Para
ilustrar este nuevo capítulo de los ropasueltas y si los acuerdos de Vistalegre
nos los permiten os quiero contar un cuento que no son los mismos que
habitualmente ellos nos cuentan.
Este tiene
como protagonista a Pedro Sánchez que también entra dentro los laicos cánones
que distingue a todo ropasuelta.
Recorría el
“Niño Sánchez” esta piel de toro llamada España, aunque estos la conozcan por
“este país”, en una de las campañas electorales que hemos tenido donde todo se
decidía el día de las “votaciones” que a diferencia de los ropasueltas son
democráticas y sobre todo con las bendiciones de la legalidad pues lo que salga
de las urnas es lo que en definitiva hay.
Eso que en
los países democráticos es lo normal y corriente se vuelve en una excentricidad
pues los ropasueltas son muy dados a un móvil, un voto u ocultar una urna para
que se vote sin censo ni control tal y como le sucediera a Sánchez en el famoso
comité federal en el cual tuvo que dimitir antes de recibir una sonora patada
en el culo.
Pues a lo
que íbamos...
Transitaba
estos caminos de esta España federal según sus ideas con su buena percha, su
sonrisa “marca de la casa”, haciendo bueno el sobrenombre de “guapo” que recibió
por los enardecidos admiradores, que ya ni son tantos ni tienen nada que
admirar, cuando llegó a ese lugar donde desde hacía tanto tiempo se quería
hacer un “encuentro”.
Se acercan a
él unos jóvenes con un señor tirando a mayor y le dicen: “¡presidente, no te
vayas, que te queremos presentar a una persona muy querida!”.
Él,
solícito, se acercó con su sonrisa y esa mueca que se le pone en la cara cuando
está hasta los cojones. Le dijo a su asistente que tuviera cerca las toallitas
de limpiar culos de niños chicos por si había que limpiarse las lágrimas de
emoción que le dejaran en su bien planchada chaqueta casualmente sport.
“Este es
nuestro padre que desde hace ya mucho tiempo sueña con el momento de darte un
abrazo compañero”.
Sonrisa a lo
“pedril”.
“Él es un
represaliado de la dictadura y tuvo problemas con la justicia por defender los
valores que nos son propios a todos los que tenemos nuestras ideas”.
Omitieron
porque carecía de interés la etapa de su augusto padre en el Frente de Juventudes
o cuando ejerció de Jefe Local del Movimiento de la localidad. Prefirieron
olvidar la camisa azul y chaqueta blanca que tenía en su ropero, prefirieron
también que ellos mismos más de una vez cantaron el cara al sol con el brazo en
alto pues ahora eran de izquierdas, de puño en alto, camisa blanca bien
planchadita y muy afines a los ropasueltas que son los que comulgan con las
ideas del proletariado.
Omitieron
que su familia siempre había sido de las de dinero y que precisamente se
hicieron ricos en la posguerra.
Lo omitieron,
porque como buenos ropasueltas, ellos tienen una muy selectiva memoria
histórica donde hay que recordar lo malo tuyo y olvidar lo suyo que es peor.
El señor se
“entregó” llorando a Pedrito que lo abrazó mientras cientos de móviles hacían
uso de sus cámaras.
El buen
hombre, con voz temblorosa, le dijo: “¡No quería morirme sin abrazar al próximo
presidente del gobierno de izquierdas! ¡Y se echó a llorar a moco tendido como
hacen todos los ordinarios!”.
"¡Gracias por
tu servicio a este país! ¡Gracias porque tu persecución ha servido para que
gocemos de la libertad! ¡Gracias porque con tu ejemplo y el de tus hijos
seremos capaces de superar esos tiempos remotos que dieron esta caduca
Constitución que tenemos y avanzar en un estado igualitario donde todos y
todas, españoles y españolas, que luchamos por la igualdad de igualdades, donde
tengamos, todos y todas, derecho a decidir y sobre todo, compañero y compañera,
que nos ajustemos al ideario de Pablo Iglesias! Sonoro aplauso a moco tendido!"
Nadie cayó
si se refería al histórico líder o al de los ropasueltas aunque al fin y al
cabo no importaba.
“Te tendré
muy presente cuando prometa el cargo de presidente y te llamaré para escuchar
tus propuestas y lo que tengas que decir para construir entre todos y todas el
futuro de este país”.
El
represaliado por la dictadura aunque había sido Jefe Local de Movimiento se
abrazó llorando y con hilillo de voz le dijo al líder de los líderes: “¡Yo no
quiero entrar en el gobierno!”.
Otro
aplauso, será por aplaudir...
Después
Pedro se acercó al coche y se quitó la chaqueta mientras le decía a su
asistente, que no solo los van a tener los ropasueltas, a media voz: “Compañero,
otra chaqueta para la tintorería”.
Su coche se
alejó en busca de más votos mientras la fiesta continuaba con mucho movimiento
de mandíbula gracias a la barra instalada y los bocatas de “chopepó” que
ingerían mientras la cerveza fluía alegremente.
El anciano
padre se refirió a sus hijos: ¡Gracias por este momento tan memorable pero
Franco imponía más!
Al final
este buen hombre, represaliado por el franquismo, se quedó tan tranquilo y
nunca recibió llamada alguna de Moncloa pues con el tiempo se enteró de que ese
chico con cara de bobo había dimitido a marchas forzadas porque tras perder
estrepitosamente las elecciones también perdió las riendas de su partido.
Un día le
preguntó a su segundo hijo que sentía predilección por Pedro Sánchez: “¿Hijo, y
ahora de quienes somos?”
“Padre, del
que sea, del que esté, que a nosotros desde chiquititos nos enseñaste a vivir
con y del poder”.
Historias de
los ropasueltas que nos emocionan y hacen verlos de otra manera a lo que con
nuestras obtusas mentes estamos acostumbrados.
Advierto,
para los que son tan sensibles con la opinión ajena, que cualquier parecido con
la realidad es solo eso, parecido.
Jesús
Rodríguez Arias
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