viernes, 1 de agosto de 2014

DE CAMISA VIEJA A CHAQUETA NUEVA.


Debo decir con absoluto convencimiento de que el desaparecido escritor Fernando Vizcaíno Casas fue un auténtico visionario pues en todos sus conocidos y exitosos libros reflejaba lo que al cabo de unos años acabaría sucediendo. 

Mi libro favorito de este prolífico escritor es “Las Autonosuyas” en la que de una forma hilarante, jocosa, graciosa y  ciertamente pintoresca define y vaticina, en los primeros años de la democracia, lo que darían de sí y se convertirían el Estado de las Autonomías que rige y arruina a España. 

Hoy voy a tomar el título de otros de sus libros más conocidos para hacer un artículo que en cierto modo tiene que ver con la temática que trata aunque visto de otro modo podemos intuir que tiene la misma finalidad. 

De camisa vieja a chaqueta nueva”. Así se si titula el libro de Vizcaíno Casas y también este post que ahora empiezo. 

Criticamos, con toda la razón del mundo, a la clase política porque la misma se ha convertido en una muy bien remunerada profesión a la cual, salvo honrosas excepciones, le dedicas un tiempo prudencial cada semana. Nos espanta sus privilegios y lo poco azorado que se ven los aforados ante la clamorosa injusticia de un país empobrecido hasta límites insospechados mientras ellos caminan tranquilamente con sus carteras llenas de paz y sosiego hablando con un meganovedoso móvil o portando un portátil de última generación que para eso están los presidentes de las cámaras, para que a ninguno les falte ni el oro bendito. 

Pero, ¿Nos hemos preguntado alguna vez el origen democrático de muchos de ellos? 

¡Buena e interesante pregunta que admitiría muchas explicaciones aunque una sola respuesta! 

Ahora pinta muy bien ser demócratas de “toda la vida” aunque en la juventud no lo fueran tanto. ¡Ay si echáramos más la vista a las hemerotecas que a las breves y “maquilladas” semblanzas que nos presentan muchos de los que dicen que nos “representan”. 

A lo mejor es bueno no “rascar” mucho porque podríamos llevarnos más de una decepción, más de una sorpresa. Eso me ha pasado a mí con la investigación que llevo realizando desde hace más de quince años porque a fuerza de conocer, de ampliar información, son muchas personas que admiraba y que ahora han caído hasta límites insospechados. 

Aunque no nos mareemos ni mezclemos temas. 

Estamos asistiendo a la asunción en el poder de los hijos de los hijos, es decir, de los que nunca han trabajado en otra cosa que no sea el partido. Viendo los personajes que están tomando las riendas observamos que su única profesión ha sido la “cosa” pública y que son “demócratas” de toda la vida pues han nacido en democracia aunque por sus talantes y actos no tengan la menor idea de lo que esta significa y lo que ha costado en España. 

Todos bajo el paraguas de sus correspondientes partidos, verdaderas macroempresas, cuyo logotipo, cual marca, cambia de color, tonalidad, intensidad y forma según en el momento en el que se encuentre la sociedad. 

Yo prefiero a los burros o elefantes perpetuos de los partidos americanos pues con ellos siempre sabes a lo que atenerte y no cambian la imagen como si de un friega platos o limpia retretes se tratara. 

Es cierto, de camisa vieja a chaqueta nueva y siempre con un buen limpiador que nos eliminen oportunamente las “manchas” de las respectivas solapas. 

Yo me quedo como estoy y he estado siempre: Instalado en mi pensamiento democristiano aunque me encuentre solo y huérfano de opción política pues ninguno de los que existe en el espectro, nunca mejor dicho, político me representa. 

Jesús Rodríguez Arias

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