viernes, 2 de noviembre de 2018

AZUL DE CORAZÓN.




Hoy me vais a permitir que no escriba uno de esos relatos en los que cuento una historia que siempre tiene como hilo conductor a la Guardia Civil, a la Policía Nacional, Local, Fuerzas Armadas o las distintas instituciones y personas que dan su vida por proteger las nuestras. Hoy quiero escribir unas letras a modo de carta, como si de una vía epistolar se tratara.

Hoy quiero abrir mi ventana y hablar de esas personas que sirven o han servido en el Cuerpo Nacional de Policía, en el que prestó servicio mi padre hasta la hora de morir, y al que estoy ligado gracias a la Asociación de Mérito “Santos Ángeles Custodios” que preside mi buen amigo Diego Guillamón que es un patriota de los que no se esconden, de los que dan la cara aunque más de un cobarde seguro que se la querría partir cosa que no les aconsejo pues les podría salir el tiro por la culata…

Hetepheres, mi mujer, bien lo sabe que cuando paso cerca de una Comisaría, de un coche patrulla o distingo a miembros de este honorable Cuerpo no solo me emociono sino que me relajo pues me encuentro con “mi” gente y ese sentimiento me lo inculcó mi padre el poco tiempo que lo conocí antes que muriera él demasiado joven y yo me quedara huérfano demasiado niño. No obstante mi madre María del Carmen bien me inculcó ese cariño, ese respeto, esa profunda admiración, al Cuerpo Nacional de Policía.

Hoy, mientras escribo, cierro los ojos para poder ver mejor. Hoy, me acuerdo de mi buen querido amigo y hermano Manel González López que es un español que devociona su Patria, catalán de origen y desde hace ya años ha echado raíces en Soria donde es querido y admirado. Él ha ejercido hasta hace relativamente poco en el cargo y en el puesto que tenía encomendado en el Cuerpo Nacional de Policía del que es defensor a ultranza porque ese uniforme azul ha sido capa de su propia piel. Ahora justamente retirado disfruta de la vida y de la Familia.

Manel es un hombre cercano, cariñoso, hogareño, que le gusta vivir las tradiciones de cada lugar, convivir con su gente siendo su mujer, Susi, su verdadero pilar en esta vida donde se apoya siempre que le han azotado vientos inciertos. Sus nietos son su vida y les están dando no solo el cariño sino unos valores para vivir la vida desde la virtud.

Manel es un buen Policía que es además un verdadero erudito en órdenes militares de las cuales es miembro en muchas además de academias y otras instituciones de relevancia. Manel a su vez es un preclaro servidor de la Iglesia y de ahí que tenga en su poder la medalla Ecclesia et Pontifice que otorga Su Santidad el Papa a esas personas que se caracterizan por su labor de defensa a la Madre Iglesia así como al Romano Pontífice. Sí, debo confesar que cuando cierro los ojos y pienso en la Policía enseguida veo a mi querido amigo Manel…

Pero también veo y me acuerdo de mi querido hermano y amigo Manuel Cortés que es un buen Policía dedicado a servir a España por medio de un precioso servicio como es la Unidad Canina porque en muchas ocasiones cuando la mano del hombre no puede llega un perro debidamente adiestrado y nos salva…

Este buen Policía que adora a los perros pues sabe mejor que nadie que en verdad son los mejores amigos del hombre, sabe que en ellos no hay engaños, sabe que la fidelidad existe con solo mirarle a sus ojos.

Manuel además en un enamorado de su mujer Carmen y de su pequeña a la cual ya ha transmitido su amor por la Gracia y Esperanza de María y de un Jesús Orante en el Huerto de los Olivos que cada tarde-noche del Martes Santo hace de La Isla de la que es oriundo, los somos, un Getsemaní eterno… Sí, también cuando cierro los ojos veo a mi querido amigo, hermano y cañaílla de pro, Manolo Cortés…

Y también veo a mi querido amigo Guille Zuaza, Policía él que lleva en el corazón horas y horas de servicio a España enfundado en azul uniforme. Guille que es un cañaílla con vocación de cañaílla, cofrade su hermanad de Humildad y Paciencia, rociero a ultranza, hombre joven, servicial, siempre afable…

Sí, sigo recordando a Policías como es el caso de Don Luis Rodríguez que hace pocas semanas se ha jubilado como Comisario en San Fernando (Cádiz) después de décadas sirviendo a España por medio del Cuerpo Nacional de Policía.

Don Luis es un hombre con una experiencia contrastada, afable, ameno, amable, muy cultos y creyente además de un amante de su Familia. Ha dejado un poso de gratitud entre todos los isleños porque además de ser un caballero, una buena persona es un inmejorable Policía.

Y cierro los ojos y veo a ese Policía que monta guardia en el aeropuerto o está patrullando en esa voluminosa estación central del tren, veo al que te atiende y con diligencia realiza esa denuncia que presentas o el que está en ese momento al frente para renovar el documento nacional de identidad….

Y aquél que está destinado en un edificio público o el que camina con chaleco antibalas en medio de populosas calles o patrullando un helicóptero o encima de un caballo o escoltando a altos cargos o a esos que han sido amenazados o los que de paisano llevan temas de tráfico de drogas, armas, tratas de mujeres o los de la siempre desagradecida Brigada Judicial o esos que investigan en los laboratorios.

Y es que el Cuerpo Nacional de Policía está compuesto por hombres y mujeres de gran valía en lo profesional, en lo académico, en lo vocacional porque son y viven según el modo de lo que es ser Policías.

Por supuesto, sería injusto con él y conmigo no nombrarlo, que cada vez que cierro los ojos me acuerdo de mi padre, de Juan José Rodríguez Román que sirvió desde muy joven en este Cuerpo que ha ido cambiando de nombre a lo largo de la historia pero que en verdad siempre ha sido lo mismo.

Los recuerdos de mi padre son difusos pues se fue cuando yo apenas tenía 6 años pero la memoria me lleva a Chiclana donde con muchos esfuerzos y sacrificios se pudo comprar un terrenito y hacer una casa donde pasábamos los fines de semana, que no tenía que trabajar, y todos los meses de julio pues era tradición que él disfrutara de ese mes sus vacaciones. Para eso se ponía de acuerdo con otro Policía ejemplar, gran amigo suyo y de la familia como fue Julio Sanles.

Mis recuerdos se disipan allá donde se pierde el tiempo cuando cada mañana de cada día, ya hiciera frío o calor, lloviera o venteara, mi padre salía de mi casa que estaba a la verita del Carmen con su abrigo o gabardina cuando las campanas daban las seis de la mañana para coger el autobús que lo llevara a la Comisaría Provincial de Cádiz donde prestaba servicio. Esa figura de un hombre fuerte, con sus negros rizos y sus gafas mientras le daba un beso de despedida a mi madre y en voz baja se decía: ¡Te quiero! ¡Nos vemos esta noche! Y así hasta que le salió una enfermedad mala en el estómago, en esos tiempos el cáncer era desconocido y los tratamientos más si cabe, por lo cual a los tres meses de diagnosticarle la letal dolencia moría plácidamente con la conciencia muy tranquila pues había sido un magnífico marido, padre y un inmejorable Policía… De eso ya hace 42 años como quién no quiere la cosa.

Hoy, he abierto mi ventana de cada viernes, para honrar a mi manera al Cuerpo Nacional de Policía, al que quiero como hijo suyo que soy, y lo he hecho para honrar la memoria de mi padre y de todos los que han sido y son parte al día de hoy. Lo he escrito señalando algunos nombres y apellidos, hay muchos, hay más, pero es que a mí me gusta recordar los lugares, las instituciones, la vida poniéndole cara...

¡Gracias por cuanto hacéis! ¡Un honor el poder serviros en la medida que puedo y sé!

Jesús Rodríguez Arias

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