viernes, 3 de febrero de 2017

UN HOMBRE TRANQUILO: CON ESPECIAL DEDICATORIA A LA FAMILIA MARTOS-RODRÍGUEZ




Resultado de imagen de GUARDIA CIVIL TRAS CRISTALLo conocí hace algún tiempo y siempre lo consideré un hombre tranquilo, sosegado, atento, afable...

Siempre dispuesto para el servicio, para defender a España y a cada uno de los españoles desde el lugar en el que estaba destinado.

Había llegado a la Guardia Civil desde las Fuerzas Armadas por lo cual desde siempre, desde que saliera de casa siendo demasiado joven, sabía que era eso de estar al servicio de nuestra bendita nación así como de los demás.

Llegó a la insigne benemérita poco después de casarse y allí echó las anclas de su vida. Cambió el azul por el verde, los barcos por las motos, los coches, los helicópteros..., y también los barcos. Cambió su visión del mundo porque empezó a conocer muy bien a las personas. Eso es lo que tienen los que se dedican a servir en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que conocen lo que somos capaces de hacer y hasta de llegar los seres humanos, nuestras grandezas y también nuestras podredumbres.

Ha recorrido media España, ha habitado en alguna que otra Casa Cuartel donde conoció y convivió en Familia con muchos en torno a la Guardia Civil. Ha llevado un recorrido de vida itinerante, ha conocido a muchos que hoy en día son perfectos desconocidos y otros que se han convertido en amigos del alma.

Su mujer e hijos han ido creciendo viviendo en verde, con los valores que distinguen nuestra insigne institución, han ido creciendo en amar a España como la mejor y el mayor signo de identidad. Ellos también han vivido y han visto mucho en demasiado poco tiempo.

Lo conozco y tengo que reconocer que el crecer y madurar junto a su familia hacen que el tronco del amor sea más grande, más unido porque todos son parte de todos y las alegrías como los problemas se comparten también con la gran Familia de la Casa Cuartel y no es extraño que unos se echen una mano a otros en los momentos que sean necesarios pues todos a su vez están en el mismo barco.

Lo conozco en su nuevo destino, en el que se encuentra a gusto, en el lugar donde con el tiempo transcurrido ha ido echando raíces, como en tantos otros, donde ya las canas se van notando y los surcos se reflejan en la cara a modo de alguna que otra arruga.

Lo conozco dedicado al cien por mil a su vocación de Guardia Civil a la que lleva en el corazón también en la mente cuando cuelga el verde uniforme cuando termina el servicio.

Y también veo la inmensa sonrisa de su mujer cuando llega a casa siempre y más cuando ha tenido turno de noche porque como ella dice “en la noche todos los gatos son pardos”. Cada vez que está de servicio ella no pega ojo, no puede hacerlo porque sabe las dificultades y los peligros que tiene la maldita oscuridad.

Lo veo en los ojos de sus hijos, desde los más adultos a los más pequeños, lo veo en la mirada de sus padres, de sus suegros, de sus hermanos, familia y amigos.

Los amigos de un Guardia Civil no son cualquier cosa pues ellos están en el mundo y miran con la mirada del mundo y saben mejor que nadie que muchas veces la misma sociedad, por cada respectivo interés, quiere anular o prescindir de la ley, del orden y de los que trabajan en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado a los que miran no simplemente mal sino también con desconfiado recelo.

Lo observo tranquilo, feliz y mesurado. Valoro sus silencios y sus palabras, sus gestos, sus miradas con fuerte contenido. Valoro y comprendo sus tristezas, sus desasosiegos, sus preocupaciones y sobre todo la forma de afrontarlos desde esa clase de serenidad que hace que para todos los que tiene cerca puedan parecer relativas menos para el que las sufre que siente su real importancia.

Lo conozco y reconozco como ese buen marido que siempre cuenta con el apoyo de su entusiasta mujer, de su entregada compañera de este camino llamado vida.

Ese nivel de entrega también lo reconozco en sus hijos, familia, amigos y personas que quiere de verdad y él percibe bien a las claras que lo quieren.

Sé de su gran corazón, de su paciente corazón, de su amable corazón...

Y todo eso lo veo desde la mirada de la amistad que no sabe de edad, años o distancias y por eso lo valoro más cada día que pasa porque es un buen hombre que con su vida, su particular día a día, hace grande a la Guardia Civil a la que sirve y ama como a su Familia, como a su casa.


Jesús Rodríguez Arias

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