sábado, 22 de marzo de 2014

CASI TODO ES APARIENCIA.

Estamos rodeados de "apariencias". Todo es aparente nada se acerca a la verdad, todo es suceptible de dobleces y torcidas intenciones, poco es tal y como aparece y menos lo que es.
 
Los hay que ponen cara de santos y se abrazan a los benditos aunque luego arremeten dando puñaladas traperas que solo hace un daño mayor que el mayor de los daños gratuitos. Ya nos lo dijo el Papa Francisco en días pasados: ¡Hipócritas!
 
Otros se pasan el día escribiendo sobre todo cuanto acontece dando palos al agua, al cielo y a la tierra, pasando por la misma como si nunca hubieran roto un plato y han destrozado la vajilla, la cristalería y todo lo que tenían a mano.
 
Vivir de apariencias en lo más mezquino y a la vez triste que nos puede pasar. Quien se doblega a esos intereses creados, a esa forma de vivir y entender la vida poco o nada se le podrá confiar en un futuro. Desperdician el presente y aniquilan el futuro intentando enterrar el pasado.
 
Son los que viven de las apariencias en todos los órdenes de la vida igual que unas señoritas hijas huérfanas de un militar de alta graduación que esperaban escuchar un concierto de una banda de música en el templete de La Alameda de San Fernando allá por los años cuarenta. Había dos sitios: Unos sentados que costaban dinero y otros de pie que no costaba nada.
 
La viuda, con mucho postín y poco botín, y las hijas se encaminaron hacia las sillas y pagaron el precio estipulado. La señora se volvió a las hijas y le dijo: Niñas, elegancia aunque seamos víctimas de la "jamancia".
 
Pues eso.
 
Jesús Rodríguez Arias

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