viernes, 28 de abril de 2017

MI HOMENAJE A LA POLICÍA LOCAL: ESPECIALMENTE DEDICADO A JOSÉ ANTONIO JIMÉNEZ RINCÓN




Cuando ingresó en el Cuerpo eran otros tiempos donde España se iba definiendo a lo que ahora es: Un país democrático en una sociedad plural que quería caminar hacia adelante sin mirar demasiado atrás que en nuestro caso particular no siempre trae algo bueno.

No somos los españoles de echar atrás la memoria porque enseguida se nos vienen los recuerdos encima que pueden ser muy buenos o muy malos porque en esta nación los términos medios no es que no existan sino que no los tomamos demasiado en cuenta.

Pero él si era y es un hombre de término medio, de consensos, de conversar antes que imponer, de ejercer la autoridad desde la comprensión poniéndose en el “pellejo” del que tiene enfrente y eso lo hace ser uno de esas personas, de esos profesionales, de los que te puedes fiar sí o sí.

Orgulloso de ser lo que es mantiene la dignidad del cargo que ostenta y de los que ha ido ostentando a lo largo de su vida profesional como una máxima en la vida.

Hombre comprometido no solo con su profesión-vocación sino con la Ciudad a la que sirve de día, noche, tarde, madrugada...

Comprometido en su desarrollo, en su protección, en su día a día por medio de cuantas labores de carácter social, educativo, cultural que se precie. Ha hablado mucho, ha escrito mucho y ha guardado silencio cuando las palabras no sirven sino los hechos.

Involucrado con la Ciudad de su vida, donde se ha desarrollado como persona, donde ha creado una Familia, donde ejerce su labor desde el puesto que con los años, la experiencia, la formación lleva a cabo. Sí, diría que este buen amigo es un hombre comprometido que se involucra al máximo en lo que cree, en lo que quiere y en quienes quieres.

Puede haber cambiado mucho el tipo de uniforme pues este se ha ido adecuando a la línea de cada momento pero siempre con la misma placa en su pecho porque ha sido, es y siempre será Policía Municipal.

Un Policía Municipal de los de antes, de los de la vieja usanza, de los cercanos a los ciudadanos a los que sirve, a la Ciudad en la que presta servicio porque él es un hombre de distancias cortas, de miradas a los ojos, de abrazos fuertes y sentidos. Él es un hombre que siente la obligación moral de echar una mano en todo lo que pueda, todo lo que le pidan, en todo sitio donde su colaboración sea necesaria.

Gran conocedor de sus orígenes, sus tradiciones, la vida que rodea a la vida de una ciudad tan antigua como la nuestra que se pierde la mirada de la historia más allá de los títulos o los hechos heroicos que en ella confluyeron.

Amigo de sus amigos al cien por cien. Como un buen servidor, un hombre entregado a su labor, un ciudadano que dona su tiempo para servir a los demás, su espectro en cuanto a la amistad es amplio y va desde toda condición social y política. Pienso al igual que él que para ser Amigo lo importante es saber profundizar en el tamaño del corazón que es lo que importa, lo único válido pues lo que piense será secundario. Tiene, y tengo, muy buenos amigos que lo son porque son no por lo que opinamos en momentos oportunos de la vida.

Cuando converso con él indefectiblemente se me viene a la mente la imagen, la figura por lo que es y representa de mi querido y buen amigo Antonio Benítez Román que también es Policía Municipal, el único que hay en Villaluenga del Rosario, que también es de la vieja escuela, de los que han hecho grande su profesión día a día por medio de ejercer la autoridad desde el entendimiento, desde las buenas maneras, desde la amable conversación.

Son los Policías que ya van peinando canas, los que han echado los dientes en la calle, en las dificultades, con sus convecinos los que se sienten orgullosos de ser lo que son, de pertenecer al Cuerpo que pertenecen, los que hacen grande la Policía Local, los municipales de toda la vida.

Es de esa clase de personas que con solo decir su nombre y apellidos se sabe quién es, cómo es, su categoría personal y profesional queda avalada con solo mencionarlo. Y lo vemos con su uniforme azul, su inseparable placa en el pecho y también con su pistola u otros elementos de defensa aunque es curioso, en este tipo de personas que son buenas de por sí cuando se piensa en ellas se les ve sus ojos que irradian confianza, su aspecto, su voz, su uniforme azul, su placa pero tienes que hacer esfuerzos para recordar si lleva o ono pistola pues estos servidores han hecho de las armas accesorios complementarios y no al revés, han preferido convencer con obras que siempre serán amores así como razones.

Tengo que reconocer que lo conozco hace muchos años, que lo conozco como ciudadano, como amigo, como compañero de Ayuntamiento y en todos los lugares donde he coincidido siempre ha sido el mismo: José Antonio Jiménez Rincón que es y será siempre un enamorado de nuestra bendita Isla de León, de su Familia y de la Policía Local de la que es un firme, ferviente y entregado defensor que es más grande si cabe con personas como él.
Hoy viernes vuelvo para abrir mi ventana y esta vez hacerlo en forma de modesto homenaje a este querido amigo, compañero y sobre todo Policía Municipal.

Sirvan estas palabras para mostrar de alguna manera mi reconocimiento a tantos que visten uniformes azules con sus placas en el pecho y que conforman la Policía Local en todos los pueblos y ciudades de nuestra bendita España.


Jesús Rodríguez Arias

Foto: José A. Jiménez Rincón

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