Papá, papá, ¿Este tampoco es Malacostraca?
No, hijo de tu madre, deja esa porquería y busca dentro del contenedor de hormigón.
Este era un sueño que se repetía con cierta periocidad, todos los años bisiestos, y que hacía que el bueno de Agapito se despertase sin apenas haber dormido más de 15 horas seguidas.
Miña Hortensia en ese momento le tocaba la testuz y seguía durmiendo aunque llevara más de cinco horas levantada haciendo ganchillo con los alambres que sujetan las vigas.
Mamá, así llamaba en la intimidad Agapito a su mujer, nadie me entiende, soy un incomprendido. ¿Por qué no me llaman para impartir mi única conferencia en la famosa Tertulia: “La sapiencia del no saber”?
D. Versos Cumplidos era el presidente de esta prestigiosa “Tertulia”. Sus socios todos eran de honor pues la mayoría habían muerto intoxicados por unas croquetas. Hacía ya mucho tiempo que nadie ingresaba en urgencias por la terrible comida que allí se daba a degustar.
Agapito quería entrar, de la forma que fuese, en tan digna institución por lo que tuvo que saldar la deuda de su padre así como del tío-abuelo Evodio fenecidos por indigestión tras consumir una cucharada de consomé caducado.
El insigne presidente atendió por fin a su llamada, y al generoso donativo de 6,000 de las de antes, y accedió por mayoría cualificada el otorgarle la condición de socio en vida.
Fue presentado por el inminente matrimonio de socios: Sres. Derroche de Amor.
Con una nutrida asistencia de socios preferentes, en vida y el honor en el recuerdo fue presentado D. Agapito De Nimio Apellido, doctorando sin estudios conocidos, por el presidente D. Versos Cumplidos que le dedicó cumplidos versos.
Después participaría con un silencio poético el secretario perpetuo el ilustre Difunto Aquiles.
Momento en el cual Agapito haría uso de la palabra, del condumio lo habría hecho antes, para hablar sobre el tema que llevaba investigando de un tiempo para acá: “Todavía me pregunto y no hallo respuesta”.
La gente se agolpaba en las salas contiguas pues a esas horas se jugaba un partido entre los equipos más pujantes: Hierba mojada cff – UD Tierra Seca.
El acto de investidura no fue largo pues duraría entre intercambio de discursos si, intercambio de discurso no la hora y media larga.
La ponencia de Agapito fue muy aplaudida por el secretario perpetuo que llevaba dos siglos algo mortecino y que ese día tampoco dijo nada reseñable.
La esposa del nuevo socio fue agasajada con un ramo de ramas mientras ella guardó sus lágrimas ante la emoción que le produjo el pisotón del cónsul Estefán Van de Vasos mientras se abrazaba al camarero que llevaba las lonchas fileteadas de lomo de caracol.
El presidente D. Versos anunció que desde ese preciso instante D. Agapito de Nimio Apellido era socio de “La Sabiduría del no saber” y que ostentaría el cargo de vocal de moscas.
Agapito se emocionó hondamente y pensó lo orgulloso que se sentiría en esos momentos su padre el cual siempre que pudo lo ridiculizó en vida diciendo: ¡Este niño tiene menos futuro que el cangrejo Malacostraca en las cataratas del desierto!
Desde ese momento la “Tertulia” estaba compuesta por 25 socios de los cuales 18 habían muerto y cuatro miembros directivos: D. Versos Cumplidos, presidente, D. Difunto Aquiles, Secretario Perpetuo hasta la eternidad, el matrimonio Derroche de Amor que se encargaban de la Intendencia y desde ya D. Agapito de Nimio Apellido como vocal de moscas.
Según el reglamento aprobado el día anterior su mandato sería de 26 años pudiendo ser elegido por otros 32.
Desde ese momento tendrá a su cargo la mosquitera del cuarto de heces, el tratamiento que disponga el médico de la institución Dr. Cansino, sillón de cuero gris y orinal “por si las moscas”.
Ya iba siendo alguien. Poco a poco llegaría a ser presidente y quien sabe si lo llamarían alguna vez del partido La Unidad de los Disgregados Diferentes. (LAUD) pues siendo quien es podría ser que fuera y algún día pudiese ser llamado para algún cargo de responsabilidad. ¡Seguro que allí también necesitan a un doctorando sin estudios conocidos!
Y ahí lo vemos comprando miel por lo del verso...
Jesús Rodríguez Arias
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