viernes, 31 de julio de 2015

DESDE MI VENTANA.



Resultado de imagen de ventanas abiertasPienso que en demasiadas ocasiones pasamos por la vida sin abrir las ventanas y parece que donde nos movemos un viciado y denso aire envuelve cada movimiento.

Creo que hoy viernes, cuando parece que han bajado algo las temperaturas, es necesario hacer un sano ejercicio: ¡Abrir las ventanas!

Dejemos que el aire puro, limpio, fresco nos sane y haga respirar de nuevo como si fuese la primera vez que lo hiciéramos. Dejemos que nos inunde la claridad y los rayos luminosos del sol clareen cada oscuro rincón que nos aprisionan más de lo que cada uno necesita en realidad.

Pienso que muchas veces no abrimos la ventana por comodidad, por flojera y también por miedo ya que pensamos que lo nuestro es siempre lo mejor o por lo menos nuestro y en parte es verdad aunque con el tiempo nos acomodamos y no tenemos ilusión para acometer nuevas metas que den frescura a nuestras vidas.

Estamos terminando el mes de julio, caluroso como él solo, para muchos regreso y partida de vacaciones y allí estarán nuestros particulares ángeles de verde vigilantes para que nada que no tenga que ocurrir suceda. Ellos para los cansados y hastiados conductores que esperan largas colas para llegar bien a sus casas, bien a sus destinos vacacionales, la Guardia Civil y sus miembros significan esa ventana abierta al aire puro, sano que nos protege y nos cuida. En horas y horas de oscuridad metidos dentro del habitáculo del coche nos sentimos cansados, nos acomodamos, y los sentidos se empiezan a perder. Justamente en ese momento aparecen una pareja de Guardias Civiles en sus motos cual jinetes del asfalto y entonces nuestros sentidos se despiertan ante su presencia.

No valoramos a la Guardia Civil y su gran contribución a la seguridad y protección de todos en casi ningún momento y menos en estas épocas puramente vacacionales donde los efectivos se refuerzan no para multarnos, ni mucho menos, ni para hacernos un molesto registro, ni para medir el grado de alcoholemia que podamos tener sino para protegernos a nosotros y a todos los que circulan por las cuantiosas carreteras que pueblan cada rincón de nuestra bendita España.

A todos nos gusta salir de viaje aunque más nos debería importar el volver a casa sanos y salvos. Si todos nos hiciéramos esa promesa firme seríamos mucho más cuidadosos que es una forma de respetar nuestras propias vidas y también la de los demás. Las locuras se pagan y casi siempre son los mismos: ¡Los más inocentes!

A todos los conductores os pido que abráis vuestras ventanas, ventanillas, para que entre el aire puro y fresco que os da tranquilidad y os ofrece a la vez seguridad y que van vestidos de verde, son hombres y mujeres que entregan su vida a diario por todos y que poco se lo agradecemos.

Yo, que ahora paseo mi vista por las montañas que cobijan a mi bendito pueblo de Villaluenga del Rosario, voy abrir de par en par la mía y desde mi ventana comprobar como entra el aire puro, fresco, regenerador que envuelva la casa de mi vida y se lleve lo viciado, lo macilento que tanto daño me hace.

A ti te lo pregunto, ¿Vas hacer lo mismo?

¡Hazlo, no te arrepentirás!


Jesús Rodríguez Arias

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