miércoles, 9 de julio de 2014

UN MÓVIL PARA APARCAR EL MÓVIL.



La verdad es que por cada día que pasa me siento cada vez más emocionalmente alejado del móvil. 

Debo reconocer su utilidad, imprescindible en algunos casos, y que gracias a todo cuanto lo conforma ha pasado a convertirse de un simple teléfono, por muy móvil que sea, a una inteligente herramienta informática que nos tiene "conectados" a todo el mundo con solo darle a un botón.

Decir también que el móvil se ha convertido en la compañía de los solitarios y son legión los que desayunan, almuerzan, cenan o están sentados en cualquier lugar enganchados en su mundo por medio de la red que proporciona esta poderosa herramienta de telecomunicación.

Será que en este momento de mi vida en particular veo las cosas de una manera más tranquila, sosegada y no me siento para nada imprescindible debo reconocer que el no tener dicho artilugio a mi lado durante horas no me cuesta absolutamente nada.

Antes de la operación si estaba "enganchado" a él, parecía que me había imbuido de tal manera que quería estar permanentemente informado de todos los temas donde estoy metido de algún u otro modo. Sé que en mi estancia en el hospital el teléfono, gracias a Dios, no paró de sonar y recibir mensajes, a todos agradezco ese apoyo e interés, aunque de esos días podrá tan solo cuenta mi mujer pues yo no me encontraba en las mejores condiciones, en los dos primeros meses de mi recuperación siempre lo llevaba conmigo debido a las llamadas o mensajes que me hacían llegar para interesarte de una u otra forma por mi estado de salud. Ahora en cambio lo llevo en mi horario laboral, pues al vivir en distinto lugar de donde trabajo es bueno tenerlo encima, pero cuando llego a casa queda relegado a un lugar de privilegio: ¡La mesilla de noche!

Paso horas sin mirarlo, como no tengo puesto el volumen del sonido ni me entero de las llamadas que me puedan hacer cuando pasan las horas y se produce un fugaz reencuentro veo el número de llamadas, mensajes vía internet, Facebook o los de WhatsApp.

Cuando llego a mi querido pueblo se produce más de lo mismo aunque cambia la ubicación pues lo suelo depositar en la mesa del salón junto al sillón donde me siento. Me acompaña a mis paseos aunque con una función distinta para la que fue diseñado pues gracia a una aplicación que me recomendó mi amigo Miguel Ángel me sirve para medir los kilómetros recorridos, el tiempo y mediante un plano virtual el trecho realizado. Información muy interesante cuando llegas a casa. ¡Ah! También me sirve como cámara de fotos donde capturo las imágenes que mis ojos ven en ese momento y lugar.

Tiene el móvil cosas innegablemente buenas y otras malas. En algunos casos te producen felicidad y en otros cierto hastío porque con su labor de teléfono que está permanentemente a tu lado notas ya sean por llamadas, mensajes la cercanía de muchos y sientes también los huecos de esos que creías tus amigos y que una vez, sin venir a cuento ni por qué, dejaron de serlo y abandonaron tu propia vida. Es decir, las presencias se hacen más presentes y las ausencias se notan más.

Un móvil es un utensilio que tiene mucha utilidad aunque disculpadme que piense que ni te hace la vida más fácil, ni por supuesto más feliz porque la verdadera Felicidad, Paz, Alegría, Esperanza no se encuentra en nada de lo material sino en lo inmaterial, lo intangible como es la fe que es nuestra fuerza motora y el verdadero móvil de nuestro día a día.

¿Un móvil para dejar aparcado el móvil?: El vivir la vida de forma más natural, tranquila y sin grandes pretensiones materialistas ni aspavientos.

Jesús Rodríguez Arias

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