La ruta del
cóndor pasa era peligrosa por de más. Suplicio, madre, teñía sus lágrimas y su
pelo porque le embargaba un temor indecible, predecible, audible e increíble.
Ella, que era muy suya, pensaba que en el mejor de los ocasos podría
encontrarse con Baltasar que siempre estaba en su mente porque para ello ella
era la descendiente.
Trófimo,
calzón en mano, caminaba alegre haciendo retratos a pincel por cada tribu que
pasaba.
El guía era
experto en estas lides y se llamaba: Mpoca Ganga.
Una vez
Supli fue al río negro y vio al guía bañándose como su madre lo trajo al mundo
y se quedó prendada del pololo y desde entonces la “apoteosis” con Trófimo
nunca fue lo mismo porque en el momento más oportuno que es cuando las alondra
gorgojean se acordaba de Ganga y se decía para ella: ¡De poca, Mmmm, nada de
nada!
En una de
esas tribus perdidas de la mano de D. Demócrito ocurrió un hecho que cambió el
devenir de la historia entre Trófimo y Supli. Era de noche aunque hacía horas
que había amanecido y el sol llevaba tiempo instalado en la sabana de franela
que había comprado y que tan buena es para la noche.
Trófimo hace
algunos días estaba muy raro y no quería apoteosis aunque debía reconocer que
ella tampoco después de ver la guía del guía.
Ese día
había salido temprano de la choza y solo llevaba puesto el abrigo de piel de
sillón que se había comprado gastando los cuartos y los quintos.
Ella, que es
muy sensible a estas cosas, se había quedado dormida mientras pensaba en la
Ganga de Ganga.
Pasó el
tiempo y mientras esperaba a Trófimo tomando unas pastitas de tejado sucedió lo
que no debía suceder aunque sucedió. Un gran tumulto, voces encontradas,
llantos de los niños y mayores que se pisaban unos a otros los pies porque
venían corriendo.
El jefe de
la tribu entró solemne y vestido con sus galas: Sólo con dos aros prendidos a
las corvas y que tenía un nombre muy raro: Hugo Basa.
Su padre, ya
muerto en vida, Nimmmeo Nigggcago había decidido llamar a su primogénito así
pues a uno de los visitantes se le había caído del bolso después de robarlo un
recipiente que ponía Hugo Boss.
Hugo Basa,
alto y fornido aunque desproporcionado, se puso delante de Supli que no sabía
si mirar a su cara, la pintura que rodeaba su torso, los aros prendidos en las
corvas o la ganga que tampoco era poca.
Sennora: Su
marido ha muerto devorado por un cienpiés ahora es viuda y ya la hemos casado
con Npomadas de H'ierbas que es el brujo que acaba de cumplir 8667 lunas y que
la espera en su choza porque quiere mostrarle su antídoto.
Suplicio
cayó en un desmayo del que despertaría una semana más tarde. El bueno de Mpoca
Ganga la había comprado al brujo que no pudo aplicarle el antídoto y ahora era
una mujer libre.
.Gno pasa
nada mujer. Mañana recogemos las cosas y volvemos a la civilización. Del cuerpo
de su marido no se sabe nada.
.Me siento
apenada y llena de incertidumbres. ¿Qué será mi vida sin Trófimo? Y lo miró con
ojos quedo.
Al día
siguiente partieron de la tribu donde Hugo Basa le entregó el colgajo del
rinoceronte como muestra de duelo y mientras partía la caravana hacia una nueva
vida todos los despedían con sus aros sonando y la ganga en la mano. ¿Habrá
escena más emocionante?
Bueno, todos
no. En la choza principal estaba Nimba P'uta, hija del jefe de la tribu,
recostada en el lomo de D. Trófimo que no había muerto ni nada por el estilo
sino que en los días que Supli estuvo tan decaída y sin ganas de apoteosis la
hija P'uta de Basa se encariñó y de apoteosis pasó a sublime.
.¡Ven Nimba
vamos a por otro sublime que ya mi suplicio ha pasado! Y pensaba lo que dejaba
atrás para siempre y sus ojos se llenaron en lágrimas del ataque de risa que le
dio.
Y desde
entonces se le ve por esos lares lleno de felicidad acompañando a su suegro Hugo
mientras la vida Basa.
Dicen que
tuvo más de 10 hijos y que todos fueron niños fuertes y decididos que nunca le
hablaban de Baltasar.
Suplicio,
“viuda” de Trófimo, llegó a su casa y lo primero que hizo es comunicarlo al
club selecto “El Dormitar” así como a D. Demócrito y Osorio que lloraron de
risa su pesar.
Inmediatamente
enviaron a su casa el cojín donde todas las tardes dormitaba D. Trófimo
mientras en el club se celebraba una sesión de necrológica que duró tres
semanas. La intervención de D. Demócrito fue recordada pues debido a la emoción
solo pudo hablar 8 días y medio. “D. Trófimo, el del sillón raído de la
izquierda y de la baba caída, ha muerto: ¡Descanse otro en su lugar!”.
Suplicio,
vestida toda de rojo luto, llamó a su hija Suplicio que en ese momento le
estaba viendo el párpado a D. Severo para comunicarle el óbito de su querido
padre. La noticia fue un jarro de agua fría para al alta ejecutiva y a pesar de
su pesar terminó con lo que estaba haciendo mientras el jefazo le preguntaba:
¿Pasa algo Suplicio?
.¡Bah!
¡Cosas de familia!
No sé sabe
como fue, pero también se enteró Iracundo Demenciano que enseguida se acercó a
la fúnebre casa para visitar a Dª Suplicio a la cual tuvo que esperar pues
entre pena y pena le gustaba la ganga por Mpoca que fuese.
¡Hoy la
historia es tan triste que nuestro corazón parece humedales de lágrimas!
En ese justo
momento llegó Suplicio a su casa y se encontró con Iracundo. Se quedaron mudos
y se dijeron a pleno grito sin que se pudiera ni siquiera escuchar:
-Gnnnnsupliciosientolodetupadre,bueno,nolosientoperosientoquetumadreestésolaaunquedebeserporlatristezaquelaestoyescuchandogritarsilenciosamentemientraspronunciamasgangamasganga.¡quedolortienequeestarpasanolapobrecilla!
.¡Iracundo!
¡Qué alegría de verte! Mira ahora soy ejecutiva en una empresa internacional
donde ocupo un destacado puesto como máxima directiva de “avalorios
inservibles” y soy la mano que le quita la mácula a sus parpados. Ya no me
considero contestataria aunque eso ess algo que no se olvida. Pobresss los
pobresss del mundo, que pena y asquito me dan. ¡Y esss que soy una ejecutiva!
¿Y a ti, como te va?
Iracundo
cerró los ojos y abrió el omoplato.
Gnnnyosoyadjuntocolocadoryademásdirijounprovechosonegocioquedamuchodineroquecompartoconelpobredelacasaquesoyyo.
Dejéelserviciodecarruajesypostascuandoestabaenlomásaltoytodavíacuandomeacuestoluzcoenelpijamalamedallaalméritorecogecacacondistintivomarróncaca.
PerotediréquenuncahedejadodequererteaunqueestuveapuntodecasarmeconlahijadelfarerodelamontañayhastahacepocoestuvieraenamoradodeManiqueesunamujerquenuncamedijonada.
Y Suplicio
se emocionó y volvió a enamorarse de Iracundo mientras miraba sorprendida y
admirada de Mpoca Ganga que bajaba la escalera mostrando que de ganga poca.
En el salón
del hogar que habían puesto las cortinas color humo en señal de duelo estaba en
lugar preferente el cojín donde todas las tardes dormitaba D. Trófimo en “El
Dormitar”. En otro sillón sentada Suplicio madre pasando el suplicio de contar
a su hija Suplicio el suplicio que tuvo que soportar su padre cuando lo mató un
cienpiés en la ruta del cóndor pasa.
Mientras
Iracundo sentado y respetuoso miraba el gran retrato de D. Trófimo mientras
decía para sus adentros aunque se le escuchaba alto y claro:
¿Ahoraquéyparaqué?
Justo al
lado Mpoca Ganga que había sido contratado por Dª Suplicio como ejecutivo de
las alegrías en las tristezas se tomaba una copa pues decía que tenía poco
hierro.
.¡Iracundo!
Hijo, Trófimo no era mala persona es que nunca le caíste bien y todo lo que
hizo para quitarte del medio lo hizo por su bien. Como muestra de que te
ofrezco la mano de mi hija sin haberla pedido te regalo a perpetuidad con la
única condición de que nunca podrás venderla ni sacarla de esta casa el busto
de Crescencio General al cual Trófimo estuvo ligado durante toda su vida.
Cerrando los ojos llenos de dolor le dijo a su hija: ¡Suplicio, cuando queráis
podéis casaros Iracundo y tú! Mañana salen las invitaciones de boda pues solo
tenemos tres semanas para organizarlo todo.
Iracundo y
Suplicio se miraron aterrados aunque llenos de amor y le dijeron a la vez, y
mira que es difícil, una frase de las que duran toda la vida: ¡Sí, madre! Y se
marcharon por donde habían venido mientras Suplicio, “viuda” de Trófimo se
dirigía del brazo de Ganga a sus aposentos mientras el llevaba la bandeja con
dulces de pitiminí.
¡Ah! ¡Ganga,
que no se me olvide invitar a Basa a la boda de mi niña!
Y mientras
en la tribu perdida en la ruta del cóndor pasa Trófimo es feliz con Nimba
mientras la vida basa.
Jesús
Rodriguez Arias
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