sábado, 9 de septiembre de 2017

SERAPIO Y LOS ROPASUELTAS




Serapio no salió nunca de lo redondo del pueblo porque creía que se perdería. Una vez tuvo que acompañar a su sobrino a la capital a comprar un pasaje para el tren pues el chaval se iba a estudiar a la universidad y a punto estuvo de perderse aunque después de unas horas era encontrado a doscientos metros de la estación peleándose con cacharro de la zona azul pues se imaginaba que sería unas cabinas de esas...

Que Serapio era más bruto que un arado es una apreciación inexacta pues lo era además también era más simple que el mecanismo de un botijo aunque de siempre fue un hombre de fiar como toda su familia.

A Serapio nadie le engañaba y aunque no sabía ni leer ni escribir hacía los tratos más provechosos en el menor tiempo posible.

Él junto a su hermano Gerón trabajaban las tierras que su padre le dejara cuando murió.

Gerón estaba casado con Segismunda y tenía tres hijos, dos chicas y un chico, que eran la alegría de ese pobre aunque honrado hogar.

Serapio vivía solo en la casa que se hizo con sus propias manos en el campo y allí pasaba las horas que no estaba trajinando tallando troncos de madera pues de siempre fue muy habilidoso.

Tanto Serapio como Gerón eran el prototipo de gente normal, sencilla, humilde y muy trabajadora que han conseguido reunir lo que tienen con mucho sudor y mucha sangre que ha quedado prendida en la azada, en la tierra y en la guadaña.

Eran el prototipo que si tenían que “socializar” como dicen ahora los cursis se van al bar del Eustaquio a tomarse unas chiquitas mientras juegan al dominó y ven el partido de fútbol.

Son el prototipo de esos que ni les va ni les viene la política, los índices de mercado, ni todas esas monsergas que se sacan de la manga esos enchaquetados de nuevo cuño que hacen y dicen lo que haga falta con tal de no trabajar en su puta vida. Bueno, enchaquetados y no tan enchaquetados porque no hay nada que más le repugne a Serapio que un ropasuelta.

¡Son unos vividores! Decía para todo aquél que lo quisiera escuchar. ¡No han trabajado en su vida y se creen que con esas greñas y ese pestazo a sudor se igualan a los que trabajamos de sol a sol que tenemos más decencia que todos ellos juntos!

Esto lo decía elevando la voz cada domingo después de la Misa, no porque él fuera que no iba, sino porque en ese momento venía Mauro, el cura, que según dicen es muy amigo del Padre Ángel y un gran defensor de algo tan arcaico como la teología de la liberación. Junto a Mauro, por favor no me llames padre, siempre iban una camarilla de ropasueltas encabezados por el hijo de la Engracia, la boticaria, que había estudiado en la Complutense esa y había conocido en persona a dos referentes mundiales en integridad: Pablo Manuel y Monedero.

“No te puedes imaginar lo disgustada que está la Engracia desde que el niño ha dejado los estudios y se ha hecho político ropasuelta”, comentaban en el bar.

La Engracia, como así todo el pueblo la llamaba menos su hijo que le decía progenitora, daba gracias al viejo crucifijo que presidía la antigua iglesia porque Cosme se fuera hace unos años y así no viera a su hijo que le había salido rano.

Todos los jueves tanto Vivencio, hijo de la Engracia, y una camarilla se formó el primer círculo que había en el pueblo. El tema de espiritualidad lo llevaba Mauro, por favor no me llaméis padre, y unos días empezaba la reunión con algunas palabras de Pablo Coelho, otros de Buda, algunas de Monedero aunque lo más de lo más era citar al Ché o al mismo Otegui al cual conoció hace mucho cuando los dos frecuentaban las herriko tabernas. A Cristo ni se le citaba ni se le esperaba pues Mauro podría ser párroco pero no se sentía muy cura mientras esta iglesia arcaica no se una a las demás religiones de paz y se cree una sola que abarque todo haciendo de la tierra un nuevo orden mundial.

Y es que Mauro nos ha salido un poco “masonazo”, perdón mamonazo.

Pánfilo, que era el alcalde de la coalición “arco iris” que desbancó a Don Grato, el viejo profesor y alcalde durante más de 25 años seguidos por el partido independiente y el cual nunca cobró del erario público y menos sus concejales aunque desde que entró el pusilánime de Pánfilo el tema de sueldos se ha incrementado un 2000%. ¡Cosas del desarrollo como bien decía el que ejercía de alcalde!

Don Grato se había retirado de sus labores municipales y ahora llevaba una vida tranquila con su mujer y disfrutando de sus nietos. Muchos son los que se le acercaban a diario para mostrarle su cariño y criticar a los pendejos que gobernaban tan bello y trabajador pueblo.

“Desde que usted se marchó, Don Grato, esto se ha convertido en un puticlub” y Don Grato con cierta sorna se refería al pánfilo del alcalde para decirles: “'Cosas del desarrollo!”, mientras los miraba a los ojos con preocupación.

El cargo de portavoz en la oposición lo había cogido Eusebio, el hijo de Paco el carnicero, que había estudiado Económicas y la verdad sea dicha llevaba a mal traer a los nefastos regidores que gastaban donde no había y subían los impuestos por sus progresistas cojones. Tres denuncias por prevaricación, malversación de caudal público y otra por amenazas estaban ya en manos de la Fiscalía.

Pánfilo, con la idea de ganarse también a estos ropasueltas de nuevo cuño, le ofreció un cargo por toda la cara, perdón de confianza, a Vivencio. El alcalde le dijo que comprendería que quisiera consultarlo con su círculo pues le iban a dar el máximo nivel y también el máximo sueldo con la única promesa de que tenía que “trabajar” dos horas al día y sobre todo no “dar por culo” a este gobierno arco iris y de demostrado progreso.

Vivencio se lo pensó, sin consultar a la Engracia porque lo hubiera echado de casa, y sin pedir ni dar cuenta al círculo acepto este reto profesional de trabajar por el desarrollo y progreso de su pueblo. Esta designación tuvo la bendición de Mauro que en la dominical con todas las señoras y algún caballero del pueblo dijo que el servidor público no está pagado para todo lo que tiene que llevar a cabo en nombre de la localidad, que deberíamos todos dar gracias al alcalde Pánfilo por su buen hacer, por cambiar esta imagen retrógrada del pueblo, por hacer que el orgullo penetre poco a poco y por colocar a Venancio de asesor con un sueldo mísero de 5,500 euros al mes.

Mauro había sido designado para tratar el tema de la introducción de la defensa de la ley de género en las catequesis pues como buen discípulo del Padre Ángel quería que la iglesia se abriera al mundo como el mundo desarrollado y de progreso quiere.

Hay que decir que desde la llegada de Mauro, por favor no me llaméis padre, a la única parroquia del pueblo el nivel de asistencia a sus misas ha descendido más de 95% y solamente cuando sale la patrona congrega a todos menos a los ropasueltas y los del arco iris que hacen el feo de no asistir pues como ellos dicen son los gobernantes de todos pero no de los cristianos y menos de esos arcaicos católicos que todavía andan en esas cimas del “heteropatriarcado” tan lesivo para el desarrollo de la propia humanidad.

Se acercaban de nuevo las elecciones y tanto la coalición “Arco Iris” como los ropasueltas se hicieron de hecho pareja con el gran partido “Por nuestro desarrollo”, que no les faltaba razón porque ninguno de ellos había progresado más desde que eran munícipes.

Pánfilo líder del nuevo partido y alcalde sería el candidato, Venancio, líder de los ropasueltas, asesor más que pagado e hijo de la Engracia para todo el pueblo, iría de segundo y el tercero, que fue la sorpresa más mayúscula, se presento Mauro, no me llaméis padre, porque había que ofrecer otra imagen de la institución tan “arcaica” que representaba y que él quería empezar a cambiar desde las bases. No olvidemos que las bases es el recurso de todo izquierdoso pero que después se la pasa por la hoz, el martillo y el mismísimo carajo y perdón si ha sonado a machista es que yo soy de los del “heteropatriarcado”.

Mauro, no me llaméis padre, había pedido una audiencia con el mismo Papa de Roma para hablar de todo esto y más aunque al parecer su carta nunca llegó pues nunca recibió ni el acuse de recibo.

“Me extraña mucho que no me haya llamado porque el camarada obispo de Roma llama a todo el mundo”, decía Mauro, no me llaméis padre, mientras se tomaba su chiquita en el bar de la esquina a la parroquia.

Por el partido independiente se presentó su actual líder Eusebio con una lista de hombres y mujeres que representaban al cien por cien de su pueblo, que lo querían y se comprometían a trabajar con él para sacarlo del atolladero que estaba metido tras el gobierno del pánfilo del alcalde.

Venancio propuso cambiar la Plaza del General Muñoz, hijo predilecto del pueblo que consiguió la bilaureada en la guerra de África, por “Orgullos y versátiles” en honor a la diversidad que tanto debe imperar en la sociedad.

Primer escándalo de la campaña electoral y casi todo el pueblo en contra.

Segundo escándalo de la campaña electoral fue la imputación de Pánfilo y su equipo de gobierno por malversación, prevaricación y cohecho... El juicio después del proceso electoral.

Tercer escándalo de la campaña electoral fue que el Nicanor le pegó un guantazo a Juan, el Guardia, sin venir a cuento porque decía que la autoridad, la ley y el orden eran avasalladores. Andrés Bódalo escribió desde la cárcel para solidarizarse con él.

Lo mejor es que el bueno de Mauro, no me llaméis padre, recibió su ansiada carta del camarada obispo de roma y ya se veía entre el consejo de cardenales aunque el fuera rojo fucsia.

Todos sus “logros”, todos sus “atrevimientos”, todas sus mamarrachadas habían creado escándalo público y fueron muchos los que lo denunciaron. A Mauro lo suspendieron a divinis y ya si que no hace falta que le llaméis padre. Se nombró a Don Carlos como nuevo párroco que era un chico más joven que él, que se preocupaba por la fe y el bienestar no solo de sus  parroquianos sino de todos sin excepción y que se ganó al pueblo en menos que canta un gallo.

Mauro, al que ya no se le puede llamar padre, tuvo que abandonar las comodidades tan arcaicas que tan bien disfrutaba y okupar una habitación en la pensión de Don Gertrudis que le dijo que nunca le gustó, que le parecía un mamarracho, que ella no puede ver a ese don Ángel del que tanto habla y que si no paga semanalmente lo echa a la puta calle porque es un sinvergüenza, que a ella no le engaña nadie.

Todas las sensibilidades le mostraron su apoyo y algunos la p..., pero eso no viene al caso.

Con este esperpéntico bagaje se presentan ante el pueblo para ser reelegidos y en eso que se fueron a casa de Serapio, que no había votado en su vida, para convencerlo que lo tenían que votar.

El viejo y curtido agricultor, con la tez ennegrecida y llena de arrugas hechas por horas y horas bajo el sol, los recibió en la puerta escopeta en mano pues no se fiaba de esa gentuza.

Pánfilo no se atrevió a decir nada pues se había cagado encima, Venancio dijo que se le había olvidado coger un optalidón y se fue en busca de su mamá con estómago descompuesto, todos sabemos lo valientes que son los ropasueltas cuando se encuentran con argumentos disuasorios, y Mauro, ya no ha hace falta que lo llamen padre, hizo el ademán de acercarse al bueno de Serapio mientras le decía: ¡Por favor Serapio, depón esa actitud tan avasalladora propia de las víctimas del heteropatriarcado! Nosotros y nosotras, trabajamos por todos y todas, por el progreso, por el desarrollo, por la igualdad, porque todos y todas tengamos lo mismo que todas y todos. Luchamos por las clases, por un mundo sin sexo donde todos somos género, donde no solo haya una religión para todos y todas, una religión sin dios que pensamos es machista, una economía para el progreso donde no exista la propiedad privada sino que todo sea de todos y de todas, de nosotros y de nosotras, donde tú dejes ya de trabajar porque te expropiemos la finca o la ocupemos para mayor honra de Cañamero y Gordillo, donde Pablo Manuel se sienta en casa cada vez que venga a mover la coleta, donde se acaben los billeteros y las carteras porque todos somos de Monedero y donde en plena meseta se viva un reducto del caribe venezolano, cubano, republicano, catalanista, donde Otegui y De Juana Chaos puedan pacer tranquilos, donde dar por culo deje de ser una mera expresión.

Serapio se le encendió el rostro y el dedo empezó a temblar sobre el gatillo de su escopeta, lo miró fijamente y disparando un tiro al aire le dijo con estruendosa voz: ¡Iros al carajooooooo!

Y se fueron porque al final perdieron las elecciones, no consiguieron ni un edil, y ahora todos ellos están imputados por varios delitos cuyas fianzas han sido millonarias impropias  de la condición de ropasuelta pero como siempre dice Pánfilo: ¡Cosas del desarrollo!


Jesús Rodríguez Arias

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