Mi siempre respetado e ínclito
Manu, suegro querido del pelele que pretende a la tonta de mi hija Ardi:
Hace un tiempo, no sé cuando
porque me pesa mucho la testuz, que le escribí una carta en la cual abría mi
corazón al cual quité todo forro de pelo añadido y le transmití mis deseos,
afanes e ilusorias ilusiones.
Sé que usted, que es hombre
justo y escurridizo, ha hecho llegar mis sanas intenciones a la mujer de su
yerno y que esta ha quedado algo extrañada pues no creía que yo, Don Ardillón,
estuviera rendido ante la elegancia de una gran mujer que soporta con paciencia
las pamplinas del incauto de su marido que ha perdido el juicio, espero que no
haya abogados de por medio, por mi hija Ardi que más que ardilla parece una
bellota con pelos.
Tengo constancia de que Ardi
sale a su tataratía-bisabuela Ardillita del Bellotil que era tonta hasta decir
si.
De mis 55 vástagos tengo
serias dudas de que Ardillete sea hijo mío pues es gracioso, zalamero, tiene
unos simpáticos ricitos que le sale por el pescuezo y además es de esa época en
la que mi despreciable Doña Ardillona estuvo tan entretenida allá por el
Canadá.
No sé si usted podrá darme
razón sobre este asunto ya que usted estuvo por esa tierra en sus mozos años de
Policía Montada. Toda información es buena porque no quiero dejar en herencia
nada a nadie que no sea mío.
Desde que el lirón llegó a la
cabecera de mi lecho, Doña Ardillona ya no yace ni pace conmigo pues todo el
día está en ese árbol de la infidelidad, del escarnio, de la traición, donde
los cuernos no caben ni de dos en dos. Mi hija Adi me ha dicho con su fina
vocecilla que como tiene herido su corazoncito y hasta las bellotas le sientan
mal pues después de comerse 10 kilillos de nada dice, muy ruborizada ella, que
le da flato. Mi Ardi ha decidido dedicarse a la vida contemplativa y se va a ir
un tiempo sin definir a la Casa del Maestro Lechuza para hacer yoga de esa que
dicen viene bien a la espina dorsal. Le he dado mi permiso y a ver si
alejándose del tontolaba de su yerno ella encuentra la paz y nosotros también.
Ardillete me ha dicho que si
usted no le concede una entrevista en "radio castor" compondrá una nueva canción
de jirjol en el que dirá lo que sabe y de lo que no…
Doña Ardillona me ha pedido el
divorcio y el caso lo lleva el caro abogado Mofeta que ya le ha prometido
dejarme hasta sin cuernos. Parece ser que también se ha cansado de ese lirón
que duerme mucho pero de lo otro tampoco es para tirar cohetes. Dicen que ha
conocido a Burrete, que es grande, poderoso y fortachón y que tiene un
“membrete” acorde a la relación.
Y ahora mi hijo, el más mayor,
Ardillesco, que es muy mucho del dartañán, dice que le gusta Encarna y que le
va a enviar una carta con su escudo de armas: Una bellota con una espada.
Ardillesco. Se cree el Rochelié de las Ardillas.
Mi hija Ardicándidez, que es
buena y socorrida, quiere enviarle una carta a Gema porque la quiere como
amiga, que paseen por el parque, se coman las bellotitas mirando el lindo
estanque que le ha dicho su dietista que media bellota no engorda más que una
hoja de lechuga admirando la bahía.
Mi otro hijo, tengo 55 y hay donde escoger, que tiene por llama Ardillero quiere hacerse amigo de Antonio pues así los dos hablan de lo que les de la gana.
A Manel todos lo quieren conocer pues le han hablado muy bien la Familia que tenemos en Soria.
Mi otro hijo, tengo 55 y hay donde escoger, que tiene por llama Ardillero quiere hacerse amigo de Antonio pues así los dos hablan de lo que les de la gana.
A Manel todos lo quieren conocer pues le han hablado muy bien la Familia que tenemos en Soria.
Yo, en cambio, camino
encorvado pues el peso que me corona y me siento sobrepasado. ¿Manu, por favor,
no puede hacer nada por empezar una relación con la mujer de su yerno que es mi
enamorada?
El pelanas no la merece, yo en
cambio conmigo gana, tengo unos ahorrillos en un banco suizo que llegan más de
un millón, no es mucho pero la cuestión es que tengo dinerillo que gané
trabajando en un circo cantando esta canción:
“Soy Ardillón y me gusta,
que me aplaudan y rían,
y las hojas de lechuga,
que se las coma tu tía”.
Se hizo muy famosa y estuvo en
el "jitparade" ese unos meses.
Después me contrataron en la
serie “El hombre y la tierra” hasta que un águila imperial un día me cazó y por
eso ando cojo de una pierna…
Más tarde fui la mascota de
unos ecologetas y pacifistas llamados “Fumata negra, fumata blanca, viva la
hierva, no veo nada”. Me pagaban por ser esa ardilla que era desahuciada de su
rama del árbol que el constructor asesino quería talar para construir un hotel
que daría de comer a toda la ciudad.
En el último trabajo fue tan
duro que me dejé la piel y hasta el escroto me tuvieron que cortar y por eso digo
con amargor que ya no puedo procrear.
Manu, suegro querido también
para mí, usted cree que esta "ausencia" perturbará tan bella relación
amorosa porque a lo mejor mi pretendida se ha hecho ilusiones de tener
descendencia conmigo…
Dígale que tengo más de 6
millones de eurillos de esos, un bosque de mi propiedad, ramas a todo lujo, y
cientos de miles de buenas bellotas, que soy educado, fino, fiel, me lavo una vez
cada seis meses y que todavía puedo yacer pues le garantizo intensa vida marital pero entre el invierno y el verano ná de ná...
Dígale que ella no tiene que
preocuparse de nada sino de cuidar y dar de comer a mis 54 hijos, mi Ardi se ha
ido con el Maestro Lechuza, mis nietos, bisnietos y el pobre lirón que también
tiene cuernos como yo..
Una vida dedicada por entero a
mi como yo lo estaré para ella, la dejaré de vacaciones ir al parque de las
nutrias o al de las panteras donde ponen el mejor zumo de frutas pero no más de
una hora que hay muchas orangután suelto...
Le prometo que no se aburrirá,
que no tendrá tiempo, que será una bonita relación cogida por los pelos.
Por favor, Manu mi suegro
querido también, y usted, si se trae gorro de fieltro, sus pantalones
bombachos y su casaca de medio cuerpo puede ser el policía montada pero no del Canadá
sino el que gobierne en la charca de ese mentidero donde pelan a las pavas y
cantan los jilgueros.
Quiero a la familia junta
menos al pelele de su yerno, que a ese no lo quiero.
Suyo afectísimo y afectado por
esos cuernos que hacen caminar de lado.
Don Ardillón.