viernes, 15 de mayo de 2015

DESDE LA CUNA.




Ciertamente llevo pensando en este artículo hace ya algún tiempo y el que me haya decantado por escribir precisamente del tema que hoy bendito viernes comparto con todos los que leen estos párrafos demostrando una lealtad que le es innata. 

Fue una fotografía, no sé ni cómo me llegó pero en mi manos la vi y mentiría si no dijera que también la disfruté. La imagen en cuestión era la de Aitor Sánchez Venegas un niño ataviado con el honorable uniforme de la Guardia Civil que a su vez es hijo de un caballero de la benemérita institución instaurada por el Duque de Ahumada y que para colmo es nieto de mi querido y buen amigo, vecino en mi bendito pueblo de Villaluenga del Rosario, Mateo Venegas Bazán. La foto que ilustra como cabecera este artículo es la imagen en cuestión o las fotos mejor dicho porque no me diréis que Aitor nos es una ricura. 

¿Qué es lo que tiene la Guardia Civil para que sus miembros lo sean de generación en generación? Qué es lo que se vive de Casa Cuartel para adentro para que en una misma casa esté el venerable abuelo, viejo Guardia, cuyas mayores medallas quedan señaladas en cada arruga, en cada surco que se vislumbra en su piel y con él sus hijos los cuales cuales algunos también cuelgan en la percha sus verdes uniformes y hasta el pequeñito de la casa luce el tricornio con honor, orgullo y donaire propio de los que son y sienten a la Guardia Civil como su verdero Hogar. 

Sí, cuando vemos a unos de esos pequeños Guardia Civiles que nos parecen graciosos, enternecedores nuestro corazón, cautivo por el verde, pega vuelco porque bien sabemos que tenemos delante a un futuro miembro de la benemérita institución que tanto queremos los españoles que aman el serlo. 

Esa misma condición la he visto y vivido entre las familias de los miembros del Cuerpo Nacional de Policía así como en las Fuerzas Armadas. Abuelos, hijos, nietos vestidos con un mismo uniforme, teniendo un mismo ideal de vida, sabiéndose garantes de la seguridad de todos, del cariño de muchos y del desprecio algunos miserables tienen su corazón empozañado en la traición y la cobardía. 

No, no quiero caer en las zarpas de los que viven en la impiedad, en la mezquindad, en la porquería... 

Me quedo con los ojos dulces, tiernos, llenos de esperanza, que siempre es verde, de transparencia, limpios, inocentes de este niño que con alegría y orgullo lleva el uniforme que siente tan suyo porque siempre lo ha visto en casa colgado en la percha o en el cuerpo de su padre o su madre que son Guardia Civiles de hondos y patrióticos sentimientos, que siempre están ayudando a todos y con la misma sonrisa que le dirigen a esa anciana que les pide un favor luego llegan a casa donde la felicidad es rotunda, es veraz, es de uno porque está con quienes quiere y de verdad les quieren. 



Niños vestidos con el benemérito uniforme en el día de su Primera Comunión, niños que son la verdadera cuna de la Guardia Civil.

Porque, nunca lo olvidemos, la Familia de todos y cada uno de los miembros de la Guardia Civil así como del Cuerpo Nacional de Policía, Municipal, Fuerzas Armadas, Bomberos, personal sanitario y todos los que están dedicados en cuerpo y en alma a todos nosotros es fundamental pues se convierte en los firmes cimientos de una vida llena de sacrificio, de pundonor, de entrega, de servicio y honor. 

Y es precisamente en la Familia donde estos chiquitines ven, escuchan, observan y entienden que lo que sienten cuando pasan por el lado del coche patrulla, retienen en su memoria es insigne y benemérito escudo o alzan la mirada para encontrarse cara con cara con la enseña nacional, la bandera de nuestra España, no es porque sí sino que es parte de esa vocación que pasa de abuelos, padres a hijos y así de generación en generación que es ser miembro, por derecho propio, de la Guardia Civil. 

Claro, cuando vemos a estos pequeños infantes ataviados con el uniforme las lágrimas de alegría y profunda emoción brotan por nuestras mejillas porque sabemos que ante nuestra mirada tenemos a un pequeño Guardia Civil, un Policía chiquitito o un militar en potencia. Sí, lo sabemos porque nos arde el corazón cuando cerramos los ojos a nuestros recuerdos, a nuestra memoria, que delante nuestra con la sonrisa de la inocencia de un niño, que es lo más precioso e intocable del mundo, está un futuro Guardia Civil como lo es su padre o su madre, su abuelo o toda la Familia porque lleven o no uniformes forman parte de este insigne, honorable, benemérito Cuerpo.

Os pido que no perdamos nunca la sonrisa, la ilusión, la fuerza y el ímpetu de nuestros niños porque en ellos está el futuro de nuestras vidas y de nuestra Patria. 

Encomiendo a la Santísima Virgen del Pilar y al Cristo de la Serenidad para que nos proteja a todos y cada uno de nosotros porque así siempre estaremos en buenas manos. 

Con mi admiración, recibid un fraternal abrazo,


Jesús Rodríguez Arias

Fotos Esperanza Venegas, Maria del Carmen Pérez López, Quiero a la Guardia Civil, Pilar Garrido y Asociación de Mérito "Santos Ángeles Custodios".




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