viernes, 13 de abril de 2018

HOY, RAMÓN...



Hoy, Ramón está sentado en su mesa pues después de más de 35 años de servicio ni las fuerzas son las mismas, ni los mismos reflejos…


Ingresó siendo un chaval y supuso una enorme sorpresa para sus padres que habían sido de siempre labradores. Él fuerte, corpulento, moreno de pelo y piel aunque esto segundo se lo debe mucho al sol que ha ido bronceando su cara durante años y años.


Ramón vio que le gustaba esta profesión cuando estuvo hablando un día con Eustaquio el cual le contó que no era una vida de comodidades sino de sacrificios, alegrías muchas, decepciones, tristezas también…


Ramón sintió que una fila le pinchaba el alma cada vez que este viejo amigo, por edad si que lo era, le contaba sus “batallitas”, recordaba como prefirió quedarse “estancado” y no seguir ascendiendo cuando conoció a María Luisa de la que se enamoró perdidamente y con la que tuvo 5 chiquillos que ya son hombres y mujeres siendo precisamente el mayor y el benjamín de la familia los que han decidido seguir con esta tradición familiar. Su mayor, Paco se llamaba, ya lo había superado en graduación y cada vez que lo veía se ponía firme y le saludaba marcialmente. Su hijo correspondía al saludo y enseguida le daba un emocionado abrazo. Ojos impregnados en lágrimas de un hijo reverenciando a su padre.


Y Ramón sigue recordando cuando se los dejo a sus padres que al principio no le entendieron pero luego lo apoyaron sin fisuras.


Ingresó siendo demasiado joven y pronto se hizo viejo porque vio con sus ojos desde la bondad hasta la maldad más penetrante de muchos, de lo da de si en realidad el ser humano cuando baja a los bajos instintos.


Su primer destino por supuesto fue un pueblo donde aprendió el oficio y se pateó caminos, senderos, en medio del sol que quema, del frío que aletarga, de la lluvia que moja hasta los sentimientos… En estos años se rió mucho y lloró también, hubo de cumplir órdenes con personas le tenía afecto pero que habían descuidado su conducta o por necesidad habían hecho suyo lo que era de otro. En estos años también cogió una pulmonía que casi lo lleva al cementerio pero que gracias a Don Melquiades, el médico, lo curó sin quedarle secuela y ahora eso forma parte también de los recuerdos.


Su siguiente destino Tráfico donde estuvo muchos años en diversas partes de España, también escoltando y manteniendo seguridad de edificios, fue escolta de autoridades y llevó a cabo servicios contra el terrorismo que hizo que muchos asesinos duerman al día de hoy en las cárceles, viera a muchos compañeros morir destrozados, sintiera al día de hoy el calorcillo del cuerpo de esa pequeña que había muerto en esa explosión…


Sí, muchos asesinos murieron víctimas de sus tropelías, otros ven la vida tras los barrotes y ahí seguirían si no fuesen por los políticos que todo lo ensucian, todo lo negocian si es por su interés particular. Un día fue a uno de esos pueblos y se encontró con uno de esos asesinos que aterrorizaban a España entera caminar tranquilamente. Lo hacía en la cárcel pero estaba frente a él. Se reconocieron aunque los años no pasan en balde. Ramón lo miró a los ojos profundamente con desgarrado dolor y el asesino cuando pasó por su lado le escupió mientras le decía “txakurra de mierda”.


Sintió rabia y dolor, mucho dolor, pero se quedó mirándolo para que nunca se olvidara que en España hasta un sanguinario asesino puede salir de la cárcel simplemente porque al gobierno que corresponda le interese y punto…


Se casó con Ramona y tuvo tres hijos, todos varones, todos buenos chicos. Javier, el mediano, es el único que ha decidido seguir los pasos del padre. Los demás han decidido dedicarse a lo que han elegido ser en sus vidas: Farmaceutico o boticario como le gusta le llamen y enfermero teniendo este último una pequeña consulta abajo de su casa donde pone inyecciones, toma la tensión….


Hoy, cuando le queda ya poco para pasar a la reserva, está sentado en su desgastada mesa donde lleva la Brigada Judicial. Tiene a muchos buenos subordinados, todos compañeros, a su cargo y en él ven a ese tipo de institución de los Guardias Civiles de to da la vida.


Ramón no quiere pensar en la hora del retiro pero ya su mujer le prepara su azada, sus útiles porque siempre ha sido el hijo de Juan y Pepa que de siempre se han dedicado a labrar la tierra…


Jesús Rodríguez Arias

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