Casquete por
sombrero, casaca abierta por la zona axilar, pantaloncitos cortos por debajo
del tobillo, calcetines altos y botas recias aunque agujereadas era la
vestimenta que había escogido D. Trófimo para visitar la metrópolis donde
habitaban, que no dormían, más de 6
millones de liendres.
.Supli,
cogeremos el barco que nos lleve a la ruta del cóndor pasa.
.Donosura
marital, estoy un poco temerosa porque si pasa no se lo que pasa.
Trófimo la
miró con ojos de amor mientras perdía la mirada en una mosca.
.¿Quieres
creer, Supli, que echo de menos a D. Demócrito? Le estoy comprando todos los
periódicos y ya le he hecho llegar una remesa de tres con sus correspondientes
esquelas para que se vaya distrayendo. ¡Qué gran hombre, Supli, qué gran
desconocido tenemos!
Supli, que
así llamaba D. Trófimo a la madre de Suplicio, lo miró con ojos de asco pues
tenía el olor a queso de los pies del apestoso de Demócrito metido hasta en el
cerumen de las uñas.
Y mientras
sus padres se pegaban la vida padre nuestra Suplicio ejercía de directiva
agresiva y ya había conseguido ascender en la distinguida y reconocida empresa
de carácter internacional, aunque no se había expandido más de la comarca,
“Potingues Afamados”.
Teca Morales
la habían ascendido a los cielos cuando murió con una indigestión de gusanos de
seda y ahora vivía retirada en su casa.
El puesto de
Teca lo había cogido un hombre, un verdadero hipo en la historia de tal empresa
donde mayoritariamente son féminas aunque lo compongan caballeros.
Severo
Colega se llamaba el “jefazo” y era un reconocido directivo en lo relativo a la
crianza del pez de agua.
Severo, al
ver las actitudes de Suplicio la ascendió hasta la tercera planta para que le
bajara un cojín pues le dolía de siempre las glándulas mamarias.
D.Severo, me
llamo Suplicio, y soy la jefa de unidad y sección de cremassss caducadassss. Me
pongo a su deposición.
Me alegra tu
predisposición porque eres la única entre los 823 empleados que me ha llamado a
casa a las tres de la madrugada para hacerme saber de su saber. ¡Vaya mañana a
mi despacho que quiero hablar con usted pues ahora no estoy en condiciones!
Suplicio se
le llenaron los ojos de emociones perdidas y soñó en su encuentro que se
produciría a las pocas horas.
.Toc, toc.
¿Se puede D. Severo?
D.Severo la
miró con amabilidad mientras golpeaba la mesa con el teléfono para estrujar el
papel que tanto le molestaba.
,He
comprobado, inefable Suplicio, que es usted una marisabidilla, perdón, una gran
ejecutiva y hemos decidido, personalmente, el ascenderla a un cargo de mucha
más responsabilidad aunque con leve incremento de sueldo pues ganará lo mismo y
un porcentaje del de sus subordinados y de este modo ellos tienen que vender
más y también usted será mucho más odiada. ¡¡Es que soy un genio!! Dijo con
falsa alegría.
Suplicio se
le cambio el rictus mortis y no sabía si sonreír o caer de bruces en el sofá de
piel de calabaza que tanto adornaba el despacho.
.Gggggraciassss.
Dijo por decir algo pues ella que es charlatana se había quedado muda.
No es para
menos, pequeña madura, le dijo en tono paternalista y con ganas de llevársela
fuera de su despacho.
.Desde hoy
cambia su despacho, antes no tenía, y se acomoda en el antiguo cuarto de la
limpieza justo aquí al lado señalando el cuartito que había en la azotea y que
siempre da el sol.
. Allí
seguro que trabaja más tranquila y en un ambiento lleno de calidez.
.Sera la
nueva Coordinadora General de la importante sección de “avalorios inservibles”.
Tendrá 18 subordinados a su cargo todas mujeres menos 5 que no se saben que son
dijo malévolo porque las había tentado y ellas no le hicieron caso más que a su
coche teledirigido.
. Suplicio,
tiene derecho a un maletín donde guardar las fundas de los dientes, tarjetas de
visitas, son muchas las que recibimos, un móvil que está clavado a la pared así
como asistir a los consejos de dirección para traerme el hilo dental.
La última
descendiente de Baltasar no pudo menos que emocionarse ante tantas prebendas y
no tuvo más remedio que decir con voz entrecortada:
,¡Por fin se
me ha hecho justicia! Yo, que soy mismamente la última descendiente de
Baltasar, que soy licenciada en historia de genealogía, que soy contestataria,
aunque desde que soy una ejecutiva asquerosa mucho menos y no sabe el asco que
me doy, que sé cocinar platos que quitan la ganas de comer, que he tenido
muchas aventuras y solo tres novios: Tertuliano, Iracundo y Agileo, si el
famoso chef, aunque mi corazón es de quien más me da e igual me da. ¡¡Por fin
soy una alta ejecutiva!!
No le
faltaba razón pues su despacho era el antiguo cuartito de la limpieza de 41
metros cuadrados con techo de lata que estaba situado en la azotea al lado del
pozo de las ratas donde todas las tardes recogen los potingues que han dejado
allí para que cojan consistencia.
D.Severo se
alegró mientras leía las esquelas y comprobaba un día más que no aparecía en
ellas y la miró con mala cara.
.Si quieres
para celebrarlo podemos quedar para cenar en el restaurante de mi querido amigo
Fitán D'Hambré que tiene el prestigioso premio Lunar en peca y así nos vamos
conociendo mejor Suplicio y a lo mejor, en el mejor de los casos, le digo lo
que guardo como uno de los secretos más grandes de toda mi vida: El lunar que
tengo dentro del párpado.
Ella vio que
era una ocasión inmejorable para “intimar” con el jefazo aunque su corazón
todavía estaba prendido en el de Iracundo Demenciano que aunque desarrapado,
ahora lo veía de otra forma desde que es una alta ejecutiva, tenía su estímulo
cautivado por él.
Y así se
abrió una puerta que nunca estuvo cerrada donde Severo y Suplicio están en una
encrucijada.
Iracundo
Demenciano había vuelto y ahora tenía un puesto de suma importancia y
delicadeza pues le habían nombrado Adjunto a Colocador y Derivados con despacho
propio, secretaria que estaba por colocar, y ya no vestía uniforme aunque le
había pedido que a partir de ahora vistiera de forma normal para su rango y
profesión.
Aparte había
montado una empresa de abonos y canjes en la puerta de su casa donde tenía
colocado, será por colocar..., a un noble anciano que en sus mozos años fue
cazador de vigas.
Había
conocido a una chica que le gustaba mucho y todos los días conversaban un rato
por la tarde antes de volver a su soledad, que así se llamaba la cocinera que
tenía en casa y le preparaba unos platos exquisitos pues había sido alfarera.
La chica se
llamaba Mani, era esbelta, rubia, de piel firme y siempre que la veía se
mantenía en la misma postura.
Ggggholamanicomoestashoyhecolocadoatresmañanapuedequemaslaempresamevabienporquesinomeiríamalcomohasidotudia?
Ella,
siempre muy recatada, le dirigía la misma mirada y aunque Iracundo escuchaba su
voz en el corazón Mani nunca abría los labios.
Séquellevamospocotiempodenovios.¿Quésonseismesesperoyamepuedesdeciralgo?
Mani:
…...........................................
Sinotegustomelodicesaunquenocreoquepuedasencontraranadiemejorporquetequieroaunquenomehablesninuncamehayascogidolaclavículaninadadenada.
Mani:..........................................
Y a las
cinco horas de profunda conversación salía un señor, que debía ser su padre,
con cara de malas pulgas y lengua demasiada locuaz y le decía: Bueno, hasta
mañana. ¡Majareta!
¿Majareta?
Seguro es que así me llama Mani delante de su familia y ya me han acogido en su
casa. Le voy a preguntar que hay que ser decidido.
¡Oiga,energúmeno!Comoyavamosaserfamiliamepodríadecirsunombre.
¿Qué? Si
parece que ha metido la lengua en un torno. ¡Jajajaja! Este tío me desmesura.
Gnnnsunombrequierosabersunombreporquelediréqueamoasuhijaysinoladejasalirmeescapoconellaaunquepongaenpeligromifuturo.
Me llamo
Sonnocio de Braga Partida, regento un comercio de camisones y refajos y su
novia, movió la cabeza, es un maniquí. ¡Un maniquí palurdo! Fuera de aquí si no
quiere que llame....
Iracundo se
marchó quedamente algo desilusionado por la negativa de su suegro Sonnocio a
que su preciosa hija Mani quiera ser la alondra que revuele en el vacío de su
estómago.
Mientras en
el selecto club “El Dormitar” se iniciaba la tertulia más importante del año
que estaba presentada esta vez, de forma extraordinaria, por D. Demócrito y que
versaba sobre “¿Cómo actuar cuando has muerto y sigues leyendo tan ricamente
las esquelas? El disertador es el eminente profesor francés: Mr. Pesamé.
Y la vida
sigue transcurriendo como la vida misma.
Jesús
Rodríguez Arias
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