sábado, 21 de abril de 2018

MANOLO: AYER PROGRE, HOY SORAYO Y TAMBIÉN ROPASUELTA...




Manolo siempre fue un niño simpático, extrovertido, locuaz y algo gamberrete. Cada vez que había una trifulca en la pandilla era el primero que daba y el que casi nunca recibía. Se las sabía todas el jodío, decía su madre a la vecina del primero izquierda.

El padre de Manolo, Manolete porque era un gran seguidor de la eterna figura del toreo, nunca se había distinguido por tener ideas políticas pues se dedicaba a trabajar para sacar a su familia hacia adelante, su tertulia taurina, y su bono en las Ventas donde su opinión era especialmente respetada.

Siempre lo podías ver con su paquete de “Fetén” leyendo el Marca en el Bar Eustaquio mientras decía que mucho Real Madrid pero nadie hace referencia a aquella faena antológica de Antonio Bienvenida que con una sola verónica puso la plaza boca arriba.

Eusebia era la madre de Manolo y era esa clase de mujer escamondá, con su delantal blanco impoluto que siempre la veías barrer o trajinar en la cocina donde siempre salía un olor delicioso.

Manolo estudió en el colegio público y lo hizo a trancas y barrancas, después pasó al bachillerato que no terminó pues empezó a trabajar en el Taller de Eufrasio como aprendiz hasta que con los años y los conocimientos pasó a ser mecánico.

Manolo, el mecánico, así le llamaban en todo el barrio de Lavapiés donde era conocido por su locuacidad, su simpatía y su profesionalidad. Al poco el bueno de Eufrasio se jubiló para irse a Benidorm, que era su eterno sueño, con su Puri. Y nuestro Manolo compró el negocio aunque no le cambió de nombre porque el Taller de Eufrasio era fiable calidad.

Manolo muy de toros no era pero le gustaba, menos que a su padre Manolote, él era más de fútbol, más del Atlético de Madrid. Como empresario y trabajador nunca se afilió a ningún sindicato a los que consideraban una partida de flojos que excusan la excusa para no dar ni golpe.

Recuerda que un día Carlete, delegado del “sendicato”, le vino a ver para pedir un considerable aumento para él y nada para la plantilla. Lo echó de una patada mientras subía los honorarios de sus trabajadores y Carlete era “liberado” de venir más al taller.

Pero un día que estaba hablando con Sixto, su amigo de siempre y el que se llevaba todos los cates, fue convencido para entrar en política, en el partido de izquierdas reunidas jamás serán vencidas y lo propusieron para encabezar lista en las municipales de la Capital obteniendo los suficientes votos para conseguir dos ediles claves suficientes para hacer un gran pacto de izquierda que tenían como fin el defender los intereses del proletariado, es decir, de ellos mismos.

Manolo, muy a disgusto de sus padres Manolete y Eufrasia, accedió a una Tenencia de Alcaldía y lo primero que hizo, con el consenso pertinente, fue una campaña contra el tabaco negro, el rubio era más “in”, y contra la tauromaquia bajando mucho la subvención municipal para dársela a los defensores de los marsupiales amazónicos cuya organización llevaba Miguel, Maikel le llamaban todos, que era compañero del partido.

Manolete, en calidad de presidente de la Tertulia Taurina “Vuelta al ruedo”, le pidió una audiencia a su propio hijo pero en calidad de Teniente de Alcalde para que les explicara las razones de esa sin razón. No fue recibido con la excusa de que podían creer que por ser su padre podrían pensar que tenían trato de favor.

Manolete rompió relación con el menesteroso de su hijo que cada día vestía mejor y gustaba gastar mucho dinero, público por supuesto, en locales de mucho nivel donde podía desahogarse después de tanto estrés.

El Taller Mecánico fue cerrado y con él se puso en la calle a los 7 empleados sin percibir indemnización alguna, nunca los había asegurado, con las correspondientes protestas en la puerta de su delegación municipal.

Manolo le decía a Sixto mientras se calaba un buen habano: “A los que trabajamos por el proletariado no nos comprenden”…

Manolo con el paso del tiempo pasó de este partido de izquierdas entre izquierdas a la moderada socialdemocracia. Nunca dejó ya de vivir de lo público que él hacía privado en menos de un santiamén. De concejal pasó a parlamentario y después senador hasta que por las cuitas políticas tuvo que dejar partido, cartera, escaño que no sueldo pues antes ya se las había arreglado para entrar como consejero vitalicio en una importante compañía telefónica.

Manolo no pudo despedirse de su padre Manolete pues cuando murió estaba en el Caribe haciendo de las suyas, es decir, trabajando para que los clientes no pagaran más después del anuncio de subida en los recibos de más del 200%. Margol se llamaba quién le hacía los favores para que el estrés no le tuviera tan encendido.

“Amol, si  tu papacito ha muelto deberías ir”, le dijo Margol mientras le tocaba el orondo ombliguito a modo de consolar sus penar.

No, cariño, mi padre no era hombre progresista sino un racista que le gustaba los toros. Qué los astros le sean beneficiosos…

Eufrasia, su madre, después del desplante se fue a vivir a su pueblo y no quiso ver más a ese engendro que decía el libro de familia, y la cicatriz que tenía en el abdomen, era su hijo.

Un día se encontró con Sixto, su antiguo camarada en tantas cosas, en un resort de gran lujo y dándose un abrazo se dijeron a la vez: ¡Menos mal que los proletarios también podemos gozar de estas cosas!

“Oye Manolo, me gustaría que te incorporaras a un nuevo proyecto político en el cual estoy imbuido.” “Nosotros que somos de la izquierda de verdad, de la de toda la vida, tenemos que revisar nuestros planteamientos”. “Si quieres te concierto una cita con Soraya y en menos de un mes están en el staff del partido”.

“Sixto, esto es una constelación de astros que se unen para mí”. “Estoy a tu entera disposición y a la del Partido Popular por supuesto...”

A los seis meses ya se consideraba un “sorayo” de toda la vida  y estaba como asesor de máxima confianza de la presidencia del gobierno. Tenía un sueldo más holgado que la de consejero telefónico y su protagonismo en alza para presentarse como firme candidato en la autonómicas.

Soraya junto con Sixto se reunieron con nuestro Manolo y le dijeron que con este currículo no se podía ir a ningún lado. Llama a … y verás como dentro de una semana eres lo que en verdad eres.

Manuel De López y Pérez, natural de Madrid. Estudió en Colegio San Patricio obteniendo las más altas calificaciones académicas después lo haría en la Complutense donde se Licenció en Económicas doctorándose cum laude  con la tesis: “La Economía en el Sistema Penibético y su repercusión en el dólar”.

Máster en Algebra aplicada en los Países del Norte, Máster en aplicación de la Economía en las políticas medioambientales europeas y Máster en aplicación de las subvenciones y su gestión desde la Política financiera en Canadá.

Tiene pareja, Margol de Abunllá y dos hijos que viven con la madre en una sencilla residencia de 5000 metros cuadrados en Aravaca.

Con este perfil se presentó a las elecciones como número dos de la lista y experto en asuntos económicos consiguiendo la lista una mayoría significativa de votos. Nombrado Vicepresidente y consejero en Economía tenía un gran despacho y contrató a 50 asesores de nada expertos todos ellos en economía.

Un día se encontró en la sede del partido a Damián, otro de los amigos de la pandilla, que era afiliado y trabajaba en su empresa de aerosoles todo el santo día.

“¡Qué alegría verte Manolo!”

“¿Perdón, quién eres?” ¿Damián? ¡Qué alegría cojones!

Empezaron a charlar de sus vidas y como Damián llevaba más de 30 años militando y nunca había ostentado cargo ni nada de nada. “Es que yo, Manolo, no tengo más que Empresariales” le dijo.

“Si yo te contara querido compañero de fatigas populares...”, le dijo el bueno del jerarca “sorayo”.

“ Manolo, ¿te puedo hacer una preguntita de algo que no me cuadra?”

“¿Sobre mi “normal” evolución de la izquierda moderada a la socialdemocracia conservadora que es nuestro partido?”.

“No, yo me preguntaba cuanto tiempo te ha costado tener ese impresionante currículo pues que yo me acuerde no acabaste ni el bachillerato...”

“Damián, Damián, que listo eres...” “Esto es cosa de Sixto que después de hablar con Soraya me dijo que sobre ese tema me podría asesorar Cristina y mira… Vicepresidente económico de nuestra comunidad...”

Damián cuando su “amigo” se marchó hablando por el móvil de última generación sufragado por los impuestos de todos se entristeció y mucho porque este no era el partido que se afiliara cuando era demasiado joven y se dijo a sí mismo: “¡Es verdad, ropasueltas en todos los sitios, hasta aquí!

Al poco tiempo una noticia saltó a la prensa y nuestro Manolo se desdijo de sus másteres, fue cesado como vicepresidente y ahora lee todos los día la prensa en su escaño mientras piensa que Margol y los niños está de viaje y tiene toda la semana para sus “correrías”…

¡Cuántos ropasueltas, Mariano,  cuántos ropasueltas!

Jesús Rodríguez Arias


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