. Acabó robando bolsos a las viejas del barrio o atracando a punta de navaja a los pensionistas que iban a cobrar su más que modesta pensión. No recuerda cuantos años ha estado en presidio ni cuantas cárceles han conocido sus huesos pero ahora lo ve todas las mañana tomando el sol en el manchón que muchos tienen como plaza y está famélico, sin esperanza en la mirada como viviendo sin vivir en él…

O como la Señora Angustias que tiene una frutería en el centro del barrio y que gana lo justo para pagar a los proveedores y tener algo que comer porque entre los pequeños hurtos, que ella bien conoce y sabe que no tienen ni para llevarse la mano a la boca, y que ella no le cobra a la mitad de la clientela hasta que cobran sus ayudas pues… Pero la Señora Angustias en una institución en la barrio y se podrán llevar unos tomates o algunas judías pero nunca, desde que él está allí, su frutería ha sufrido un destrozo, un robo o nada parecido.

También está Antonio, que se ha llevado toda la vida de peón de albañil y ahora camina jubilado viendo las escasas obras que el ayuntamiento hace por allí. Siempre dice que en su época se hacían mejor las cosas, más “profesional”. Siempre dice que ningún gobernante ha hecho mucho por el barrio porque prefiere que poco a poco se muera y se mueran para hacerlo todo de nuevo como si eso fuese tan fácil, como si eso fuese posible…

Así como Alexandra, hija de Marcos y Tere que de siempre han trabajado en lo que salía, que se quedó embarazada de un sinvergüenzas que venía de fuera y creyó conquistarla con sus atenciones y con la promesa de sacarla del barrio, se acostó con ella pues nunca hubo amor, bueno si por parte de Alejandra que creía que por fin había encontrado el añorado hombre de su vida y resultó que este no lo era como tampoco Eusebio el hijo de Chari la limpiadora del Centro Social que siempre estuvo muy enamorado de ella pero pensaba que era poca cosa…

La dejó embarazada, la dejó y se fue para siempre pues había conseguido su objetivo, la dejó con sus padres que se volcaron con su hija y también con Remedios, la nietecita de sus vidas, la dejó muy sola y demasiado escarmentada y desconfiada de todo y de todos aunque ahora parece que mira con otros ojos a Eusebio que ha sido el único chico que ni ha intentado nada con ella y que no la ha abandonado en los momentos duros de la vida. No sé por qué pero Ismael piensa que de ahí puede salir una bonita de relación de verdadero Amor…

O como la familia de los Cienfuegos que se han pasado la vida, y llevan alguna generación, sin hacer apenas nada y vivir de las ayudas, subvenciones, de visitar despacho y despachos para seguir viviendo de los impuestos de los demás. ¿Qué podrían trabajar? ¡Seguramente! Pero prefieren vivir de esta sociedad subvencionada donde cuentan más los votos que las personas…

Y también es el barrio de los Flores, una saga familiar que se dedica por completo a vender su mercancía de calcetines, ropa interior, camisas de buen algodón, rebecas y hasta encurtidos en todos los mercadillos de la zona a los que se desplazan con sus blancas furgonetas todos los días menos el domingo que para ellos es de sagrado descanso…

No, no es un barrio fácil, no es un lugar cómodo para vivir con comodidad, no es el mejor sitio para intentar mantener la ley y el orden pero es al que fue destinado cuando salió como joven Guardia Civil, su primer y único destino ha sido y es esa comandancia. Ahora han pasado más de veinticinco años desde que llegara, desde que se instalara con el recelo de todos, de los consejos de los viejos guardias que se iban a otros lados, de quienes le decían que no se implicara con el barrio, que cumpliera su función pero desde la frialdad de trato, sin conocer mucho a los vecinos porque más pronto que tarde se iría de allí, que eso es bueno, que es necesario…

Y allí sigue, en ese barrio decrépito y olvidado por tantos de forma interesada, sigue a pesar de haberle sido ofrecido muy buenos destinos que seguro hubiera servido para grandes logros profesionales pero no, él sigue en el barrio que lo conquistó porque no se atuvo a las recomendaciones sino que junto a Margarita, su mujer, se implicaron hasta formar parte del mismo.

Para sus hijos los jóvenes de barrio son sus amigos de toda la vida, para Margarita la gente del barrio son su gente, para él el barrio en sí es su barrio…

Llegó de agente y ahora luce los galones de sargento, tiene más de cincuenta y tres años y poco a poco se va sintiendo más mayor que no viejo porque eso en verdad es un estado mental más que otra cosa…

Ismael pasó de ser “el civil”, el “picoleto”, la “pasma” a ser simplemente Ismael porque ejercía la autoridad de una manera distinta, manteniendo muy bien los equilibrios, sabiendo que si tenía que perseguir a un delincuente lo hacía pero cuando lo tenía delante, como lo conocía bien, también le hacía ver el por qué de esa situación. Ismael era de los que visitaba en la cárcel a muchos que él mismo detuvo como es el caso de Anselmo que ahora vive pero muere todos los días porque le han sacado un cáncer no sé dónde o como Paula o Ryan, que es un chico latino que vino al barrio a vivir y se encontró en medio de la delincuencia pero que al final resultó no ser tan malo…

Ismael le gusta darse una vuelta por el barrio y lo hace caminando, con su verde uniforme, con sus galones de sargento, con su pistola al cinto. Todos saben quién es y qué es, todos lo respetan, algunos le temen porque hacen sus fechorías, pero todos lo admiran y quieren de verdad, porque es un hombre bueno, un gran padre de familia, un marido entregado, un vecino dedicado al barrio y también el entrenador del equipo donde juegan los jóvenes y que están federados y todo…

Porque Ismael es la viva imagen de la Guardia Civil porque lo lleva en la sangre, porque así le late el corazón.

Jesús Rodríguez Arias

2 comentarios:

  1. Me encantan tus relatos Jesús, estan llenos de humanidad y respeto hacia los demas, me hacen recordar mi niñez los veranos en un pueblo pequeñito q habia cuartel y se les queria e integraba en el pueblo. Un anrazo muy fuerte y sigue escribiendo estos relatos tan maravillosos

    ResponderEliminar
  2. Un relato que rebosa humanidad que te sumerge en la propia vida de los que dan vida al contexto en el que moran...¡Qué bueno eres, Jesús! Eres el Apóstol que quiere Jesucristo, no lo olvides nunca.Ahí en tu Villaluenga del alma, eres el eco del propio Jesús de Nazareth. No te canses de escribir nunca. Hablales de Jesús.Enséñanos a encontrar a Jesús.
    Un gran abrazo, en compañía de Hetepheres, a la que también felicito por tus logros evangelizadores.MªJosé Bermúdez.

















    ResponderEliminar