sábado, 12 de abril de 2014

UN DÍA FRUCTÍFERO.

¿Cuántas veces te has quedado en casa y no sabes lo que hacer? Muchas, ¿Verdad?

El no saber que hacer es una de las situaciones que más intranquilidad nos producen porque no somos conscientes de lo que realmente queremos o no puede apetecer.

La duda en el ser humano produce un severo desgaste en el que siempre se suele salir mal parado.

Yo cuando me quedo en casa, a Dios gracias, siempre tengo algo que hace: Que si actualizar el blog, que me coge gran parte del día, escuchar buena música, hoy precisamente he escuchado ópera y leer. ¡Qué bien se está leyendo un buen libro!

Me quedan apenas unas páginas del último libro de Arturo Pérez Reverte y que gracias a él he podido conocer y apreciar el mundo de los "escritores de paredes" o como se les llama habitualmente a los autores de los graffitis que son esas pinturas en las paredes que tanto nos molestan y que con este libro podemos llegar a entender.

Ayer he empezado un viejo libro que me ha prestado un buen amigo: Mi Cristo roto y que me está dejando muy buen sabor de boca y asimismo tengo otro encima de la mesa INRI de Fernando Carrasco así como de tipo espiritualistas que tanto me embelesan.

Ciertamente sé que no voy a tener vida suficiente para leer todos los libros que pueblan nuestra amplia biblioteca, gracias a Dios cada día que pasa son más, aunque el hecho de poseer los mismos es un motivo de alegría pues en ellos se engloban una parte del saber, de la sabiduría que Dios nos ha puesto a todos los hombres.

Cada día veo menos la televisión, menos cuando estoy agotado física y psicológicamente, y cuando lo hago es para ver un buen programa o película. Debo reconocer que para mí la televisión es ese sonido lejano que va desapareciendo mientras mis ojos se entornan para dormir la plácida siesta de cada tarde.

¡Lástima que los días duren tan solo 24 horas! Pues entre el trabajo, el blog, los artículos que tengo que escribir, la plácida lectura, el periódico, estudiar mi tema de investigación y atender alguna que otra obligación contraída, ciertamente, creo que no me da la vida para tanto. Aunque, ¿Y lo bien que me siento cuando pasa el día y sé que ha sido aprovechado hasta el último minuto?

Jesús Rodríguez Arias

No hay comentarios:

Publicar un comentario