sábado, 29 de agosto de 2015

SUPLICIO: D. TRÓFIMO HA MUERTO EN VIDA.



moño negro para redes socialesEso tiene el viajar sin saber a tierras recónditas.

La ruta del cóndor pasa era peligrosa por de más. Suplicio, madre, teñía sus lágrimas y su pelo porque le embargaba un temor indecible, predecible, audible e increíble. Ella, que era muy suya, pensaba que en el mejor de los ocasos podría encontrarse con Baltasar que siempre estaba en su mente porque para ello ella era la descendiente.

Trófimo, calzón en mano, caminaba alegre haciendo retratos a pincel por cada tribu que pasaba.

El guía era experto en estas lides y se llamaba: Mpoca Ganga.

Una vez Supli fue al río negro y vio al guía bañándose como su madre lo trajo al mundo y se quedó prendada del pololo y desde entonces la “apoteosis” con Trófimo nunca fue lo mismo porque en el momento más oportuno que es cuando las alondra gorgojean se acordaba de Ganga y se decía para ella: ¡De poca, Mmmm, nada de nada!

En una de esas tribus perdidas de la mano de D. Demócrito ocurrió un hecho que cambió el devenir de la historia entre Trófimo y Supli. Era de noche aunque hacía horas que había amanecido y el sol llevaba tiempo instalado en la sabana de franela que había comprado y que tan buena es para la noche.

Trófimo hace algunos días estaba muy raro y no quería apoteosis aunque debía reconocer que ella tampoco después de ver la guía del guía.

Ese día había salido temprano de la choza y solo llevaba puesto el abrigo de piel de sillón que se había comprado gastando los cuartos y los quintos.

Ella, que es muy sensible a estas cosas, se había quedado dormida mientras pensaba en la Ganga de Ganga.

Pasó el tiempo y mientras esperaba a Trófimo tomando unas pastitas de tejado sucedió lo que no debía suceder aunque sucedió. Un gran tumulto, voces encontradas, llantos de los niños y mayores que se pisaban unos a otros los pies porque venían corriendo.

El jefe de la tribu entró solemne y vestido con sus galas: Sólo con dos aros prendidos a las corvas y que tenía un nombre muy raro: Hugo Basa.

Su padre, ya muerto en vida, Nimmmeo Nigggcago había decidido llamar a su primogénito así pues a uno de los visitantes se le había caído del bolso después de robarlo un recipiente que ponía Hugo Boss.

Hugo Basa, alto y fornido aunque desproporcionado, se puso delante de Supli que no sabía si mirar a su cara, la pintura que rodeaba su torso, los aros prendidos en las corvas o la ganga que tampoco era poca.

Sennora: Su marido ha muerto devorado por un cienpiés ahora es viuda y ya la hemos casado con Npomadas de H'ierbas que es el brujo que acaba de cumplir 8667 lunas y que la espera en su choza porque quiere mostrarle su antídoto.

Suplicio cayó en un desmayo del que despertaría una semana más tarde. El bueno de Mpoca Ganga la había comprado al brujo que no pudo aplicarle el antídoto y ahora era una mujer libre.

Resultado de imagen de dibujo tribu africana.¡Gracias Ganga! Le decía Suplicio entre llantos contenidos.

.Gno pasa nada mujer. Mañana recogemos las cosas y volvemos a la civilización. Del cuerpo de su marido no se sabe nada.

.Me siento apenada y llena de incertidumbres. ¿Qué será mi vida sin Trófimo? Y lo miró con ojos quedo.

Al día siguiente partieron de la tribu donde Hugo Basa le entregó el colgajo del rinoceronte como muestra de duelo y mientras partía la caravana hacia una nueva vida todos los despedían con sus aros sonando y la ganga en la mano. ¿Habrá escena más emocionante?

Bueno, todos no. En la choza principal estaba Nimba P'uta, hija del jefe de la tribu, recostada en el lomo de D. Trófimo que no había muerto ni nada por el estilo sino que en los días que Supli estuvo tan decaída y sin ganas de apoteosis la hija P'uta de Basa se encariñó y de apoteosis pasó a sublime.

.¡Ven Nimba vamos a por otro sublime que ya mi suplicio ha pasado! Y pensaba lo que dejaba atrás para siempre y sus ojos se llenaron en lágrimas del ataque de risa que le dio.

Y desde entonces se le ve por esos lares lleno de felicidad acompañando a su suegro Hugo mientras la vida Basa.

Dicen que tuvo más de 10 hijos y que todos fueron niños fuertes y decididos que nunca le hablaban de Baltasar.

Suplicio, “viuda” de Trófimo, llegó a su casa y lo primero que hizo es comunicarlo al club selecto “El Dormitar” así como a D. Demócrito y Osorio que lloraron de risa su pesar.

Inmediatamente enviaron a su casa el cojín donde todas las tardes dormitaba D. Trófimo mientras en el club se celebraba una sesión de necrológica que duró tres semanas. La intervención de D. Demócrito fue recordada pues debido a la emoción solo pudo hablar 8 días y medio. “D. Trófimo, el del sillón raído de la izquierda y de la baba caída, ha muerto: ¡Descanse otro en su lugar!”.

Suplicio, vestida toda de rojo luto, llamó a su hija Suplicio que en ese momento le estaba viendo el párpado a D. Severo para comunicarle el óbito de su querido padre. La noticia fue un jarro de agua fría para al alta ejecutiva y a pesar de su pesar terminó con lo que estaba haciendo mientras el jefazo le preguntaba: ¿Pasa algo Suplicio?

.¡Bah! ¡Cosas de familia!

No sé sabe como fue, pero también se enteró Iracundo Demenciano que enseguida se acercó a la fúnebre casa para visitar a Dª Suplicio a la cual tuvo que esperar pues entre pena y pena le gustaba la ganga por Mpoca que fuese.

¡Hoy la historia es tan triste que nuestro corazón parece humedales de lágrimas!

En ese justo momento llegó Suplicio a su casa y se encontró con Iracundo. Se quedaron mudos y se dijeron a pleno grito sin que se pudiera ni siquiera escuchar:

-Gnnnnsupliciosientolodetupadre,bueno,nolosientoperosientoquetumadreestésolaaunquedebeserporlatristezaquelaestoyescuchandogritarsilenciosamentemientraspronunciamasgangamasganga.¡quedolortienequeestarpasanolapobrecilla!

.¡Iracundo! ¡Qué alegría de verte! Mira ahora soy ejecutiva en una empresa internacional donde ocupo un destacado puesto como máxima directiva de “avalorios inservibles” y soy la mano que le quita la mácula a sus parpados. Ya no me considero contestataria aunque eso ess algo que no se olvida. Pobresss los pobresss del mundo, que pena y asquito me dan. ¡Y esss que soy una ejecutiva! ¿Y a ti, como te va?

Iracundo cerró los ojos y abrió el omoplato.

Gnnnyosoyadjuntocolocadoryademásdirijounprovechosonegocioquedamuchodineroquecompartoconelpobredelacasaquesoyyo.

Dejéelserviciodecarruajesypostascuandoestabaenlomásaltoytodavíacuandomeacuestoluzcoenelpijamalamedallaalméritorecogecacacondistintivomarróncaca.

PerotediréquenuncahedejadodequererteaunqueestuveapuntodecasarmeconlahijadelfarerodelamontañayhastahacepocoestuvieraenamoradodeManiqueesunamujerquenuncamedijonada.

Y Suplicio se emocionó y volvió a enamorarse de Iracundo mientras miraba sorprendida y admirada de Mpoca Ganga que bajaba la escalera mostrando que de ganga poca.

En el salón del hogar que habían puesto las cortinas color humo en señal de duelo estaba en lugar preferente el cojín donde todas las tardes dormitaba D. Trófimo en “El Dormitar”. En otro sillón sentada Suplicio madre pasando el suplicio de contar a su hija Suplicio el suplicio que tuvo que soportar su padre cuando lo mató un cienpiés en la ruta del cóndor pasa.

Mientras Iracundo sentado y respetuoso miraba el gran retrato de D. Trófimo mientras decía para sus adentros aunque se le escuchaba alto y claro:

¿Ahoraquéyparaqué?

Justo al lado Mpoca Ganga que había sido contratado por Dª Suplicio como ejecutivo de las alegrías en las tristezas se tomaba una copa pues decía que tenía poco hierro.

Resultado de imagen de cojines.¡Iracundo! Hijo, Trófimo no era mala persona es que nunca le caíste bien y todo lo que hizo para quitarte del medio lo hizo por su bien. Como muestra de que te ofrezco la mano de mi hija sin haberla pedido te regalo a perpetuidad con la única condición de que nunca podrás venderla ni sacarla de esta casa el busto de Crescencio General al cual Trófimo estuvo ligado durante toda su vida. Cerrando los ojos llenos de dolor le dijo a su hija: ¡Suplicio, cuando queráis podéis casaros Iracundo y tú! Mañana salen las invitaciones de boda pues solo tenemos tres semanas para organizarlo todo.

Iracundo y Suplicio se miraron aterrados aunque llenos de amor y le dijeron a la vez, y mira que es difícil, una frase de las que duran toda la vida: ¡Sí, madre! Y se marcharon por donde habían venido mientras Suplicio, “viuda” de Trófimo se dirigía del brazo de Ganga a sus aposentos mientras el llevaba la bandeja con dulces de pitiminí.

¡Ah! ¡Ganga, que no se me olvide invitar a Basa a la boda de mi niña!

Y mientras en la tribu perdida en la ruta del cóndor pasa Trófimo es feliz con Nimba mientras la vida basa.

Jesús Rodriguez Arias



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