sábado, 18 de mayo de 2019

EGOS DE SOCIEDAD: DON YO.




Don Yo era el primero que se levantaba aunque hacía lo contrario en el mismo momento porque siempre ha sido muy suyo.

Don Yo nació en una familia bien pero que ninguno aguantaba al otro por culpa de sus egos. Porque Yo soy yo… ¡Qué va Yo soy Yo! Le respondía al momento su padre que era un augusto Yo de los de toda la vida.

Su madre era recatada y utiliza semejante forma de expresarse pero con la mirada lo decía todo cuando el hijo discutía con su augusto padre ella pensaba para sus adentros mismamente: Mucho Yo pero la que manda aquí soy Yo.

El augusto padre era presidente corolario de la Estirpe de las Babas de Alcanfor, honor que heredó de su magnánimo padre cuando murió de un ataque fulminante de ego.

Todos los miércoles de guardar se reunía con los demás miembros, se recubrían con su capa en forma de copa y se ponían a discutir, según escalafón de egos, sobre la importancia de la baba de alcanfor en el Peloponeso. A estas reuniones siempre tenía su hueco el Tostón Mayor pues era bien conocida la faceta del Alto Mandatario con sede en el ojo del mundo allá por la Conchichina de su afición a comer en estado vegetativo desde que los indígenas se comieron a su mujer mientras ululaban a pleno sol.

El Augusto Yo, Presidente Corolario de la Estirpe de las Babas de Alcanfor hizo saber una decisión tomada por él que para eso era Augusto y sobre todo Yo. Hoy hago saber ante tan magnánimos miembros, miembras y miembres, utilizaba un lenguaje inclusivo pues entre los capados había uno que había decidido hacerse matasuegra, que propongo como recipiendarios a los nuevos miembros que ahora relaciona el Excelso Secretario cuando deje de quitarse los pellejos de la bocamanga.

El Excelso Secretario no se dio por aludido y cuando termino con tamaña tarea dijo los nombres propuestos por el Augusto Presidente Colorario de la Estirpe.

Los recipiendarios que recibirán la capa en forma de copa son los siguientes:

Señora Zen Ardien, que dirige con éxito una red de instituciones dedicadas a la humanitaria labor social del “meteysaca” y que desde a partir de su ingreso todos los miembros corolarios tendrán sitio reservado en una cheslón.

Ilustrado Listo Tonto del Bote, que es miembro del consejo de ministro desde que su padre lo colocara cuando tenía la tierna edad de 56 años. Gracias a este ingreso esta Augusta Estirpe tiene garantizado todas las subvenciones que iban dedicadas al sector agropecuario porque la notoriedad de las Babas de Alcanfor es mucho más que otras y otras.

Y por último Don Yo, que tiene como único mérito ser hijo de su Augusto Yo y que con su presencia garantizará que la misma línea de sangre se mantenga en la presidencia de tan Alta Estirpe porque de todos es sabido que aquí se trabaja desde la democracia más vital y segura.

Los tres nuevos recipiendarios tendrán que pagar por su ingreso en carne, acomodos y nuevos egos respectivamente.

Una vez tomada posesión de sus respectivos cargos, bacanal incluida en la terraza del palacio del deshielo, el Augusto Presidente destituyó ipso facto al Magnánimo Vicepresidente porque se había liado con un estudio que le había encargado de él mismo. Nombró con todos los honores y el ribete pertinente a su hijo Don Yo que ese día creció de ego y prestigio no solo ante la Estirpe sino también ante la sociedad de declamadores de humo.

Después de la meditación tras la Suprema Baba en el sillón presidencial el Augusto Presidente Corolario de la Estirpe con capa en forma de copa, ribetes y jalones en las medias altas pensó que ya su hijo Don Yo tenía que buscar lo mejor para expandir la especie de los Egos Lustrados y tener un hijo al que pondrían Mini Yo que lo sustituyera en la Estirpe cuando estiraran la pata después de un ataque  Soberbia que es la muerte natural de los de su familia y él se veía que estaba cerca pues ya ni se aguantaba así mismo.

Don Yo entabló relaciones con Melindrosa del Yo Fermosa con la que casose y tuvieron su natural hijo descendiente de la mejor Estirpe. Le Fue impuesto el nombre de Mini Yo que con el paso del tiempo cambiaría a Yo a secas y cuando fuera de bien sucedería a su padre Don Yo en el mismo Yo.

Melindrosa, que no podía ver a su suegro porque decía tenía baba en la comisura de las legañas, de siempre ha sido arcana con su esposo desde el desposorio marital pero desde que tuvo a esa criatura con la que continuaba el Estirpe fue a peor pues su Augusto suegro, su Don marido, y su mini Yo hijo siempre estaban juntos comparándose unos a otros en su respectivo Yo.

Melindrosa conoció un día a Excelso de la Pléyade que era Corregidor en Imprentas Varias y le gustó tanto su conversación en muda sintonía que a la mañana siguiente vivían juntos, dicen que también revueltos, en su Palacio de la Guillotina Quebrada. Era tal el amor que le tributaba que Excelso de la Pléyade obsequiaba todos los días a su amante con una impresión hecha a la antigua usanza del desayuno que debía servirse o clock ni un más ni menos.

Don Yo, no podía aguantar el ornamento óseo que le regaló su malpreciada mujer y aunque intentaba mantener el tipo no podía hacerlo sin perder el equilibrio en constante ocasiones.

El Augusto Presidente Corolario que además es padre de un cornudo y abuelo de un Yo, aunque mini, en potencia se dedicó más al pequeñín pues el vicepresidente corolario había perdido el norte porque corneaba a cada esquina.

Don Yo fue desheredado de los rimbombantes cargos, de la Estirpe e  incluso de uso del Yo por ser un atributo familiar. Fue rebautizado, su ex-Augusto padre lo pagó todo para que quedara finiquitada la relación con ese ex-hijo tan maltrecho de sienes para arriba. Y Don Yo pasó a llamarse Don Corno.

Del Augusto, de Maxi Yo y de toda su Estirpe nunca más se supo salvo para recibir los estipendios que se acordaron tras el abandono del linaje familiar acordado. De la capa en forma de copa  se hizo un gabán para pasear por la popa del navío que lo lleva a otros mundos donde esconda su vergüenza entre calas y culos…

En ese viaje, que dio un viraje a su vida, conoció a Gnbo Ggueno, que ejercía de capitán del barco desde que su titular muriera ahogado en una salsa de pirañas con tropezones.

Gnbo era alto, con nombre extranjero, moreno de sol, de mar, de la brava o qué  más da. Le cogió por los hombros un día de noche triste que Don Corno pensaba tirarse por la borda de la mar y poner  fin a tanto infortunio, el no ser Yo pesaba más que los cuernos que Melindrosa le puso sin piedad.

Manos rudas y fuertes que lo sujetaron sin pasión, él mareado a algo duro, fuerte, se agarró y viendo que no había pasamanos Don Corno se asustó y comprobó que su propia mano estaba en el potolón que no es parte del barco para asombro de su propio Yo. Desde entonces no volvió a ser el mismo y ahora es reo de cama y habitación, que Melindrosa se fue con uno, su ex-augusto padre lo desheredó, y cuando todo lo tenía perdido encontró un navío, un capitán, su potolón, y ahora su Yo ya no importa mientras tenga enfrente o donde quiera a su otro Mega Yo.

Esta reciente relación ha sido portada de todos los periódicos de Egos de Sociedad pues el capitán no lo era, era el dueño de navío, y desde entonces Don Corno vive a cuerpo tendido...

Moraleja: Cuidado con los egos que te capan y no te dejan ver lo que tienes a la espalda.

Jesús Rodríguez Arias

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