Reconozco que de un tiempo
para acá, desde que justamente decidí ser retal de tela y hacer uso del género
que en verdad soy, me he vuelto más sensible y frágil que la seda. Antes no me
molestaba nada y ahora me siento más suspicaz
Llega el verano y tengo un
dilema si convertirme en retal de tela de algodón, alpaca o seda pues se acerca
un tiempo donde calor se irá acentuando
hasta hacerse insoportable.
Os diré que como retal de tela
me siento dolida y a la vez discriminada. Por un lado el sacrificio que supone
de millones de retales de tela que se van a ver penetradas sin consentimiento
por los diseñadores que después venderán por miles la nueva temporada de
bañadores, tangas, “bikinikis” y “trikinikis” así como los mambos de las
abuelas que van tocadas por ese pedazo de sombrero de paja o gorrilla así de
las gafas de sol.
Las señoras del mambos,
algunas en pareo, son expertas en disponer grandes comilonas en el dispositivo
de mesas que estratégicamente sitúan directamente en la arena y que en la
sobremesa juegan a la lotería donde con sus esplendorosas voces se escucha eso
de “15, la niña bonita...” mientras engullen los bollos rellenos de crema con
su cafelitos recalentados en el termo expuesto a pleno sol.
¡Qué dolor siento en el sobre
paño!
Después están los defensores
de los retales de tela en estos meses veraniego. Os estoy hablando de los
naturistas, los nudistas de toda la vida, pues ellos y ellas que conforman un
género sin igual.
Están el género “nudista
trípode”. Sobras las explicaciones.
Género “nudista fuchinga
quemada”, “nudista pitilín”, nudista barriga protectora del genital aparato”,
“nudista fuchinga gran reserva” “nudista pito arrugao” “nudista pimientos salva
barrigas”, “nudistas estrellas michelín”, “nudista gran cuerpo”, “nudistas
esbeltez” y otros tantos géneros de
nudistas.
Todos ellos son salvadores y
nos salvaguardan de los retales de tela que nos vemos protegidos por la
desnudez.
Yo no quiero tapar fuchinga,
ni pototos ni pimientos del
morrón,
ni culo que respinga,
ni huevos ni cojón.
Soy retal de tela,
del género que valga,
alpaca, algodón o seda,
y en invierno de lana.
¡Me atemoriza tanto la llegada
del buen tiempo pues todos atentan contra los retales y nos la clavan mortal!
El otro día conocí a una
señora que con los años se había convertido en las gasas que se ponían en el
culo para que los niños y no tan niños se cagaran encima hace más de 40 años.
Antes no existía la celulosa.
Gasa me decía que su vida
desde siempre había sido una mierda y que ahora seguía siéndolo. ¡Qué proeza el
de este género!
Ella me dijo tomando unas
bolitas de alcanfor que estaba muy de acuerdo con eso que ahora llaman “libre
sangrado” aunque ella hacía mucho que no sangrara.
¡Los géneros debemos progresar
y reivindicar lo nuestro!
Por eso mismo me he apuntado
en un congreso a nivel mundial y globalizado del género de telas y sus
derivados.
Dura más que un retal de
algodón y menos que el de seda.
Primer día:
Ponencia: Métodos de defensa
ante la agresión de la aguja en los pespuntes por el Profesor Hilo Quebrado.
Proyección del documental: La
tela que perdió la dignidad: De retal a guiñapo.
Almuerzo según género.
Ponencia: La escalofriante
historia de un dobladillo por Don Paños Irlandés.
Mesa redonda: El sufrimiento
del hilo de croché. Intervienen: Camisero sin Camisa, Pamela de Pelos, Don
Fondillo de Pantalón y yo Retal de Tela.
Posteriormente se le llevará a
todos los congresistas e intervinientes al campo de exterminio: La Sastrería.
Esta visita ha generado mucho interés pues sabremos los sacrificios que pasan
todos los retales de tela en este horripilante lugar.
El día siguiente se cerrará
tan exitoso congreso con la ponencia marco: Son Género, sois Género, soy
ropasuelta. Tendrá a su cargo esta amena disertación Don Diego Cañamero que ha
prometido no venir con la camiseta de libertad al poeta bódalo en respeto a
todos los retales de tela.
Leerá algunos versos del poeta
Andrés que vienen dentro del panfleto: “Si yo levantara el puño, te estrujaba
la cabeza”.
Si yo el puño levantara,
defendería tus entretelas,
y aun me cagara,
no utilizaría servilletas.
Si el puño levantara,
te estrujaba la cabeza,
aunque manco me quedara,
protegería a todas las telas.
Si el puño levantara,
que me saquen de las rejas,
me cago en la democracia,
y en las telas de mis telas.
Emoción apenas contenida en un
vaporoso ambiente que envuelve el momento de tensión incontenida.
Cañamero, en pleno éxtasis
revolucionario, y con las lágrimas destilando odio estornudó porque había
cogido un poco de frío en la cacería del día anterior y se sacó un pañuelo y
los morados mocos se limpió.
¿Oye el pañuelo es de papel,
plástico o hierba?
¡No, es retal es tela de mis
entretelas!
Jesús Rodríguez Arias
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