Panciano
Demenciano había muerto en vida y ahora dedicaba su tiempo en apadrinar
caballitos de mar aunque como vivía en la meseta se los imaginaba.
Panciano
vivía felizmente con su mujer Pulquería en una casita en medio del campo donde
solamente el monte le ofrecía compañía. Ya retirado del sector agropecuario se
dedicaba para sacar algunas perras a pasear gatos.
.
Pulquería, amada toda, desde que se fueron los niños que tranquilos vivimos.
.Sí,
Panciano aunque desde que tus dedos no huelen a queso ya no me coges el tocino.
Y
Panciano calló mirando a su mujer que con los años y sufrimientos el terso
tocino se había convertido en callos mientras él todavía podía presumir de
mantenerse joven pues todos le echaban 83 años. ¡¡Un niño, lo que se dice un
niño!!
Cuando
se quedaba solo recordaba a Demócrito que era un niño repelente y consentido
que por celos se inventó que él le cogió el tocino a la Ricarda cuando fue al
revés. Algún día cuando tuviera dinero y fuerzas le gustaría ver al pequeño
cacique y decirle la verdad. Él fue quien se llevó la tijerita que ha mantenido
el olor a queso durante más de 70 años en su hogar.
Suplicio,
después de pagar un dineral para ingresar como alumna aventajada de la
prestigiosa academia “Dudoso cocinar” pasó a ser una más entre las alumnas que
en estos momentos no habían.
Fausta
de Fausto Recuerdo le dio un apretón de barriga y con emoción le enseñó los
cuartos de baño.
.Aquí
te vas hacer una cocinera de prestigio.
.Lo
sé, Fausta. ¿Te puedo tutear? Es que soy
contestataria.
.Claro
que sí, Suplicio. A mí siempre me tratas de usted que lo otro me pone años.
Y
así de esta forma tan clara iniciaron una amistad que terminaría cuando
finalizara el curso.
.Suplicio,
hoy vamos a cocinar un plato único y que seguro que enamora a quien quieras.
“Rótula
de camaleón a las finas hierbas”.
Suplicio
se emocionó pues recordó lo que Iracundo hubiera gozado ingiriendo este
exquisito plato.
Esta
tarde vamos a visitar el restaurante que ha montado mi último alumno: Agileo
Perneras, hombre muy zalamero, locuaz y muy “shulo” al hablar, que se llama:
“Perneras se come”. Verás lo gracioso, divertido y sobre todo abierto que es.
La
hija de D. Trófimo no veía la hora que llegara la hora para ver al tal Perneras
y su restaurante que siempre estaba lleno pues tenía tan solo 5 mesas para 210
comensales. Concepto minimalista le explicó Fausta de Fausto Recuerdo y de
“dudoso cocinar”.
Las
recibió Agileo, un pequeño hombretón de edad indefinida aunque bien había cumplido
la cuarentena de la halitosis que padecía. Calvo de pelo oscuro, moreno de
piel, ojos claros, un elegante bigote lleno de pringue, vestido impoluto de
negro con lunares de colores y un gorro diseñado expresamente por Cristina
Ojales para él pues tenía la cabeza como un huevo de toro.
.
¡Fausta!
.¡Agileo!
Y
se besaron los meñiques.
.Te
presento a Suplicio, mi alumna más aventajada, y, al oído, la que está pagando
todas las letras de mi academia que ha estado a punto de cerrar.
El
célebre cocinero abrió los brazos y gritó sin gritar:
.¡Pashá
al salónnnn!
.Jajajaja.
¡Qué simpático eres Agileo! Le contesto seriamente Fausta mientras Suplicio se
dirigía para adentro.
.Os
voy a ofrecer el menú degustación que tiene 34 variantes de mi cocina que caben
en un plato de una taza de té.
.
Os aseguro que os vais a pegar la 'peshá de la peshá”. Y se fue para adentro de
la cocina que era más grande que el salón donde en las tres mesas que había
ocupada ya estaban cenando 147 comensales sin sal.
Mientras
Suplicio se lo pasaba tan ricamente su novio Iracundo se presentaba en su nuevo
puesto de trabajo.
A
él no le gustaba trabajar y menos hacerlo a la fuerza pero las cosas se habían
puesto seria y muy fea cuando Suplicio madre les dijo que ya no tenían ahorros
que darles. Para colmo por más que investigaba no encontraba ningún dato del
tal Baltasar y hasta sus compañeros contestatarios habían empezado una
incursión internacional sin ningún tipo de resultados.
.¿Iracundo
Demenciano? Le dijo el oficial con voz queda y moscas en los pómulos.
.Gnnnnggg.
¡Presente!
.¡Inútil,
coja el recoge-caca y váyase a la mierda!
Y
eso hizo Iracundo, agachando la cabeza, mientras pensaba que el día menos
pensado se daría una baja por olor en la espalda.
Para
Trófimo había vuelto la paz y el descanso aunque desde que se marchara el desarrapado
de Iracundo y la mezquina de su hija no habían parado ni un solo momento. Que
si visita al pueblo de al lado donde está el mejor museo de vellos de punta,
que si un viajecito donde disfrutar a diario de la “apoteosis”, que si asistir
a las tertulias de su club “El Dormitar” donde había cogido un gran cariño
hacia D. Demócrito que lo adoptó como cosa suya y hasta le permitía todos los
martes y jueves antes de las afamadas tertulias que le recortara las uñas de
los pies.
Demócrito
no había día que le dijese a Trófimo: ¡Querido conocido, el día que yo marche
de este desgarrador, vil e injusto mundo te dejaré en herencia mi famosa y
cotizada colección de “moscardones de utrera”.
Al
padre de Suplicio se le empañaba la mirada mientras con gesto denodado se
rascaba el mentón.
La
vida de D. Trófimo y Supli, que volvía a ser Supli, había vuelto a un estado de
relajación muy propio de ellos.
.Donosura
marital, que así llamaba Supli a Trófimo, que te parece si nos vamos a ver a
nuestra tía Honesta que hace tan solo una década que ha salido del presidio por
difamación y que quiere regalarnos su finca en “Monte Perdido” antes que
fenezca y se lo queden los acreedores.
.¡¡Hecho!!
La Familia es siempre la Familia y los que siempre hemos estado para las
maduras también tenemos que seguir estándolo.
La
vida había cambiado de la noche a la mañana en un plis plas y todos estaban
situados. Unos muy felices, caso de Trófimo y Supli, otras esperanzadas, como
el suplicio de Suplicio, y otros hechos una real mierda que era el puesto que
le tocaba a Iracundo por muy proletario, contestatario y ácrata que fuera.
Mientras
Iracundo se afanaba en recoger la caca hasta dejarlo todo como los chorros del
grifo hasta que segundos después otro cagara de nuevo, D. Trófimo y su mujer
después de heredar se habían marchado en secreto a un fugaz viaje de 58 días a
las Islas Salsi. Ellos no habían querido comunicar nada y solamente se
enteraron los más íntimos, los lectores de tres periódicos de tirada nacional.
D. Demócrito le rogó que le trajesen todos los periódicos internacionales por
donde pasaran pues quería recortar las esquelas por si había alguna repetida en
recuerdo a su madre.
¿Y
Suplicio? ¡Ay Suplicio! La mema protagonista de este exitoso serial se enamoró
hasta la canícula del afamado chef Agileo Perneras que era un hombre comedido
que le gustaba mucho la juerga.
Todos
los días hacían por verse y dar un paseo al aire libre sin salir de su
restaurante. Él le enseñaba como se hacía los famosos “picos de pavo
confitados” o su receta estrella por la que había sido denunciado 15 veces:
“Pastel de ojo de periquitos a la nata montesa”. Según las malas lenguas dicen
que los ojos no son de periquitos pero no nos vamos a entretener en cosas tan
livianas.
También
le enseñó el “tesón” y había que reconocer que estaba más y mejor que el de
Iracundo y desde ese día no había uno que el “tesón” de Agileo Perneras luciera
haciendo olvidar a Suplicio del suplicio de la marcha de Iracundo que aunque lo
llevaba en lo más hondo de su clavícula para ella era historia porque para eso
ella lo era en la especialidad de genealogía.
Y
del pobre Baltasar su familia ni se
acordaba aunque no hubiera un día que
Iracundo no recibiera noticias de los contestatarios de todo el mundo
ofreciéndoles cuantiosos detalles.
.pipipipip-stop-del-famoso-baltasar-no-sabemos-seguiremos-investigando-todo-sea-por-el-proletariado-stop-pippipipip.
Entonces
Iracundo volvía al trabajo de forma voluntaria aunque obligado a seguir
recogiendo caca. Él que era un hombre muy a tener en cuenta, y como la materia
prima no faltaba, vendía tanta cantidad de excrementos a agricultores para
abono y sin que nadie lo supiera iba teniendo un capital perra a perra.
Al
final del día recordaba a Suplicio y decía en voz queda:
Gnnn,erassuplicio,peroquebienvivíacontigopuescomobuenoscontestatarioslohaciamosenunachozaenlasuiterealdelhoteldelujoelprincipiodelfinal.
.¡Suplicioañoroelorodetufamiliaaunqueatupadrequeledenporelrecoge-caca!
Y se dormía pensando.
Esta
desgarradora historia es tan sencilla como la vida misma.
Jesús
Rodríguez Arias
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