sábado, 6 de diciembre de 2014

¿"SORAYO"? ¡NO, GRACIAS!



Hace tan sólo unos días que el presidente Rajoy eligió la persona que debía sustituir a la dimisionaria Ana Mato como ministra de Sanidad.

Desde que saltara el escándalo y dimitiera la fiel escudera del inquilino de la Moncloa muchas fueron las "quinielas" de los ministrables y ninguno se ponía de acuerdo pues todos los perfiles eran bajos y grises tecnócratas.

La persona elegida no fue un profesional de la materia sino un político profesional aunque también de perfil bajo y gris como es norma general en el partido mayoritario y demás organizaciones políticas del actual arco parlamentario. Los que están por venir salvo honrosas excepciones también están apañados.

Alfonso Alonso el hasta ese momento portavoz del grupo popular saltaba al firmamento ministerial con el apoyo y las bendiciones de la persona que en realidad manda en España: Soraya Saénz de Santamaría.

Qué España es diferente se nota nada más con observar todo desde una perspectiva tranquila y pausada. Constitucionalmente tenemos una monarquía parlamentaria donde el Rey ejerce las funciones de Jefe del Estado y el Presidente del Gobierno es el primer ministro de otros países sin tradición monárquica.

En esta España que nos alumbra, ahora más porque estamos a unos pasos de estar en Navidad, el Rey Felipe VI parece ostentar la dignidad de máximo representante exterior siendo el Jefe del Estado el Sr. Rajoy que gobierna desde la distancia y la Primera Ministra la Sra. Sáenz de Santamaría que es la que verdaderamente maneja los hilos, quita y pone a su entera voluntad, decide que leyes son las que salen hacia adelante, las que se retiran y las que son postergadas en el baúl del eterno olvido.

Los demás ministros ejercen sus funciones aunque siempre atentos en agradar a Dª Soraya, que es la que manda, y al alejado Jefe del gobierno el impávido Sr. Rajoy.

Me acuerdo todavía cuando Valladolid, ciudad a la que quiero, tuvo para su "historia" particular el contar con la Sra. Soraya como pregonera de la Semana Santa en el año 2012 y no porque fuese mejor o peor sino porque nunca ha ocultado su agnosticismo y claro para hablar de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo y más en una ciudad de amplia tradición cristiana como Valladolid resulta chocante por no decir grotesco. Al menos cumplió con el expediente haciendo un alegato del interés turístico de tan importantes fechas.

El ministro Alonso, gran amigo, fiel seguidor y escudero de Sáenz de Santamaría, ha declarado que es "Sorayo puro y duro" y gracias a ese afecto demostrado con hechos y palabras pues ahora puede pasear la cartera de ministro con el impulso de esta poderosa mujer que tanto temen propios y extraños.

Ya los movimientos Pro-Vida lamentan el desafecto del nuevo titular de Sanidad a la protección del no nacido y es que no se puede pedir peras al olmo. ¡No se puede ser "Sorayo" y defensor de la Vida a la vez.

Estamos en un periodo pre-electoral donde muchos sillones regios en ayuntamientos, diputaciones y parlamentos se están moviendo y no sólo porque pueda cambiar de ilustres posaderas pues los que están sean apeados de tal dignidades sino porque muchos pueden ser eliminados de las respectivas listas por las razones que sean.

A los cargos, políticos, a los aspirantes que quieran ser algo o alguien dentro del actual partido gobernante hay que decirles, que una vez los conservadores, los liberales y los democristianos han sido apartados y se les ha enseñado amablemente la puerta porque al parecer sobran, que lo que deberían hacer es llevarse bien con la que manda, decide e impone porque un cargo es una alta representación y dignidad aunque si no cuenta con el beneplácito de la "jefa" del gobierno puede ser lo más probable que todo se quede agua de borrajas.

Os propongo un slogan: ¡Si quieres llegar a algo tienes que ser "Sorayo"!

Aunque os tengo que confesar que a mi doña Soraya me cae bastante mal y la quiero lo más lejos de mí que se pueda y como defensor a ultranza de la libertad de opinión, de creencias, de la Vida, de la coherencia y no tengo ninguna filiación ni querencia a ningún partido político y menos a esos que defraudan tanto a tantos, como democristiano convencido que nunca vencido, declaro a los cuatro vientos de esta particular ventana mi total desafecto a la ínclita vicepresidenta del gobierno así como de todos los que son, se sienten, admiten, consienten y declaran como "Sorayos".

Soy de esos que dice: ¿"Sorayo"? ¡No, gracias!

Jesús Rodríguez Arias

Nota: Y como decían Tip y Coll: ¡Otro día hablaremos del gobierno!


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