viernes, 3 de marzo de 2017

PORQUE JUAN ES POLICÍA...




Hacías más de 30 años que estaba en el Cuerpo en el que había crecido, madurado, envejecido...

Si, en estos años y vestido con el azul uniforme de Policía se había casado con su novia de toda la vida, había tenido a los tres chiquillos que ya eran hombres y una gran mujer como lo había sido la suya hasta que lo dejó para hacer más bonito el mismo cielo.

Juan se quedó viudo al poco de tener a su hija Encarnación. Su mujer venía arrastrando hace años una dura enfermedad que hizo que se marchara cuando él todavía era demasiado joven aunque se sintiera más que viejo.

Sus tres chiquillos fueron criados gracias a su hermana Eloísa que se fue a vivir con ellos pues como bien decía unos niños no podían crecer sin la mano de una mujer y con un padre dedicado a lo que se dedicaba.

Y es que el Cuerpo para Juan lo había sido todo.

Estuvo pateando las calles muchos años, después en la Brigada Judicial muchos más hasta que por los años fue destinado al que consideraba su último servicio: El de Denuncias.

Estaba al frente de ese departamento hace ya algunos años y todos los días se sentaba en su mesa junto al lado de sus compañeros, algunos mayores pero sobresalían los jóvenes, para atender a un número considerable de personas que venían a desahogar sus miedos delante de un buen Policía pues habían sido víctimas de un delito.

No sé por qué sería pero cuando venía alguien mayor o ciertamente desesperado siempre pedían que los atendiese él. Será porque su cabeza está poblada de blancas canas, sus arrugas dibujan su rostro, su mirada es más comprensiva con las personas a fuerza de tratarlas, de ponerse en “su pellejo”, en conocer muy bien a la especie humana que es capaz de lo mejor y también de lo peor en menos que canta un gallo...

Será porque su vida ha sido sacrificada desde siempre, por haberse quedado huérfano demasiado joven y viudo demasiado pronto...

Será porque sus hijos todos los días les sorprenden para bien pues han salido con la alegría de la madre y ese sentido natural suyo de asumir las responsabilidades...

Será porque su hermana Eloísa después de tantos años en soltería ahora ha encontrado al amor de su vida gracias a un viaje de esos del Imserso.

Será porque su corazón late azul del Cuerpo Nacional de Policía donde ha conseguido llegar todo lo alto que ha podido, ha aprendido tanto, tiene tanta gente buena a su alrededor desde los más jóvenes y recién incorporados de los que aprende su ilusión, su fuerza, su desparpajo así como de los más mayores de los que valora su sabiduría, su prudencia, su sonrisa paciente en los peores momentos. ¡Y mira que ha vivido unos cuantos!

Porque Juan también ha sido de los que ha tenido su uniforme del rojo sangre cuando sufrió hace mucho un atentado junto a unos compañeros aunque sobrevivió por los pelos,  le ha tocado llevar a sus hombros más de un ataúd con la bandera rojigualda y ver el pesar de personas muy queridas por la muerte de ese compañero, ese hermano, que ha dado la vida por España en ejercicio de su cargo, ha comprobado la miseria con los que muchos políticos tratan a la Policía y también otros gobernantes que se han implicado al máximo.

Ha sido testigo de atrocidades y también de heroicidades. Ha visto la desesperación de la miseria, de la enfermedad, de los vicios, de la maldad...

Hoy lo puedes ver en su mesa de siempre atendiendo a esa anciana que acaban de robarle el bolso. Ella, acompañada por su hijo ya cincuentón, llora desesperada con miedo mientras él que va tramitando la denuncia la calma con su voz pausada, son sonrisa paciente, sus ojos llenos de cariño y comprensión, su gesto de preocupación por una sociedad tan perdida que es capaz de hacer daño a los seres más indefensos. ¡En eso no hemos avanzado para bien en tantos años!

Mira el calendario porque dentro de tres meses lo retiran, él se quedaría hasta que no le quedarán fuerzas, pero la edad es la edad y también habrá que estar más tiempo en casa pues Eloísa se casa a sus sesenta y ocho años con Marcelo de setenta y dos en la ermita del viejo pueblo.

Él se quedará en casa con Pedro, su segundo hijo, pues Juan y Encarnación se fueron hace tiempo para estudiar e hicieron sus vidas en otros lares. Su hija se casó hace dos años y ya le ha dado a un nieto guapo y hermoso al que le ha prometido llevarlo al cole cuando crezca un poco más.

Pedro se está preparando unas oposiciones después de estudiar Derecho. Le hubiera encantado que entrara en la Policía aunque el “niño” prefiere ejercer de Fiscal y ahí está preparándose para serlo.

¡Juan, que ya es la hora! Se da cuenta de que su turno ha terminado hace algún tiempo.

Una cerveza en el bar de Anselmo con sus compañeros y amigos de toda la vida y volver a casa donde ese día tiene unos macarrones que le ha dejado Eloísa porque Pedro llegará casi de noche  un día más en la biblioteca.

Juan cuando entra en casa mira el retrato de su mujer y con los ojos emocionados le dice lo de todos los días: ¡Qué te quiero vida mía!

Porque Juan es Policía…


Jesús Rodríguez Arias

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