jueves, 22 de noviembre de 2018

GUARDIA CIVIL DE CORAZÓN.




La polio tuvo la culpa siempre se decía cuando quitaba la vista de la mesa del despacho de secretario del ayuntamiento y se imaginaba su vida si esa dichosa enfermedad no le hubiera tocado a él…

No podía decir que no había sido feliz pues siempre creció con esta dificultad pero eso no quiso decir que no se esforzara hasta la extenuación para ir al colegio cuando nada estaba adaptado, que había aguantado sus años de bachillerato, de universidad gracias a las becas que le daban por ser un lumbreras, por sacar la plaza en el ayuntamiento no de su pueblo natal pero muy cerquita que hacía que pudiera vivir allí pues tenía un coche que le adaptó Cosme, el mecánico, y que le regaló el primo Ángel que tenía por aquél entonces mucho poderío pues tenía tierras arrendadas y siempre gozó de una larga soltería.

Él se casó con Mariela a los 25 años recién cumplidos, ella le quedaba uno para los 20, después de 6 años de novios de los de entonces. Su boda fue muy sencilla en la vieja Ermita del Cristo del Socorro con menos de 20 invitados y con Don Rogelio, el cura, uniendo sus vidas para siempre.

Tuvo 5 chiquillos que fueron y son la alegría del hogar: Mariela, Presentación, Socorro, Mario y Miguel dieron vida y color a un hogar donde había mucho amor. Y por eso tuvo que redoblar sus turnos en el ayuntamiento amén de trabajar de contable para Don Marcial, el boticario, pues necesitaba sacar algunos cuartos más que llevar a casa donde le esperaban ese hogar del que estaba tan orgulloso.

Pero aunque se puede considerar un hombre feliz, realizado, que había luchado cada palmo de su vida, que había construido un hogar junto a la incansable Mariela, su bendita mujer, aunque era una persona muy considerada y respetada por todos y de hecho hasta lo llamaban para dar charlas sobre el tema que le apasionaba, al cual le hubiera gustado dedicarse, hacer de este su vida, siempre había un momento en el día, en la semana, en el año que perdía su mirada hacia un horizonte que solo veía él mismo y pensaba que no cambiaría nada de su vida salvo la maldita polio…

Sus padres no superaron nunca que el primogénito no pudiera seguir con la herencia familiar. Su madre sufría lo indecible al ver los reproches que se hacía su marido Damián por no poder continuar con la estirpe. Menos mal que su hermano Jacinto cogió el testigo y consiguió mantener ese listón que siempre había sido bandera en su casa. Jacinto amaba lo que hacía pero es que él también lo amaba y por culpa de la maldita polio no pudo desarrollar su vocación y no hay nada peor que una vocación frustrada que te amohína hasta hundirte poco a poco en la conmiseración.

Pero de un tiempo para acá todo ha cambiado, ha empezado a rebrotar esa ilusión que tenía de joven, antes de que la polio se cebara con él, pues su hijo Miguel, el benjamín, toma posesión de su cargo en el trabajo que siempre la ha gustado. Ha pedido unos días en el Ayuntamiento porque tanto como Mariela, que irá con su marido, Presentación, que va para monja, Socorro a la cual no acompaña su novio Evaristo porque está trabajando en Alemania y Mario, que está terminando sus estudios en la capital como su querida mujer Mariela y él van al sitio que le han reservado, ciertamente de honor, para ver como su hijo hace realidad sus sueños y los sueños más profundos que alberga en su cada vez más cansado corazón.

Hoy Miguel, que pasado mañana cumple los 23, toma posesión como Teniente de la Guardia Civil, su sueño, el sueño de toda su familia, porque todos han vestido el glorioso uniforme verde de esta gloriosa y benemérita institución que fundara en su día el Duque de Ahumada. Viene a la jura su hermano Jacinto que ya ostenta el empleo de Coronel y que según le ha dicho pasa este año a la reserva…

Cuando su hijo Miguel se cuadra ante la bandera de España y la besa sosteniendo en su mano su impoluto tricornio y vistiendo ese verde uniforme de la Esperanza con sus dos estrellas que relucen más que el mismo sol no puede evitar emocionarse, no puede evitar que las lágrimas resbalen por sus mejillas, no puede dejar de pensar que si la dichosa polio no se hubiera cebado con él hoy sería Guardia Civil como lo fue su padre, lo fue su abuelo…

Mariela lo cogió del brazo y con los ojos inundados en lágrimas de emoción y admiración por su hijo y sobre todo por su marido le dio un beso mientras le decía: Tú también eres Guardia Civil pues has inculcado los valores de esta Institución en toda tu familia, que gracias a eso hoy nuestro Miguel es lo que él quería desde que no levantara un palmo del suelo. Tú, querido mío, eres un noble y generoso Guardia Civil de corazón como los son tantos que no han podido serlo y aman a la Benemérita con verdadera pasión…

Mientras escuchaba la voz de Mariela al fondo se podía percibir el himno de España…

¡¡Viva siempre la GUARDIA CIVIL Y TODOS LOS QUE LA AMAN!!

Jesús Rodríguez Arias


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