viernes, 2 de septiembre de 2016

"EGOS DE SOCIEDAD": IMPOLUTA DE NOTORIA MORAL.




Doña Impoluta de Notoria Moral fue viuda se puede decir que antes de casarse aunque eso sería simplemente una cruel exageración.

Ella fue educada de forma muy estricta por Don Severo de Notoria Moral y Doña Urraca de Faldastobilleras.

Hermana de ella misma pues según les dijeron sus padres era hija única del único momento que utilizaron el tálamo después de desposarse ya que consideran el mismo y lo mismo una auténtica perversión. Don Severo era muy severo con él mismo y Doñá Urraca una ídem con todos.

Cuando llevaban a Doña Impoluta a la costa para que tomara la sal de frutas siempre lo hacían en tiempos de invierno pues en verano no se puede ya que la niña podría escandalizarse al ver tantos pies desnudos paseando por la orilla.

¡Una orilla honrada no puede bañar la desnudez! Decía Don Severo con gran aplomo mientras se tomaba su tapita de cartón piedra.

En esas estrictas normas fue desarrollándose la pobre Impoluta. Un gran problema se ocasionó en la casa paterna cuando nuestra niña se hizo mujer en todos los sentidos. Desmayo con vahído al vapor para Don Severo mientras Doña Urraca graznaba y graznaba sin parar.

Menos mal que estaba Felipa, la sastra, que se ocupó de que a la hija de tan dignos padres no tuviera problemas. Le hizo un vestidito color pardo muy holgado hasta las comisuras de los sabañones que bien desimularía lo propio de la edad.

Así creció Impoluta y decreció en testuz e inteligencia. Se crió más sola que la una que era la hija del farero del acantilado de enfrente.

Cuando ya tenía sus años conoció a Don Timorato Enjuto de Cara-Jote mientras iba a clase de soplidos.

Ella alta y esbelta como ella sola arrastraba una cola de mesura que es la tela que compraba la urraca de su madre en el dispensario municipal. Él algo híbrido, sin tesón y menos condición.

Hija, le decía Doña Urraca, el hombre que te conviene es ese melifluo que se hace llamar como lo que es: ¡¡Timorato!!  Mientras Don Severo sesteaba por no llevar la contraria a la misma contraria.

Un día en la puerta donde coincidían todos los días, menos los del resto de la semana, ella le dijo abriendo y cerrando los orificios nasales: ¡¡Hoy he soplado más de quinientas veces y me duele hasta el talón de Aquiles!!

Timorato se emocionó y con leve temblor en las cervicales del mentón le dijo con voz apagada: ¡¡U más!!

Impoluta se sintió algo acalorada por los efluvios del momento y con sonrojo en los párpados demudó cualquier contestación pues podría provocar el arrebato de Timorato.

Don Severo que era muy estricto le envío embajada a Timorato para que se vieran en el velador de siempre pues quería conocer quién era el advenedizo que cortejaba a su impoluta princesa.

El pobre Timorato no entendía nada pues era cortito de reflejos  aunque aceptó el verse con ese señor que imponía respeto por la severidad que le acompañaba. Se vistió con su único traje: El negro con camisa blanca y corbata a juego.

Llegó lleno de temblores pues padecía la enfermedad del tío-abuelo que nunca se supo bien a las claras que padecía.

Se saludaron ceremoniosamente con inclinación de cerviz y se sentaron uno delante del otro con cara de circunstancias. Don Severo tomó su acostumbrado aperitivo a base de alas de mosquito persa que le traían directamente de los barrancos del Peloponeso. Timorato tomó licor de agua salada que traían directamente de la cañería del reservado de caballeros.

Timorato, en un alarde sin precedente en su vida, le dijo: ¡Usted dirá!

A lo que Don Severo le contestó con la vehemencia propia de los estrictos: ¡No, usted! Y ahí acabó la conversación.

Esa misma tarde le fue concedida la mano con guante de pelo de Impoluta y nombrado pretendido pretendiente. Timorato se sintió como el nombre que lo acompaña desde que naciera.

Don Severo convocó consejo familiar donde participaron su augusta y desconocida esposa Doña Urraca, Felipa, Celso Excelso, presidente de “Gañán y derivados”, y la bisabuela de Frasco de Cera, Doñá Rancia.

Os presento al que se va a convertir en el casto esposo de Impoluta: Don Timorato Enjuto, omitió el segundo apellido pues sonaba arcaico.

La boda será la próxima semana en  “Los contritos” y posterior almuerzo pagado por la Familia de Timorato en el famoso restorán “Los capados y puros”.

Por parte de nuestra Familia irán asistirán a la misma: 586 invitados y por la de él solamente el novio.

Un silencioso aplauso y leve inclinación rectal fue el unánime gesto de aprobación.

En la fecha convenida los novios estaban uno junto a otro delante del celebrante: Timorato con el uniforme de chofer de la Escoba con medalla color letrina e Impoluta con largo y forrado vestido blanco puro con tupido velo de 126 centímetros de grosor.

La emoción embargó a todos cuando el coro cantó:

Pura eres,
Pura seguirás siendo,
porque el que apura a la pura,
la pureza se va perdiendo.

Una vez terminado la ceremonia y posterior celebración con lo mejor que había en la cesta se dirigieron al tálamo nupcial que estaba justo al lado de la habitación de Don Severo y Doña Urraca.

Esta última los esperaba en la puerta con lágrimas en la rabadilla.

Hija mía, puras eres y puras seguirás siendo le dijo con efusión mientras miraba con asco a Timorato.

¡¡Hoy duermo contigo Impoluta!! Todos los hombres sois unos bribones y sé que la quieres porque te has enamorado de la tela que cubre sus entretelas. ¡¡Mal marido!! ¡¡Porcachón!!

Esto lo decía porque su niña en vez de ir vestida parecía un cojín o dos.

Timorato demudó la piel en ese momento y le dijo con firmeza, sin aspavientos innecesarios: ¿Dónde queda el hotel más lejano?

Y se fue sin mirar atrás,
nada se había perdido,
él no se quería casar,
no necesitaba ser marido.

Timorato hasta el hastío,
me casé con pureza y castidad,
tengo el corazón partío,
entre La Pureza y Castidad,
que son los amores míos.

E Impoluta enviudó pronto porque así es como sus queridos y recatados padres anunciaron el abandono de Timorato.

No llegó a la noche de bodas que es contraria a la moralidad, se tiró de una alfombra y hasta se llegó a matar.

Impoluta quedo viuda,
Timorato se perdió,
para siempre pura,
de intención y condición.

El Funeral que se celebró en la casa paterna fue seguida por toda la Ciudad y salió con gesto fúnebre en EGOS DE SOCIEDAD.

Jesús Rodríguez Arias 



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