jueves, 24 de julio de 2014

DEFINITIVAMENTE LA HORA DE UN SINDICALISTA VALE MÁS.



Sin lugar a dudas el tiempo, las horas, de un sindicalista valen mucho más que la del resto de trabajadores o simples mortales. 



No quiero generalizar porque estaría cometiendo una severa injusticia porque conozco personas serias en distintos sindicatos que todos los días se levantan para ejercer su labor profesional en sus distintos trabajos y que también se dedican a defender los derechos de los trabajadores tan conculcados últimamente. 




Me quiero referir con este artículo en cuestión a los sindicalistas imputados por la grave corruptela que se está descubriendo en Andalucía donde estos personajillos han tenido y jugado un papel preponderante sobre todo para sus abultados bolsillos donde cabía, sin rechistar, los fajos de mayor cuantía del dinero de todos y sobre todo de los desempleados y necesitados con una Junta de Andalucía mirando hacia el “otro lado”, que no sé cual será, ante tantos desmanes y comportamientos putrefactos y corrompidos. 




Cuando digo que el tiempo y las horas de estos golfos valen más lo digo en el sentido más literal de la expresión pues no es raro que en sus muñecas prendan los más lujosos y exclusivos “pelucos”. Relojes que por lo que valen no están al alcance más que de una selecta minoría aunque de selecta tenga bien poco. 




Un día le comenté a un amigo, cambiando diametralmente de tema, que algunos se creen  que la nobleza y la hidalguía se adquiere en la sección de caballeros del “Corte Inglés” pues se puede ir muy bien vestido y conjuntadito aunque no tengas clase ninguna pues eso, de tenerla, se lleva en la sangre. 




Volviendo al golferío sindical podría extrapolar esta frase con el derroche de lujo por parte de estos mamarrachos y presuntos golfos y delincuentes lo que  hacen es retratarse ante una sociedad cada vez más harta de la “mamandurria”, del “trincar”, de tantos “sobrecitos”, tantos “ERE” encubiertos...




A lo mejor lo que tendría que hacer la Junta de Andalucía con su presidenta a la cabeza es coger los toros por los cuernos y poner cara a la justicia a tanto sinvergüenza como la rodean porque si no lo hace, si permanece en esa dimensión en la que parece que está y no está puede entenderse que también ellos sabían de los tejes y manejes y eso, en caso de ser incierto, es una faena que puede hacerle tropezar con un traicionero escalón. 




Cualquier sindicalista que se precie, cualquier representante de los trabajadores debe desterrar de su código de conducta el aparecer como un auténtico caradura que se aprovecha de todo cuanto pueda en favor propio y de los más cercanos. Esto se consigue  cuando el Gobierno de la Nación les quite todo tipo de subvenciones, se regule las horas sindicales, el tema de los liberados, cuando sean más independientes y tomen conciencia de que ellos no son más que lo que los compañeros de sindicato y trabajo le otorguen para defender sus legítimos derechos e intereses. 




Pero claro para eliminar este tipo de subvención que independice a los sindicatos del yugo público e institucional tendría que quitárselo a las confederaciones de empresarios y también a los políticos y todos sabemos que con el pan de un político no se juega. 




Jesús Rodríguez Arias

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