jueves, 24 de mayo de 2018

EL ALMA DE LA VIEJA CASA CUARTEL




Dicen que existen lugares con alma y tiene que ser así…

Eso por lo menos es lo que le pasa a la vieja Casa Cuartel del viejo Pueblo donde ha estado abierta durante décadas. Ni ese director general que vino con mucho ímpetu renovador y con ganas de hacer esos edificios que serán muy prácticos pero para nada inteligentes pudo acabar con este viejo saco de ladrillos, piedras y buen cemento.

Ni sabe cuantas familias han pasado por allí e incluso ha perdido la cuenta de los miembros de la Guardia Civil que han hecho de ella su casa. Entre sus ya vencidas y agrietadas paredes ha visto llorar, sufrir, reír… Ha visto el valor del perdón, del servicio, del odio de esos que un día quisieron atentar contra ella y los que en ella habitaban causándoles a estos últimos pocas heridas y a ella destrozos que nunca fueron reparados. Sí, también nuestra vieja Casa Cuartel se puede decir que es una víctima, material, de los terroristas…

Ha visto como el Padre Damián, eterno capellán de esa vieja Casa Cuartel, ha celebrado bodas, bautizos y también entierros en la también vieja y coqueta capilla. Ha visto mucha oración en esa pequeña imagen de la Virgen del Pilar que le regalara el Arzobispo Castrense de por aquél entonces…

Ha visto como Don Santiago, Capitán de la Guardia Civil, que llegó muy joven y murió de viejo en las paredes de esta ajada Casa Cuartel. Más de 40 años estuvo y allí creó una Familia y la Familia también con sus hijos y nietos también estuvieron muchos años pues sus tres hijos y después un nieto también entraron a formar parte de la Benemérita Institución de la Guardia Civil.

Ha visto como Carlos que entraba todos los días para llevar la leche que su padre le daba de las vaquerizas al final se casó con Remedios, la hija del Cabo Pérez, y tuvieron tres hermosos zagales. Carlos heredó la Vaqueriza de Anselmo su padre y aunque no vivían aquí siempre estaban entre estas cuatro paredes que sostenían a su vez las paredes de cada casa que servía como esos soportales donde las Familia se alojaban y alejaban del peligro cuando lo había.

O cuando por aquél incendio, aquél año, tuvieron que abrir las puertas de par en para para socorrer a los heridos y proteger a todos los vecinos que horrorizados se asían a los decrépitos muros como modo de salvación mientras sus casas estaban siendo calcinadas.

Pero nuestra vieja Casa Cuartel sabía que la “jubilación” le vendría más pronto que tarde pues aunque sus paredes eran recias en ellas se notaba mucho frío, las ventanas no cerraban igual que esas tan modernas que se estropean en menos que canta el gallo del Francisco, el vecino de enfrente, y había hasta ascensor mientras aquí la Pobre de Eulalia, que desde hace mucho ronda los 90, sube la desgastada escalera muy poquito a poco.

Un día llegó un señor joven, con reluciente chaqueta, maletín que la estuvo mirando largo rato, se entrevistó con el Capitán Murialdo y le dio la mala buena nueva que en verdad todos, incluso ella misma, esperaban. La Casa Cuartel se trasladaba pues esta no se mantenía en pie y además el viejo pueblo que la cobijaba había venido a menos y quedaban unas 20 casas y 8 vecinos. Sí, a la vieja Casa Cuartel le daban el certificado de defunción y al pueblo en sí también lo condenaban a muerte.

Hoy se ha marchado la última familia junto al Capitán que cuando entraba en su coche la saludaba marcialmente pues había servido a España y la Guardia Civil siempre, cada día de sus propios días, hoy ya no hay nadie y se siente mucho más fría, más desangelada, más triste y también abandonada.

¿Qué una vieja Casa Cuartel como esta no tiene alma? Pues ahora, al mirarla, parece que llora, parece más vieja, más agrietada y hasta un teja se caído sin que haya podido pasar nada pues nuestra Casa ha envejecido de golpe, ha muerto y sido enterrada desde que hace cinco o seis semanas le dijeran que ya no servía a España, que gracias por los servicios prestados… Y muchos recuerdos se vienen, otros más se marchan, muchas lágrimas en el recuerdo que hoy humedecen el alma de nuestra vieja Casa Cuartel que hoy ha sido jubilada junto a su querido pueblo de casitas aledeñas que mueren a su vez pues a sus vecinos tampoco les han dado Esperanza.

Hoy ha amanecido como ayer y la vieja Casa aguarda mientras ve llegar a Sixto, el alcalde, que algo traía en la manga, era el escudo del Pueblo, que fue colocada en el frontal de la Casa pues los vecinos habían decidido que ella, nuestra vieja Casa, fuese nombrada Hija Predilecta de este lugar perdido en esta bendita España y si había que morir lo harían juntos el Pueblo y la Casa.

Con este relato me despido de estos artículo que publico cada viernes en apoyo de nuestra Guardia Civil, Policía Nacional, Policía Local, Bomberos, Vigilantes de Seguridad, Fuerzas Armadas… En este último viernes del mes de mayo hago un necesario descanso en cuanto a la publicación de los mismos hasta que pase el verano. Pienso que sobre final de septiembre u octubre esta ventana volverá a abrirse para seguir contando lo que tras ella se ve.

Os deseo a todos y cada uno de vosotros unas buenas vacaciones, que seáis muy felices, que disfrutéis de los seres queridos, de vuestras aficiones, de la vida en definitiva y también os doy las GRACIAS por vuestro cariño y apoyo siempre para mí es un honor escribir para realzar el valor y la valía de tantos y tantos que casi siempre pasan desapercibidos.

Que la Virgen del Rosario, auténtico Pilar de nuestras vidas, nos proteja y nos cuide siempre.

¡VIVA EL REY! ¡VIVA SIEMPRE ESPAÑA!

Jesús Rodríguez Arias

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