jueves, 24 de octubre de 2019

EN EL INFIERNO






José Luis ingresó joven en el Cuerpo Nacional de Policía, tendría unos 21 años cuando se enfundara el azul uniforme que también lleva su padre Manuel y que  está a punto de retirarse habiendo llegado a Sub-Inspector. Su padre que ha estado en infinidad de destinos es un especialista en terrorismo y es una mente preclara en cualquier tema que atañe a la seguridad nacional.

José Luis es el cuarto de cinco hermanos y hay que reconocer que llevan en la sangre eso de ser Policías pues también su abuelo, que murió joven en un atentado de ETA fue antes Policía Armada y después de la Nacional. Para colmo está casado con Virginia que se conocieron en la primera Comisaría donde estuvieron destinados y que tras un tiempo de noviazgo se casaron un día de los Santos Ángeles Custodios. Ahora tienen tres criaturas que ha hecho que ella haya pedido excedencia por unos años y él después de pensarlo mucho pidiera destino en las Unidades de Intervención Pública porque siempre le había llamado la atención y era prestar de forma inmediata para prestar servicio ante peligros de alteración de orden público y peligro inminente teniendo su ámbito de actuación en todo el territorio nacional.

José Luis desde siempre se mantuvo “cachas” como se dice, hombre muy deportista, hacía pesas, se mantenía en forma física y también psicológica pues esta unidad conocida por todos los españoles como los “antidisturbios” era muy exigente y además tienes que tener los nervios muy templados ante cualquier imprevisto, ataque o desorden.

Hace unas semanas lo llamó a su despacho su padre y también uno de los jefazos de la comisaría donde prestaba servicios hace ya tres añitos. Prefirió pedir destino cerca de casa debido a Virginia y los niños estarían más acompañadas en todos los sentidos de los suyos que en otro lugar.

El Sub-Inspector, muy serio le dijo que en breve tendría que partir hacia Cataluña, plaza muy poco deseada porque allí los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y las Fuerzas Armadas son unos verdaderos apestados. Él se sorprendió pero calló…

Este Oficial de la Policía sabía que aunque el que se lo estaba diciendo era su padre, la persona que más admiraba y quería, era su SubInspector, su superior  jerárquico, la persona que siempre lucharía para que los hombres y mujeres que tenía a su cargo fuesen responsables y fieles servidores de España y sus conciudadanos.

“José Luis, la situación se está poniendo muy tensa y han dado órdenes de la Dirección General de llevar más efectivos antes lo que pueda suceder en la Sentencia del Tribunal Supremo ante el Procés”. Mañana sales, coméntaselo a Virginia y prepara tus cosas que yo esta tarde ya hablaré con tu madre.

No se podía imaginar la reacción de Virginia, que con lógica preocupación, le dijo que estaba muy orgullosa de él, que para esto se había  hecho Policía Nacional y que ojalá lo hubiera podido acompañar. Emocionados se abrazaron como solo lo hacen los que viven en azul de la Policía Nacional.

El corto traslado hasta Barcelona no le inquietó, lo que sí le dolió fue esa mirada de odio de esos que se encontraba a su paso hasta la Jefatura de Policía a donde tenía que ir destinado. Había también quienes les sonreían, como si le dijesen bienvenidos pero no se atrevían a decirlo en público debido a las represalias.

Allí fueron advertidos por los mandos de la situación que había y también de la que previsiblemente se generara si había una sentencia desfavorable a los intereses del Procés.

Las filtraciones que se iban produciendo días antes ya iban poniendo el ambiente mucho más caldeado hasta que llegó el aciago día en el que el Tribunal Supremo condenaba a los protagonistas del Procés a años de cárcel e inhabilitación. Aun pudiendo ser mucho pero, ser juzgados por rebelión, tocarles a todos muchos años más de cárcel y menos beneficios penitenciarios en Cataluña en manos de los independentistas radicales así como esos grupos terroristas que vinieron a esta tierra para unirse en hordas contra España, contra los catalanes que sientan y piensen en español hicieron lo único que saben hacer: ¡Destrozar todo!

A partir del lunes 14 de octubre en Cataluña se empezó a vivir lo que es el infierno. El aeropuerto del Prat secuestrado, las calles, los servicios públicos sin poderse cumplir, las carreteras cortadas, personas horrorizadas, enfermos sin poder llegar al hospital, embarazadas sin poder ser atendidas. El caos más absoluto que se propagó durante 7 aciagos días que terminaban con gran virulencia por la tarde y sobre todo por la noche y madrugada donde los terroristas disfrazados de fieros nacionalistas se enfrentaban a las UIP de la Policía Nacional que resistían como podían con un material defensivo mermando, con unos efectivos muy inferiores a lo que tenían enfrente y con órdenes de no usar las pelotas de gomas venidas desde arriba mientras ellos se dejaban la vida en esa misión.

Ahí desapareció el Oficial de la Policía José Luis porque todos fueron uno en defender la ley, el orden, el ordenamiento constitucional en Barcelona y en toda esa insurrecta Cataluña.

Los días pasaban pero para ellos continuaban, el cansancio, las bajas con heridas, y una inmensa soledad les iba minando el ánimo porque se veían solos ante el terror de una guerra diseñada al dedillo.

Llegó el temido viernes 18 de octubre, Cataluña paralizada por el miedo y como disculpa una huelga general. Llegó el viernes 18 y lo que sucedió en Cataluña y sobre todo en Barcelona nunca en sus vidas lo habían visto ni vivido que es mucho peor…

Insurgentes terroristas que atacaban con picos, palas, motosierras, rodamientos, piedras, tornillos, lavadoras…. Que incendiaban todo, que agredían a los Policías con lo que tenían a mano mientras ellos se defendían como podían. Los GRS de la Guardia Civil no llegaban aunque había más de 1000 unidades a menos de 300 metros, se trajeron refuerzos de Tarragona que tardaron una hora y media de sangre, dolor e impotencia.

Había orden del ministerio del Interior para que las unidades de la  Guardia Civil no socorrieran a sus compañeros de la Policía Nacional, parecía que el ministro Grande-Marlaska mandaba al matadero a los que deberían ser sus policías mientras ellos solo podían mirar y ver tanta entrega desbordada de tantos Policías y la sensación de soledad e inmensa Traición del Gobierno de España que parecía estar ausente en el conflicto mientras el presidente se daba un garbeo institucional por Europa.

Caían como moscas, con brazos, muñecas, manos rotas, y hasta un compañero le hundieron el casco con un rodamiento que atravesó su cráneo y que fue ingresado en estado de extrema gravedad.

José Luis comprobaba en primera persona que era el horror, también el compañerismo, la impotencia de los Guardias Civiles que querían estar con ellos batiéndose el cobre pero que no le dejaban intervenir y menos mal que los Mossos d’Esquadra hicieron acto de presencia para hacer frente común con la Policía utilizando hasta el camión que disparaba potentes chorros de agua para dispersar a los terroristas.

Mientras en Madrid, en el Ministerio del Interior, todo eran palabras fatuas, advertencias hacia Torra y compañía… Según el ministro solo era un asunto de  desorden público.

Sí, España tanto el viernes como el sábado tuvo sensación de desamparo, de que nadie gobernaba este país y quienes tenían tan encomienda no lo hacían traicionando a la Nación entera y a esos héroes que intentaban con los pocos medios que Grande Marlaska y los suyos fueron capaces de ofrecerles mientras el presidente ni está ni se le espera…

El sábado 19 de octubre, en una mañana de calma por lo menos en apariencia, se coló en Barcelona para mantener reuniones, visitar y hacerse las fotos con los heridos y ofrecer una rueda de prensa el ministro del Interior cuando si hubiera tenido vergüenza y honor ese seguimiiento lo hubiera hecho in situ en Barcelona y no desde Madrid donde todo se ve con otro color, se escucha lo que se quiere escuchar, y se desconecta cuando se necesite…

El domingo ya el presidente Sánchez presidió un comité de seguimiento y la pregunta de tantos ciudadanos catalanes que han sufrido los estertores del terror, todos los españoles de bien que han gritado ¡basta! Sin que nadie los escuche, tantos policías agotados, heridos, destrozados, se podían preguntar con toda lógica: ¿Ahora? ¿Para qué?

Yo os doy la contestación: ¡Para la foto!

Lo mejor que vivió José Luis y sus compañeros fue tanto cariño, tanta gratitud, tantas palabras de ánimos, de ciudadanos que habían perdido el miedo y se acercaban a la Jefatura para apoyarlos y además ofrecerles jamones, bombones, cajas de pizza… Si, ellos estaban alimentando a quienes los han defendido a costa de sus vidas, ellos los cuidaban ante la repugnante traición de todo el Gobierno de España y en especial de su presidente Pedro Sánchez y el Ministro del Interior, otrora magistrado, Fernando Grande-Marlaska.

Este pasado miércoles José Luis ha vuelto a su lugar, a su comisaría, a su casa… Viene herido, una mano en cabestrillo, viene dolorido pues recibió de todo en su cuerpo, viene cansado pues no ha dormido casi nada… Viene triste porque quienes tuvieron la obligación de darles amparo, medios y haber estado junto a ellos los dejaron en la inmensa soledad y los traicionaron como si fuesen lo peor de lo peor y con ellos a toda España.

Está de baja por sus heridas físicas y también por las psicológicas y según le cuenta Virginia a Josefa, madre de José Luis, lleva tres noches sin dormir, se levanta de madrugada temblando y empieza a temblar con angustia y horror cuando escucha cualquier ruido o una ambulancia pasa por su casa… Madre y esposa lloran juntas ante tanto dolor e impotencia.

D. Manuel, Sub-Inspector de Policía y padre de José Luis, le queda menos de tres meses para retirarse. Ha hecho tres llamadas desde su despacho: Uno a la Seguridad Social comunicando que se retira, otra al Comisario para decirle en persona el por qué se va cosa que entiende de inmediato y otra a la dirección general de la Policía, no se sabe con quién habla pero que es un alto cargo ya les digo que si y le explica el por qué se va tres meses antes…

“Don Manuel, no se vaya y menos por estas razones en una carta por el bien de la moderación y ponderación que ha pedido nuestro presidente ya que nos dejaría en muy mal lugar porque desde el Gobierno de España no hemos traicionado a nadie ya que estamos trabajando como se debe aunque usted no lo entienda es así”…

“Y además, si se va ahora perderá la cruz al mérito, al  su ascenso a Inspector así como un incremento en sus ingresos” “¿Va a echar al traste su última etapa de carrera profesional por este hecho totalmente anecdótico que ha sufrido su hijo?

Mire usted, señor mío, usted como el gobierno que le ampara son una partida de traidores. ¡Quédese con el ascenso, la paga, y la medalla se la mete usted o quién quiera por el ojo del mismo culo! ¿Me ha entendido? Con la vida de tantos nobles Policías, con el honor de un Cuerpo, con la vida de mi hijo y con España no se juega...

Y colgó el teléfono poniendo punto y final a más de 37 años de servicio a España.

Mientras el Honor recorre las venas de los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado la deshonra deambula por el gobierno cuyos miembros se sienten complacidos y contentos cuando van a un mitin y los cuatro lameculos interesados les aplauden por su buena gestión en Cataluña… ¡Esta es la España que tenemos!

Yo, siempre con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, con las Fuerzas Armadas.

Entre el Honor y la traición siempre elijo el Honor...

¡Viva España!

Jesús Rodríguez Arias

1 comentario:

  1. Es un honor tener, a gente valiente, y decidida, gracias por vuestra lealtad a ESPAÑA, ánimo,fuerza,fe, hasta el infinito, y más allá sois los mejores para españa.

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