sábado, 29 de abril de 2017

SOY RETAL DE TELA Y ROPASUELTA




Cuando era hombre, con atributos de hombre, me gustaban las mujeres, estaba casado y era “normal” para esos que viven todavía bajo el yugo del “heteropatriarcado” me gustaba mucho la Semana Santa y después la Feria pero ahora que soy género y retal de tela me gusta mucho menos.

Por supuesto carezco de creencias porque un retal de tela no cree ya que es una pieza más de la fábrica en la que se convierte la vida donde todos somos iguales menos en el género que puede, debe, ser lo más variopinto posible.

¿Os habéis dado cuenta la agresión que supone estas próximas semanas para los retales de tela? ¿Cuántos trajes, vestidos, túnicas y demás enseres se confecciona y estrenan estos días? ¿Cuantas penetraciones, auténticas violaciones, sufrimos los retales de tela que perdemos nuestra original compostura para ser simples objetos? ¡Somos género pero tenemos sentimientos!

¡Qué bien te queda ese vestido chiquilla! ¡Hay que ver que bonito va el niño vestido de managuillo! ¿Y el de Primera Comunión? ¡Pero que bien plantado te ha quedado el traje de chaqueta! ¡Qué preciosidad de traje de gitana llenito de volantes!

Cada vez que escucho estas cuestiones me arrugo y no doy ni para cuarto y mitad.

¡Todo es una violación a nuestros derechos como retales de tela! ¡Ahora comprendo a las feministas radicales que quieren acabar con el género masculino que consideran la penetración un atentado, un delito! Nosotros, los retales de tela seamos o no género, también somos violentados y penetrados por la aguja asesina, por el hilo que ata y esclaviza y por el dedal que ayuda a zaherir nuestros vaporosos sentimientos!

Por favor cuando en estas fechas veáis a una mujer de mantilla, de novia o trajeflamenca no echéis cuenta de su guapura y elegancia sino en el desgarro de los retales de tela que han sido víctimas de los más innobles vejaciones para que ella luzca de la manera que luce.

¡Tenía que decirlo!

Una vez hecha esta defensa de mi género quiero hablaros de una historia que me sucedió el otro día y que me hace estar a gusto con mi lugar en el mundo como retal de tela que soy.

Un amigo que también es género y que por obra y gracia de la ideología que nos une se ha convertido en alga marina me dijo que me iba a presentar a alguien que nos defendía siempre pues también es género.

Me alegré sobremanera de esta circunstancia pues desde que diera el paso no he parado de conocer cosas que también se han ido convirtiendo en género según mandan los tiempos.

Parecía un chico aunque por detrás bien podría ser una chica pues tenía una cola preciosa en el pelo aunque también podría ser caballo o yegua pues en ese momento no conocía su género.

Tenía un cuerpo escurrido, delgaducho, de pantalón caído por detrás y con algo de chepa. Me parecía un hombre aunque también podría ser un espárrago triguero. Según me iba acercando escuchaba la voz de chico que hablaba con el móvil que también este último podía ser género y ser otra cosa.

Vestía una camisita blanca, un pantalón gastado vaquero, unas zapatillas de deporte de marca y un yersi piquito color lila.

Se volvió y entonces se confirmó mis sospechas cuando le vi la cara y la rala barbita que le poblaba esta. Sin duda alguna estoy ante un nuevo género porque este no puede ser ni hombre ni mujer sino lo que él quiera cuando quiera o como quiera.

Me besó en la comisura del dobladillo y me dijo que estaba orgulloso del paso que había dado, que había que enterrar al heteropatriarcado, que aquí nadie es ya hombre o mujer sino género y que él mismo lo era pues era un ropasuelta.

Se me abrieron todos los poros y se humedecieron los retales de mi ser. No podía creerme que estaba ante el mayor de los ropasueltas, el que iba a desterrar para siempre el sistema antiguo y darnos modernidad a base de piquitos en la boca, donde nadie es nadie y todos son lo mismo, donde el capitalismo ha muerto aunque sin tocar la coca-cola, los que critican la riqueza menos la suya, los que consideran que las parejas de otros también pueden ser las suyas, los que...

Temblé y parecía una sábana en un día de viento. La emoción estallaba como la bandera de un barco quemada de tanto sol en lo alto. Agradecía al alga marina el que me lo haya presentado porque lo admiraba más que norit y todo él me olía a lavanda.

Cómo sigo poco la tele, la radio, el internet no estaba bien seguro quién era el ropasuelta y tenía duda si se trataba de Er rejón, Monedero, Espinar, Julito, Garzón, Kichi, Diego, Bódalo el poeta o el mismo tirantes...

Intenté no arrugarme y pensar mientras me hablaba de la conveniencia de apoyar a las compañeras del libre sangrado en su lucha libertaria de sus pototos, de hacer todos el ramadán laico y expulsar a los católicos de la faz de la tierra, de bajar el sueldo a los militares y policías y aumentárselo a ellos que son los representantes del proletariado. Si nosotros estamos bien pagados podemos conseguir que algún día los demás los estén me dijo con total vehemencia y seguridad de palabra.

Intentó que donara parte de los hilillos de mis entretelas a la causa ropasuelta que todo ingreso nos viene muy bien.

Mi amigo alga marina percibió mi desconcierto pues aunque lo reconocía no me acordaba del nombre y estrechándonos uno con otro le dijo al ropasuelta:

¡Pablo, eres el mejor!

Entonces se me encendió el forro y me acordé del nombre y la persona que tenía delante mía a la que admiraba desde que diera el paso y me convirtiera en género, más concretamente en retal de tela y le dije con voz alta ahogada como algodón.

¡Qué alegría el haberte conocido mi querido Pablo Manuel!

Y se le agrió el gesto como a un vinagrillo...


Jesús Rodríguez Arias

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