sábado, 1 de julio de 2017

ORGULLO DE SER RETAL DE TELA.




Días donde todos muestran el orgullo de su orgullo, días de reivindicaciones varias, días donde el arcoíris se mezcla con las tormentas de verano, días de tanto y tanto pero ningún día dedicado a los retales de tela.

¿Qué os hemos hecho?

Desde que dejé de ser hombre, desde que dejara de gustarme las mujeres, desde que dejé de pertenecer ese anacronismo llamado heteropatriarcado, desde que abandoné la caduca heterosexualidad y decidí convertirme en género y más concretamente en retal de tela no he dejado de conocer tipos de género muy interesante aunque me sienta desolada o desolado pues nadie tiene un día, ni una hora que dedicar a la sensibilidad de un retal de tela que llora su tristeza en los entrepaños de su algodonoso corazoncito.

En estos días donde se puede ver toda clases de desnudeces yo me arrugo más que el lino porque la tristeza me hace sentirme como manchada servilleta.

De un tiempo para acá nada más que hacen poner banderitas. ¿No sabéis el daño que nos hacéis a los retales de tela que han sido penetradas por la aguja violadora?

Por favor quiero mantener la calma que si no voy a parecer lana escocesa o simple esparto.

Todos y todas me preguntan que tipo de tela soy. Unos y unas dicen que algodón, otros y otras que seda, algunos y algunas que si lana o incluso felpa. Los más osados y osadas llegan a aventurar que si como mucho llego a poliéster...


Y digo yo, ¿qué importa el género si soy género y me siento retal.


Un día me levanto como una seda y otros días como un tul. A veces me parezco más a la cachemira o al crepé. Cuando estoy ceremonioso me encanta ser damascado y si no puedo más algodón. Cuando llega el frío abrigo como la lana que me gusta como la franela.


Suave como la seda, cuando me hieren soy como la lona, si estoy vaporosa a lo mejor llegó a organdí, si quiero mostrar mi calidez me ven como paño.


O popelina, raso, rayón, tafetán, vellón, velur, suplex, pelo de camello, polar...


Si quiero ligar me vuelvo satén para me que sientan como un terciopelo o calentito como un polar.


Soy retal de tela y el género dentro del género poco importa. ¡Digo yo!


Esto es lo bueno de ser género que uno es lo que quiere ser en el momento que desee ser.


Si nací hombre y ahora soy retal de tela es porque hemos ido avanzando hacia una sociedad versátil, diversa, asexuada donde el sexo importa para lo que importa y nada más.


Mi amigo hilo quebrado y mi amiga bovina de lana siempre dicen que ellos antes eran hombre y mujer, después fueron mujer y hombre, más tarde niño y perro, conejo y pez, cómoda y mesilla de noche hasta que descubrieron que su verdadero género es no tener género definido. Siempre me dicen que después de ser hombre y ahora ser retal de tela no implica que mañana sea muñeco de porcelana o mosca cojonera.


El otro día decidimos dar un escarmiento a quienes nos hacen sufrir, los que nos exterminan para hacer de nosotros lo que ellos quieran. Una cosa es la manipulación genética o de género que si es importante y otra es cortarnos y cosernos sin escrúpulos como si no fuésemos imprescindibles para esta sociedad plural y pluralista donde no caben los heterosexuales, las personas, los seres humanos porque representan lo pasado, lo caduco, lo que no debe existir.


Sí, os estoy hablando de las sastrerías que son el campo de exterminio de todos los retales de tela sean del género que sean.


Decidimos hacer un escrache de esos y plantarnos en sus puertas para protestar silenciosamente a grito pelado, denunciar ante el mundo y la sociedad, ante el género de los géneros, que ya está bien lo bueno que es perverso como es la manipulación penetrante que corta y rasga para hacer camisas, blusas, vestidos o trajechaquetas, también llamados ternos, para vestir la desnudez que es lo bonito, lo diáfano, lo que en verdad uno es.


Y nos plantamos delante de la sastrería más antigua que conocíamos reivindicando nuestros mancillados derechos. La gente, antigua, obseleta, nos miraban con cara de cachondeo, murmuraban y nos decían que éramos unos majarones, que debe ser otra clase de género, y algunos hasta entraban haciendo cuchufletas.


Permanecimos impávidos e impávidas ante lo grotesco de tan insolidaria situación.


Pasaron las horas y ningún género vino a solidarizarse por lo que decidimos posponer la protesta simbólica hasta recabar apoyos de los colectivos más sensibles que el tul o la seda.


Hilo y Bovina han decidido pasarse a la "otra acera" y ahora son carrete de kodak y flor de plástico para el cementerio porque según ellos a estos ni les tocan.


Yo sigo siendo retal y ahora me siento tan mullido como la foan y más bonito que un damascado. Siento orgullo del orgullo de ser retal que no le importa el género porque de género va la cosa.


Jesús Rodríguez Arias








No hay comentarios:

Publicar un comentario