sábado, 3 de febrero de 2018

DE DOÑA ARDILLONA...






Mi defenestrado ex-pretendiente de mi adorable hija Ardi:

Después de consultarlo con el lecho y tras larga conversación con mi lirón que duerme entre horas he decidido ponerme en contacto contigo porque eres más pesado que una lapa.

Mi hija Ardi me ha dicho en incontables ocasiones que eras de su agrado pues siempre tenías palabras amables mientras ella comía su bellota. He sido yo la que no he visto con buenos ojos esta pretendida relación pues no lo considero digno de mi vástaga.

Solo una cosa haría cambiar mi decisión de que mi hija Ardi parta viaje hacia ningún sitio y puedan volver a sus menesteres: Que consiga una cita para mí con un ser me parece conocí ya hace algunos años, cuando yo era ardilla mocita y mocetona, allá por el Canadá.

Había allí un guapo Policía Montada con su gorro de fieltro y sus abombados pantalones de lana. Era chiquito de cuerpo, mejor para mí que tampoco se puede decir que sea alta. Tenía un ricillos que le salían del pescuezo sobre la inmaculada camisa, era gracioso, simpático y cantaba como un ruiseñor aunque con voz más cascada.

Cada vez que me veía quería que yo también me alimentara con la bellota pero yo era muy retraída para estas clases de relaciones y mira en lo que me he convertido en ardillona puerca que lironea por aquí y por allá.

Este policía que es garbo y alegría me enamoró tanto que hasta los pelos se me caían.

Cuando mi hija Ardi, que es candorosa e inocentona como nadie, me dijo que tenía un pretendiente, un ser humano con corazón peludo, me acordé de mi mocedad y pensé: ¿Será el mismo?

Ví, enseguida que no pues mi policía montado del Canadá era ingenioso, gracioso y juerguista y en cambio tú eres más cursi y relamido que el encaje de un visillo. Sentí pena en mi flácida piel al ver que mi hija no iba a tener suerte pues entre un cursi y un gracioso me quedo con lo segundo.

Pero tienes una oportunidad para que dé mi consentimiento y puedas ver a mi hija en vuestro banco de siempre mientras tu la miras diciéndoles esas tonterías tan ñonas y ella come a gusto su bellota.

Tienes que hacer que ese Policía de pelo anillado, de gorro de fieltro y botas altas me mande una fotito dedicada: A mi Ardillona, ese amor que dejé en Canadá y que ni me despedí cuando me hube de marchar. Tuyo siempre…

Dirás qué quién es ese “pincel”, te preguntarás si lo conoces, que relación te afecta a ti. Pues sí, hijo, lo conoces y muy bien, hasta los pelos se me caen dejándome más calvas de las que atesora mi espalda.

Ese churumbel, ese guayabo, ese adonis de pelo anillado es el que dice llamarse tu suegro, el que dice que tenemos más piojos que una mata habas, que mi hija no es mocita, el que de mi no dice nada y eso me tiene estrozaita.

Dile que lo quiero como aquél día en Canadá cuando con su gorro de fieltro, sus abombados pantalones, su chaquetilla roja y con sus rizos de tirabuzones, lo vi llegar y calentó a esta ardilla hasta derretirse sin más.

Sé que estos hombres de verdad tienen amores por cada puerto, cada puesto y montaña, y aquí está ardillona de él sigue enamorada hasta las trancas.

Dile que me mande una fotilla suya con amable dedicatoria y permitiré a mi hija que pasee contigo pero si no lo hace la mando a Soria donde me han dicho que un tal Manel pasea por el parque y de vez en cuando se entretiene y nos dedica algún versillo pero más auténtico, más castizo…

En tus manos  está, ya verás lo que haces….

Ardillona.

Nota: Me siento tan desolado después de leer esta misiva que me siento en un banco por no hacerlo en la silla…

¡¡Pobre de mí, que mal lo tengo!!

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