sábado, 14 de enero de 2017

LOS ROPASUELTAS: HISTORIAS QUE ERIZAN EL PELLEJO






Para ilustrar este nuevo capítulo de los ropasueltas y si los acuerdos de Vistalegre nos los permiten os quiero contar un cuento que no son los mismos que habitualmente ellos nos cuentan.

Este tiene como protagonista a Pedro Sánchez que también entra dentro los laicos cánones que distingue a todo ropasuelta.

Recorría el “Niño Sánchez” esta piel de toro llamada España, aunque estos la conozcan por “este país”, en una de las campañas electorales que hemos tenido donde todo se decidía el día de las “votaciones” que a diferencia de los ropasueltas son democráticas y sobre todo con las bendiciones de la legalidad pues lo que salga de las urnas es lo que en definitiva hay.

Eso que en los países democráticos es lo normal y corriente se vuelve en una excentricidad pues los ropasueltas son muy dados a un móvil, un voto u ocultar una urna para que se vote sin censo ni control tal y como le sucediera a Sánchez en el famoso comité federal en el cual tuvo que dimitir antes de recibir una sonora patada en el culo.

Pues a lo que íbamos...

Transitaba estos caminos de esta España federal según sus ideas con su buena percha, su sonrisa “marca de la casa”, haciendo bueno el sobrenombre de “guapo” que recibió por los enardecidos admiradores, que ya ni son tantos ni tienen nada que admirar, cuando llegó a ese lugar donde desde hacía tanto tiempo se quería hacer un “encuentro”.

Se acercan a él unos jóvenes con un señor tirando a mayor y le dicen: “¡presidente, no te vayas, que te queremos presentar a una persona muy querida!”.

Él, solícito, se acercó con su sonrisa y esa mueca que se le pone en la cara cuando está hasta los cojones. Le dijo a su asistente que tuviera cerca las toallitas de limpiar culos de niños chicos por si había que limpiarse las lágrimas de emoción que le dejaran en su bien planchada chaqueta casualmente sport.

“Este es nuestro padre que desde hace ya mucho tiempo sueña con el momento de darte un abrazo compañero”.

Sonrisa a lo “pedril”.

“Él es un represaliado de la dictadura y tuvo problemas con la justicia por defender los valores que nos son propios a todos los que tenemos nuestras ideas”.

Omitieron porque carecía de interés la etapa de su augusto padre en el Frente de Juventudes o cuando ejerció de Jefe Local del Movimiento de la localidad. Prefirieron olvidar la camisa azul y chaqueta blanca que tenía en su ropero, prefirieron también que ellos mismos más de una vez cantaron el cara al sol con el brazo en alto pues ahora eran de izquierdas, de puño en alto, camisa blanca bien planchadita y muy afines a los ropasueltas que son los que comulgan con las ideas del proletariado.

Omitieron que su familia siempre había sido de las de dinero y que precisamente se hicieron ricos en la posguerra.

Lo omitieron, porque como buenos ropasueltas, ellos tienen una muy selectiva memoria histórica donde hay que recordar lo malo tuyo y olvidar lo suyo que es peor.

El señor se “entregó” llorando a Pedrito que lo abrazó mientras cientos de móviles hacían uso de sus cámaras.

El buen hombre, con voz temblorosa, le dijo: “¡No quería morirme sin abrazar al próximo presidente del gobierno de izquierdas! ¡Y se echó a llorar a moco tendido como hacen todos los ordinarios!”.

"¡Gracias por tu servicio a este país! ¡Gracias porque tu persecución ha servido para que gocemos de la libertad! ¡Gracias porque con tu ejemplo y el de tus hijos seremos capaces de superar esos tiempos remotos que dieron esta caduca Constitución que tenemos y avanzar en un estado igualitario donde todos y todas, españoles y españolas, que luchamos por la igualdad de igualdades, donde tengamos, todos y todas, derecho a decidir y sobre todo, compañero y compañera, que nos ajustemos al ideario de Pablo Iglesias! Sonoro aplauso a moco tendido!"

Nadie cayó si se refería al histórico líder o al de los ropasueltas aunque al fin y al cabo no importaba.

“Te tendré muy presente cuando prometa el cargo de presidente y te llamaré para escuchar tus propuestas y lo que tengas que decir para construir entre todos y todas el futuro de este país”.

El represaliado por la dictadura aunque había sido Jefe Local de Movimiento se abrazó llorando y con hilillo de voz le dijo al líder de los líderes: “¡Yo no quiero entrar en el gobierno!”.

Otro aplauso, será por aplaudir...

Después Pedro se acercó al coche y se quitó la chaqueta mientras le decía a su asistente, que no solo los van a tener los ropasueltas, a media voz: “Compañero, otra chaqueta para la tintorería”.

Su coche se alejó en busca de más votos mientras la fiesta continuaba con mucho movimiento de mandíbula gracias a la barra instalada y los bocatas de “chopepó” que ingerían mientras la cerveza fluía alegremente.

El anciano padre se refirió a sus hijos: ¡Gracias por este momento tan memorable pero Franco imponía más!

Al final este buen hombre, represaliado por el franquismo, se quedó tan tranquilo y nunca recibió llamada alguna de Moncloa pues con el tiempo se enteró de que ese chico con cara de bobo había dimitido a marchas forzadas porque tras perder estrepitosamente las elecciones también perdió las riendas de su partido.

Un día le preguntó a su segundo hijo que sentía predilección por Pedro Sánchez: “¿Hijo, y ahora de quienes somos?”

“Padre, del que sea, del que esté, que a nosotros desde chiquititos nos enseñaste a vivir con y del poder”.

Historias de los ropasueltas que nos emocionan y hacen verlos de otra manera a lo que con nuestras obtusas mentes estamos acostumbrados.

Advierto, para los que son tan sensibles con la opinión ajena, que cualquier parecido con la realidad es solo eso, parecido.

Jesús Rodríguez Arias



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