Otro año se cumple la liturgia de escuchar el Concierto de Año Nuevo desde Viena, otro año la melodía inundan mi alma y me producen un estado donde casi pierdo la conciencia de las cosas. Otro año presenciando desde la televisión este prestigioso concierto cuyas localidades están agotadas de año a año y algunas son hereditarias. Se pasan las mismas de generación en generación.
¡Bendito la Nación que ama, protege y expande su cultura!
Eso es lo que nos separa y diferencia del resto de los países que comparten con nosotros continente. España que tiene cultura, tradiciones, historia para parar todos los trenes que queramos parece que nos avergonzamos de esta y preferimos copiar lo que vienen de los otros lugares, de otros sitios y preferentemente los Estados Unidos.
Esta España del Siglo XXI banaliza nuestra historia y cultura aunque se hace eco y firma cada página que nos quieren inculcar las "americanadas". La catetada de Halloween es muestra notoria de la misma, la celebración de Papa Noel a diferencia de nuestros Reyes Magos tan típicos y así un largo etcétera.
Lo peor es que hasta la Navidad se la quieren cargar algunos en favor de no sé que intereses y se lleva ahora mucho celebrar lo referente al solsticio de invierno con fiestas tribales y sin ningún sentido histórico-tradicional que nos pueda aportar algo.
España, teniendo cultura para dar y regalar, es una esponja para impregnarse de todas las catetadas y tradiciones que nos suelen rodear y que aquí cogemos y hacemos nuestras.
Sigo escuchando y deleitándome con las notas del Concierto de Año Nuevo de Viena.
Jesús Rodríguez Arias
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