viernes, 2 de diciembre de 2016

ME LLAMAN TRUHAN




Dicen que cuando nacemos somos elegidos y que algunos les toca vivir de una manera y otros de otra. Sin lugar a dudas fui elegido entre varios iguales que yo pero como me decía siempre mi “papá”: ¡¡Tú tenías madera desde pequeñajo!!

Lo recuerdo como se acercó a mi cuando estaba en mi particular cuna junto a otros tan chiquititos como yo. Me tocó suavemente, sentí su calor y olor que no se me ha ido en la vida y aun ahora que ya cuento con mis añitos soy capaz de distinguirlo.

Lo vi alto, fuerte y joven. Hola Truhán, ¿Sabes quién soy? Me dijo con su voz potente aunque suave, llena de esa dulzura que siempre le ha caracterizado.

Yo lo miré y me dije para mi mismo: ¡Es mi papá!

Con él fui creciendo, con él fue aprendiendo mucho, con él me hice mayor y con él vivo estos momentos de justo descanso, de mesurada tranquilidad.

Un día llegó y  me dijo: Truhán, ya eres todo un Guardia Civil.

La verdad es que lo había sido desde siempre pues he estado rodeado de esos ángeles de verde que son capaces de entregar sus vidas por la de los demás. Creí serlo desde pequeño y ahora sabía que ellos también así me consideraban.

Me instruyeron en la difícil misión de localizar a personas, me hicieron saber de que mi labor además de importante era vital, me enseñaron a ser el mejor pues siéndolo podría salvar muchas vidas.

No tuve lo que llaman “juventud” pues desde muy temprano fui instruido, me formaron para lo que he sido y lo que soy aunque ahora ya lo veo todo con otros ojos pues mi cuerpo está vencido, mis huesos no me responden como antaño.

Debo decir que “mi papá” era muy recto en sus enseñanzas porque sabía lo que todos nos jugábamos. Recto no quiere decir violento pues siempre supe de su bondad, de su cariño, de su entrega y de su “predilección”.

¡Es el primer Guardia Civil que se llama Truhán! Decía con esa simpatía suya que tanto le ha caracterizado y yo lo miraba con los mismos ojos que hoy miro estos recuerdos. Ojos de gratitud y amor.

No os puedo decir lo que sentía cuando con un chaleco verde con el nombre de la Guardia Civil me dieron la  primera misión. Encontrar a un niño que se había perdido en el bosque. Me eligieron a mi porque era joven y por lo tanto muy rápido, porque estaba muy bien entrenado y dicen que por que caigo muy simpático a todos los que conmigo se cruzan.

Fue difícil subir esos escarpados montes en medio de una nevada, fue muy peligroso para los que a cierta distancia me acompañaban, fue temerario cuando llegué al lugar donde Jaime se encontraba que evitó morir congelado gracias a esa cueva y a sus propias lágrimas.

Sentí que estaba frío como la propia nieve cuando se abrazó a mí, le di todo el calor que desprendía mi cuerpo mientras avisaba de que lo había encontrado, de que estaba junto a mi y que vivía.

Todavía recuerdo la emoción de sus padres, sus hermanos, cuando llevamos a Jaime a un lugar seguro. Recuerdo las palabras de gratitud y cariño hacia mí que lo había encontrado y sobre todo recuerdo la mirada llena de orgullo de “mi papá”. ¡Ya eres un Guardia Civil Truhán, un Guardia Civil!

Después han habido muchas misiones, muchos peligros, muchos miedos, mucho dolor y muchas lágrimas de alegría y también de tristeza que de todo ha habido.

Es muy duro encontrar a una persona que no ha podido sobrevivir, lo es más el ver esa insalvable tristeza de sus familiares que aunque habían perdido toda ilusión por encontrarlo vivo siempre se mantiene esa última esperanza.

He estado en accidentes de avión, trenes, carretera. He asistido a grandes catástrofes, he visto la muerte de muy cerca, he sentido perder la vida de alguno cuando aún creía tenerla.

Hoy ya hace un tiempo que me llegó la jubilación, dicen que justa aunque pienso que todavía podía dar más de mí. Me falta ese “olfato” que se fue degastando por los años hasta dejarme más como un elemento decorativo que otra cosa.

Recuerdo poco antes de que me jubilaran que llegó un nuevo operativo, había que ponerse todo el dispositivo en marcha. Yo, como era habitual, me puse al lado del sargento dispuesto para hacer mi trabajo que en verdad era mi vida. El cabo le dijo al sargento que irían todos menos el guardia civil Truhán que ya estaba demasiado mayor para  tan difícil misión.

Ahí comprendí que mi jubilación era inminente. Al poco llegó la orden de mi pase a reserva y me sentí muy triste, sentía que había muerto en vida pues desde que tengo memoria he sido guardia civil en el operativo de rescate.

Un día vino un señor muy encorbatado junto a Coronel y me impusieron una medalla con la cual me agradecían tantos años de servicio, tantas vidas salvadas. Había participado para dar tranquilidad a muchos tanto en la vida como en la muerte.

Hoy estoy aquí sentado. A decir verdad es que me duele todo el cuerpo y ya he sido operado dos veces pues casi no puedo andar bien. Atesoro alguna que otra cicatriz, mi vista no es la de antes y mi olfato cada vez menos. Soy un venerable Guardia Civil, un ejemplo para los que empiezan, un recuerdo para tantos.

Si algo recuerdo es el cariño y el orgullo que me tenía “mi papá”. Se nublan mis cansados ojos con solo recordarlo. Eso tiene la vejez que te hace más sensible que lo que uno querría. No tuve tiempo de crear una familia pues estuvo dedicado al cien por cien a mi vocación. Sí, recuerdos que se agolpan en mi pecho hasta hacerme incluso llorisquear.

Pero ese cariño y ese orgullo que siempre sintió por mí es el que siento cada vez que aparece por la puerta de casa y salgo a la puerta a recibirlo. Él también está más mayor, más cansado. Él tampoco creó una familia pues siempre estuvo dedicado a su servicio y es que al final estamos hecho tal para cual.

Lo espero firme, expectante, manteniendo el tipo como puedo y mi corazón estalla en felicidad cuando oigo su poderosa voz que me dice: ¿Cómo está mi Truhán, el mejor perro de la Guardia Civil que existe?


Jesús Rodríguez Arias

7 comentarios:

  1. Me parece precioso este texto pero también me parece preciosa la historia todo mi cariño y mi agradecimiento a Truhán y a su "papa ", os quiero amigos

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  2. Es una historia maravillosa! Gracias por tanta dedicación y ayuda! Muchos besos a Truhán y a su papa! Viva la guardia civil y Viva la guardia civil canina!!

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  3. Maravilloso texto, gracias por darle ese cariño q tanto se merecen estos increíbles animales hasta el final de sus días, felicidades.

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  4. Debe de ser emocionante trabajar en rescates.
    Reconozco que a veces me gustaría ser perro.

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  5. Preciosa historia. Truhán se merece un retiro muy feliz

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  6. Mi enhorabuena por el excelente trabajo, pero sobre todo al "papá" de Truhan, que hizo posible que éste se jubilara de su profesión pero no lo jubiló de su vida, y permitió que continuara por siempre a su lado. Disfrutad los dos de la compañía

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