jueves, 10 de octubre de 2019

ENCARNACIÓN





Encarnación desde pequeñita ha sido la oveja “negra” de su familia pues era contestona, se enfrentaba incluso a la chiquillería que jugaba a la pelota en la vieja plaza si veía alguna injusticia y por ese solo motivo decía su madre Petra que se había convertido en la oveja “negra” de la familia.

Esta “fama” la llevó como penitencia pues aunque quisiera no podría ni cambiar su carácter, ni cambiar su personalidad y por más que crecía esa rebeldía ante las injusticias se hacía más notable.

Su padre, Don Quintín, pertenecía a una larga saga de abogados y claro quería que su hija Encarnación también se dedicará a las leyes pues si no que iba a ser se preguntaba cuando su hija le decía que no era la profesión que más le gustaba.

Pero hija, los abogados trabajamos para que no haya injusticias a lo que Encarnación le respondía que según a quién se defendiera… ¡Y en eso tenía razón!

¿Qué quiere parecerte a tito Nacho que escogió defender la ley y practicar la justicia y ejerce de Fiscal con un sueldo digno pero que nada tiene decir del mío y de los que trabajan en nuestro bufete?

Sin dinero poca justicia se va hacer…

Y es que el prestigioso bufete de su padre tenía notables clientes entre la gente que se codea en el poder y claro el dinero era lo que menos importaba.

Petra le recriminaba a su marido que le hablara así a la niña pues parece que en este mundo todo se puede comprar o vender con dinero y no es así. Será la oveja “negra” de la familia pero es la más coherente y sensata que conozco.

Don Quintín, dejaba de leer ese volumen de la nueva legislación que acaba de aprobarse y le decía: “Sí, Petra, es verdad por eso a nosotros no nos ha faltado nada de nada y al inútil de tu hermano no le llega la soga al cuello a fin de mes. ¿Y por qué? Porque el señor no vendió nunca su honestidad y siguió trabajando en su despacho de abogados cuya clientela la mitad no le pagaba porque era gente demasiado  humilde, era gente al que le peso de la injusticia le había aplastado. No me puedo creer que estés disculpando a tu hija y al necio de tu hermano ante mí”.

Mira, Quintín, no me hagas que te diga lo que pienso, lo que llevo pensando largo tiempo…

En cambio el hermano de Encarnación, el mayor según se mire, había estudiado leyes y ahora lucía despacho propio en el bufete familiar donde ha entrado en el accionariado.

Martín había elegido ser alguien, tener pasta y poder así como defender la justicia de los ricos que debe ser distinta a la de los demás…

Encarnación sabía lo que quería pero no se atrevía a decirlo por lo que todas las mañanas se acercaba a la pequeña capillita donde estaba la Virgen del Pilar y le rezaba con devoción. Sus abuelos por parte de madre habían vivido muchos años en Casas Cuarteles pues abuelo Antonio fue de la Guardia Civil. Ellos les transmitieron su amor por la Virgen del Pilar así como su amor por la Justicia con mayúsculas.

Accedió a estudiar Derecho para acallar tantas brocas y porque le podía servir para ser lo que aspiraba a ser toda la vida. No permitió, eso sí, estudiar en una afamada universidad privada sino en la pública que estaba al lado de su casa. Esta decisión motivó otro nuevo broncazo de Don Quintín con su hija al que ya se unía, como un perro faldero de su padre, su hermano Martín.

Terminó la carrera con matrícula de honor aunque eso era poco para su augusto padre que dicen, con todo el desprecio del mundo, que en la pública regalan los títulos y las notas.

El día de la graduación fue su madre Petra pero no su padre ni su hermano porque según ellos tenían un juicio muy importante.

Madre e hija se fueron a celebrarlo a su manera y modo. En medio del almuerzo, con el teléfono apagado para evitar que su marido las incomodara, le preguntó a su hija: ¿Y ahora qué  quieres hacer tesoro? Tu padre me ha dicho que te va a poner de pasante pues no te puede dar despacho y responsabilidades hasta que te vayas formando mejor porque no estás a la altura de ninguno de los abogados que trabajaban para él.

Encarnación se le saltaron las lágrimas por el desprecio y la injusticia manifiesta de su padre hacia ella. Se sintió sola y cada vez más alejada de su familia cuyo único eslabón era su querida madre que es buena hijas de sus padres.

No, mamá, no voy a ser abogada ni voy a trabajar en el despacho de papá, eso se lo dejo a mi hermano Martín y a los lameculos de sus socios, voy a opositar al Cuerpo Nacional de Policía porque desde pequeño quiero ser uno de sus miembros.

Su madre se quedó sorprendida de que  no quisiera ser Guardia Civil pero respetó la decisión de su hija y la quiso más que nunca en la vida pues ella tenía valor para vivir su vida cosa que a ella siempre le faltó.

Te aconsejo que te vayas al piso de tus abuelos, te instales allí y no te preocupes de tu padre ni da nada sino de prepararte para ser la mejor Policía de toda España.

Encarnación se alegró de la reacción de su madre, de vivir en la que fue casa de sus abuelos y de estar tan cerquita de la capillita de la Virgen del Pilar a la que tiene especial devoción.

No hay que decir que la marcha de casa de Encarnación supuso un mal ambiente en la casa de Don Quintín que veía que por mucho poder que detentara y mucho dinero que tuviera se iba quedando cada vez más solo pues su hija lo había abandonado y con su mujer Petra la relación era algo más que fría…

Pasó el tiempo y Encarnación sacó el número 1 en las oposiciones y fue trasladada a Ávila para pasar su tiempo de Academia. ¡Qué feliz era pues gracias a su madre había conseguido lo que quería ser toda la vida!

Su vida como Policía Nacional era la de un Policía que  no es otra cosa que servir a los demás, mantener la ley  y el orden, ayudar, proteger y entregar su vida para que hubiera siempre justicia.

Se fue formando y fue ascendiendo y a los años ya era Oficial y se estaba preparando para Sub-Inspectora. Que si la brigada criminal, antidroga, brigada judicial donde ya hacía mucho tiempo llevaba instalada pues era muy buena en su trabajo.

El día que el Comisario Requena le dijo que había aprobado para Sub-Inspectora la emoción le impedía hablar aunque también le dijo que tendría que cambiar de destino y que justamente en la ciudad donde vivía su familia.

No fue fácil para ella pues sabía que muchos clientes de su padre habían pisado el calabozo siempre por delitos de evasión de capital, no era fácil meterse de lleno en un mundo en el que sabía que podía llevarle a muchas desagradables sorpresas y más de un verdadero disgusto.

Puso objeción, explicó la situación pero los mandos, aun sabiéndolo de antemano, prefirieron que estuviera allí destinada pues era la mejor en su campo.

Cuando llegó a su lugar de siempre llamó a su tío Nacho que seguía igual de risueño y de buena gente, seguía con su despacho profesional, seguía sin hacerse rico pero era el más afortunado pues era querido por todos sin condición. Le preguntó por su familia, de la que ha intentado estar separada aunque de vez en cuando llamaba a su madre que hablaban a escondidas de su padre que cada día que pasaba desconfiaba más de todo el mundo.

Su tío Nacho le explicó que Petra había decidido separarse de Quintín pues su interés desmedido había destrozado cualquier atisbo de amor que quedara en ellos. Ha hecho del dinero su dios y ella se ha resguardado en los brazos de Dios y también de la Virgen del Pilar de aquella capillita que estaba cerca de su casa.

Su hermano Martín, le había quitado campo de actuación a su padre, había comprado el accionariado al resto de los socios y ahora era el socio mayoritario pues él tenía el 51% frente al 49% que detentaba su padre.

Esto ya de por sí había sido letal porque ya no era dueño de lo que allí pasara y para colmo muchos de sus clientes han ido pasando por chirona por evasión de impuestos y capital.

Sí, Encarnación, tu padre está en el punto de mira de la Justicia pues siempre ha jugado con ella diciéndola defender.

Encarnación con cerca de 37 años se sintió muy cansada pues su familia se había resquebrajado por el interés desmedido de su padre que  nunca la perdonó que se marchara de casa y que se hiciera Policía Nacional…

Se reunió con su madre y la abrazó hasta que se quedaron sin lágrimas.

No te preocupes mi niña, vivo muy bien y sobre todo tranquila y en paz. No, no quiero nada de ellos. Ahora a mis años he puesto un pequeño taller de costura, bien sabes que tengo el título pues tu abuela me lo hizo sacar por si las moscas, y me voy defendiendo bien. Vivo en la casa de los abuelos y si quieres venirte serás muy bien recibida.

¿De tu padre? No sé nada.. Él es como es y he querido hablarle, contarle que esto era necesario, que podía ser un punto de inflexión, que a lo mejor todo se podía arreglar, que si… Nunca me contestó, se encerró en casa, en su despacho y entre leyes maldice a todos. Ya no va por el bufete, ya no quiere saber nada de nadie y más desde que lo han llamado a declarar como imputado en las causas que han llevado a gran parte de sus poderosos amigos a la cárcel.

¿De tu hermano? Eso es lo  más triste pues cuando voy por la calle y nos encontramos me vuelve la cara… Un día me envalentoné y le dije que no me tratara así, que era su madre, que no se lo consentía y me contestó: Señora, debe ser usted una perturbada, mi madre murió hace tiempo y soy huérfano… Siguió caminando con su móvil en la oreja mientras su maletín llenos de papeles se movía al unísono de sus pisadas.

Encarnación cada vez más triste sintió mucho orgullo de su madre Petra y se fue a vivir con ella a la casa de sus abuelos y muy cerquita de la vieja capilla de la Virgen del Pilar a la que tenía especial devoción.

Un día que estaba despachando en Comisaría entró un compañero con la cara descompuesta y le dijo: ¡No hagas nada, tu hermano Martín ha sido detenido por varios delitos y todos de cárcel! El bufete ha sido clausurado y se han abierto diligencias a todos los empleados. Esta vez tu padre se escapa pues hace meses que no pisa el despacho.

Empezaba a caer el mal que estaba entroncado en su familia y que inoculó su padre con un desmedido afán de poder y por el dinero.

Mientras la vida continuaba, en uno de esos ratos de oración a la Virgen del Pilar conoció a Germán y con el tiempo se fueron enamorando. Él era Teniente de la Guardia Civil y ella Sub-Inspectora del Cuerpo Nacional de Policía. Él rondaba los 40 y ella se iba despidiendo de los 36. Ellos encontraron el Amor cuando debían encontrarlo y se les notaba felices y más si estaban a su lado.

Un día se enteró que su padre había enfermado y que no quería ver a nadie. Un cáncer devastador estaba poniendo fin a una vida demasiado materialista. Y se fue a verlo junto a Germán pues ya tenían fecha para la boda y aunque sabía que su padre no podría estar con ellos querían compartirlo con él pues su madre siempre le decía: Haz bien siempre que mal te hagan.

Don Quintín ya no era ni por asomo lo que fue, decrépito, muy pálido, sin color ni brillo en los ojos, estaba recostado mientras una enfermera lo vigilaba. También estar Don Jerónimo, el Párroco, porque con las desgracias y la enfermedad había vuelto la cara a quién toda la vida se la volvió, había vuelto a creer en Dios que es Amor y que perdona a justos e injustos como era su caso.

Cuando vio a Encarnación con su azul uniforme se echó a llorar pidiéndole perdón, perdón por toda una vida de desprecios y sufrimientos, perdón porque no ha sido un buen padre, perdón porque para morir en paz necesitaba que ella, su hija, la rebelde con causa, la amante de la ley, el orden, la justicia, lo perdonara.

Encarnación besó sus huesudas manos y le dijo algo  al  oído que alivió su mirada mientras le presentaba a German, su novio y prometido con el que se casaría en la vieja capilla de la Virgen del Pilar dentro de justamente tres meses.

Y Don Quintín sobrevivió apenas unos días pero según el cura se fue en paz pues antes también había sido perdonado por la mujer de su vida a la que no supo hacer feliz e ignoró siempre: ¡Petra!

Hoy se han casado para siempre Germán y Encarnación, Encarnación y Germán que son dos corazones en azul y verde y viceversa que se Aman y quieren hacer su familia mientras todos los días del año dedican su vida a servir a los demás, proteger y mantener la ley y el orden y también la Justicia.

¡Feliz Día del Pilar! ¡Viva España!

Jesús Rodríguez Arias

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