viernes, 4 de marzo de 2016

MI PARTICULAR HOMENAJE A LOS POLICÍAS QUE VIGILAN A PIE DE CALLE.




Llevo unas semanas en las cuales abro mi particular ventana como cada viernes de una manera más personal, más íntima, más cercana, más nuestra.

Está bien el escribir aportando cuantiosos datos de las labores, misiones y servicios que prestan nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado aunque ello también una nota de frialdad que en este tipo de artículo como el que ahora estoy escribiendo no se dan.

Volveré en próximas semanas a escribir sobre estas misiones, estos servicios y seguiré aportando esos datos tan pocos conocidos generalmente aunque hoy prefiero abrir mi ventana de forma suave, tranquila y con la calidez que me da la cercana chimenea que ilumina y da calor al hogar.

Hoy mis palabras van dedicadas a esos Policías que se patean la calle, que mantienen con su sola presencia la seguridad ciudadana, los que están para ayudar en primera instancia y también para enfrentarse a  cualquier problema o delito que se pueda cometer.

Suelen ir en pareja, suelen vigilar a pie de calle o recorriendo cada palmo dentro del coche, suelen ir pertrechados con chalecos antibalas y en ocasiones muy excepciones incluso con metralleta.

Son los Policías que cada mañana, tarde e inclusive noche están por las calles de nuestras ciudades vigilando que nada que no tenga por qué pasar suceda. Son esas personas siempre amables, respetuosas, que a fuerzas de tratarlos vas conociéndolos y ya no son la Policía sino Juan, Antonio, Pepe, María, Carlos, Manuel...

Cuando a uno de nuestros Policías se les pone nombre propio se crea un puente de afecto y ya no son unos desconocidos sino amigos de ese lugar, de ese barrio, de esa calle que recorren a cada palmo ofreciendo algo más que seguridad.

Y cuando esos Policías, que ya para nosotros tienen nombre y apellidos, son depositarios del cariño de sus conciudadanos a los que ven, tratan y protegen todos los días entonces no es raro verlos cuando no están de servicio en cualquier actividad que se desarrolle por la zona porque a fuerza de tratarlos se convierten en verdaderos amigos.

Ciertamente no sé explicar el por qué nos impresiona tanto la presencia de un Policía cuando su único fin, su única meta es la de protegernos. ¿Qué es lo que tememos si nosotros no hemos hecho nada, si tenemos la conciencia tranquila?

Con el tiempo ya esa pareja de Policías no son dos extraños que caminan cada palmo de calle sino dos amigos del barrio, dos personas no solo en los que confiar sino que se les tiene confianza, al que se les conoce en su labor profesional como también en lo personal pues si algo tenemos bueno los españoles es que cuando cogemos confianza y nos sentimos a gusto nos abrimos a los demás.

Y esos dos buenos queridos amigos vestidos de azul que desempeñan con ejemplaridad su misión como Policías son los que están siempre a las duras y a las maduras, los que da gusto saludar e intercambiar una conversación porque ya forman parte de uno, del lugar, de la calle, del barrio, de cada casa.

Son las personas a las que primero acuden porque saben que en ellos si se puede confiar.

Por eso la grandeza y también la complejidad de la labor cotidiana de preservar la seguridad ciudadana porque lo mejor de las personas sale cuando se encuentran tranquilas, seguras, cómodas y confiadas. Todo eso suele pasar cuando atisbamos desde nuestra ventana la figura de esos ángeles de azules, de esos queridos Policías que ya son por derecho propio parte de nosotros, de nuestras familias, de nuestro hogar.

Y aquí asomado a mi ventana, que bien sabéis es la vuestra, veo como se alejan esos dos Policías que cumplen su servicio a pie de calle.

Con mi admiración y respeto.


Jesús Rodríguez Arias

1 comentario:

  1. Efectivamente, estos ángeles de azul con su sóla presencia crean un clima de tranquila serenidad entre los vecinos del barrio. Como muy bien dices, querido amigo, los españoles, cuando cogemos confianza solemos abrirnos a los demás y terminamos compartiendo con nuestros policías las anécdotas del día y hasta cuestiones personales, cuestión que da lugar a una mejor interacción entre los vecinos y los policías que día a día vigilan nuestro entorno más cercano. Mi reconocimiento más agradecido a la labor de estos seres humanos, ángeles de azul. Por la profesión que he ejercido conozco personalmente a muchos de ellos a nivel personal, son personas cercanas, sencillas, como tu y como yo, con su familia, su hipoteca, a veces con problemas familiares, como cualquiera de los que estamos leyendo este artículo. ¿Quién no quiere la presencia de los ángeles azules?, pues está claro, el que algo teme, el que prefiere verlos de lejos, el antisistema y el que seguramente ha tenido algún que otro problema con la Ley. Felicidades amigo Jesús, y un fuerte abrazo desde Almería.

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