viernes, 12 de junio de 2015

A ESOS JINETES DEL ASFALTO



Resultado de imagen de guardia civil trafico motosLos elegantes jinetes de la carretera van encima de esos impresionantes corceles para resguardarnos a los que circulamos de todo peligro que nos pueda acaecer. 

Ya no hay bandoleros, ni bandidos que asaltan las diligencias como antaño, ahora los peligros son otros que no sé si mejores o peores aunque si diferentes. 

Estos guardianes de la paz, de la justicia, de la ley y el orden nos protegen de esos “locos” que con su atrevimiento o sus descuidos ponen nuestras vidas en peligro. Son la mano amiga cuando ocurre algún percance, un accidente o simplemente nos sentimos indispuestos están allí para ofrecernos socorro y también auxilio. 

Jinetes llenos de hidalguía que vestidos de verde salen todos los días por esos caminos y carreteras de Dios para entregar cada segundo de su vida por cuidar a la de los demás. 

Así veo “desde mi ventana” a los miembros de la Guardia Civil de Tráfico. 

Con el pasar de los años, con la llegada de ese progreso que nos ha acercado tanto, con el devenir de la propia historia he podido observar como las motos han ido también evolucionando para bien aunque si le preguntamos a uno de esos Guardias que se llevan horas encima de las mismas seguro que nos dirán lo que le sobra y falta para ser un instrumento eficaz para la misión a desarrollar cada día en cada lugar donde ejerzan su misión. 

No conduzco pues le tengo un miedo atroz a sentarme delante de un volante. Lo he intentado en dos ocasiones pero os puedo decir que el solo hecho de arrancar y conducir unos metros con el profesor al lado se me paraba literalmente el corazón. Sé que hay un nombre para esa “fobia” tan particular mía pero no me he aprendido tal vocablo. 

Y como no conduzco pues siempre voy sentando en el asiento que está justamente al lado del conductor. Soy algo distraído y me suelo entretener con cualquier cosa y no os podéis ni imaginar la tranquilidad que me entra cuando diviso a la lejanía a estos particulares jinetes vestidos de verde en sus veloces corceles que van traspasando el propio tiempo a cada kilómetro que hacen. Son justamente los momentos de más tranquilidad porque me siento cuidado, seguro de que si pasa algo, que no tiene porque pasar, ahí están ellos para echarnos esa mano tan necesaria y tan vital. 

Motos blancas con trazos verdes que pasan por nuestro lado como un haz luminoso pues los kilómetros son muchos a controlar y el tiempo relativamente poco. 

A lo mejor te lo puedes encontrar en cualquier rotonda o al inicio de un camino secundario donde bajados de sus motos nuestros ángeles de verde otean ese horizonte que tienen frente a ellos y que algunas veces es inmensamente bello aunque otros demasiado triste y frío ensimismado en sus pensamientos aunque siempre vigilantes para que no suceda nada de lo que no deba suceder. 

Cuando vuelven a sus casas recuperan el sosiego y la tranquilidad de no vivir en alerta constante. Hoy mi pensamiento y memoria se detienen, a modo de particular homenaje, en todos esos Guardia Civiles que dejaron su vida en la carretera, en el asfalto, cuando desempeñaban su misión diaria de controlar, dar seguridad, vigilar y ser esa mano amiga que es ser un miembro más de la Guardia Civil de Tráfico. 

Hoy, cuando veas pasar junto a ti ese blanco corcel que cabalga raudo por nuestras carreteras con un hidalgo jinete vestido vestido de verde o te lo encuentres en actitud vigilante en cualquier parte del camino dale las gracias no parando el coche, eso puede ser muy peligroso, sino con una sonrisa o una sincera gratitud salida del corazón. 

Los miembros de la Guardia Civil así como todos los que componen los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado se merecen que al menos nosotros le demos las gracias, le insuflemos ánimos, le apoyemos en público y en privado porque de quejas, insultos, menosprecios o ataques de desagradecidos ya tienen bastante. 

Por eso hoy he vuelto abrir mi ventana simplemente para expresar mi sentir de cuanto veo y siento por vosotros donde públicamente os digo :¡¡GRACIAS!! 

Con mi admiración y un fraternal abrazo, 

Jesús Rodríguez Arias 

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