Don Yo era el primero que se
levantaba aunque hacía lo contrario en el mismo momento porque siempre ha sido
muy suyo.
Don Yo nació en una familia
bien pero que ninguno aguantaba al otro por culpa de sus egos. Porque Yo soy
yo… ¡Qué va Yo soy Yo! Le respondía al momento su padre que era un augusto Yo
de los de toda la vida.
Su madre era recatada y
utiliza semejante forma de expresarse pero con la mirada lo decía todo cuando
el hijo discutía con su augusto padre ella pensaba para sus adentros
mismamente: Mucho Yo pero la que manda aquí soy Yo.
El augusto padre era
presidente corolario de la Estirpe de las Babas de Alcanfor, honor que heredó
de su magnánimo padre cuando murió de un ataque fulminante de ego.
Todos los miércoles de guardar
se reunía con los demás miembros, se recubrían con su capa en forma de copa y
se ponían a discutir, según escalafón de egos, sobre la importancia de la baba
de alcanfor en el Peloponeso. A estas reuniones siempre tenía su hueco el
Tostón Mayor pues era bien conocida la faceta del Alto Mandatario con sede en
el ojo del mundo allá por la Conchichina de su afición a comer en estado
vegetativo desde que los indígenas se comieron a su mujer mientras ululaban a
pleno sol.
El Augusto Yo, Presidente
Corolario de la Estirpe de las Babas de Alcanfor hizo saber una decisión tomada
por él que para eso era Augusto y sobre todo Yo. Hoy hago saber ante tan
magnánimos miembros, miembras y miembres, utilizaba un lenguaje inclusivo pues
entre los capados había uno que había decidido hacerse matasuegra, que propongo
como recipiendarios a los nuevos miembros que ahora
relaciona el Excelso Secretario cuando deje de quitarse los pellejos de la
bocamanga.
El Excelso Secretario no se
dio por aludido y cuando termino con tamaña tarea dijo los nombres propuestos
por el Augusto Presidente Colorario de la Estirpe.
Los recipiendarios que
recibirán la capa en forma de copa son los siguientes:
Señora Zen Ardien, que dirige
con éxito una red de instituciones dedicadas a la humanitaria labor social del “meteysaca”
y que desde a partir de su ingreso todos los miembros corolarios tendrán sitio
reservado en una cheslón.
Ilustrado Listo Tonto del
Bote, que es miembro del consejo de ministro desde que su padre lo colocara
cuando tenía la tierna edad de 56 años. Gracias a este ingreso esta Augusta
Estirpe tiene garantizado todas las subvenciones que iban dedicadas al sector
agropecuario porque la notoriedad de las Babas de Alcanfor es mucho más que
otras y otras.
Y por último Don Yo, que tiene
como único mérito ser hijo de su Augusto Yo y que con su presencia garantizará
que la misma línea de sangre se mantenga en la presidencia de tan Alta Estirpe
porque de todos es sabido que aquí se trabaja desde la democracia más vital y
segura.
Los tres nuevos recipiendarios
tendrán que pagar por su ingreso en carne, acomodos y nuevos egos respectivamente.
Una vez tomada posesión de sus
respectivos cargos, bacanal incluida en la terraza del palacio del deshielo, el
Augusto Presidente destituyó ipso facto al Magnánimo Vicepresidente porque se
había liado con un estudio que le había encargado de él mismo. Nombró con todos
los honores y el ribete pertinente a su hijo Don Yo que ese día creció de ego y
prestigio no solo ante la Estirpe sino también ante la sociedad de declamadores
de humo.
Después de la meditación tras
la Suprema Baba en el sillón presidencial el Augusto Presidente Corolario de la
Estirpe con capa en forma de copa, ribetes y jalones en las medias altas pensó
que ya su hijo Don Yo tenía que buscar lo mejor para expandir la especie de los
Egos Lustrados y tener un hijo al que pondrían Mini Yo que lo sustituyera en la
Estirpe cuando estiraran la pata después de un ataque Soberbia que es la muerte natural de los de
su familia y él se veía que estaba cerca pues ya ni se aguantaba así mismo.
Don Yo entabló relaciones con
Melindrosa del Yo Fermosa con la que casose y tuvieron su natural hijo
descendiente de la mejor Estirpe. Le Fue impuesto el nombre de Mini Yo que con el
paso del tiempo cambiaría a Yo a secas y cuando fuera de bien sucedería a su
padre Don Yo en el mismo Yo.
Melindrosa, que no podía ver a
su suegro porque decía tenía baba en la comisura de las legañas, de siempre ha
sido arcana con su esposo desde el desposorio marital pero desde que tuvo a esa
criatura con la que continuaba el Estirpe fue a peor pues su Augusto suegro, su
Don marido, y su mini Yo hijo siempre estaban juntos comparándose unos a otros
en su respectivo Yo.
Melindrosa conoció un día a Excelso
de la Pléyade que era Corregidor en Imprentas Varias y le gustó tanto su
conversación en muda sintonía que a la mañana siguiente vivían juntos, dicen
que también revueltos, en su Palacio de la Guillotina Quebrada. Era tal el amor
que le tributaba que Excelso de la Pléyade obsequiaba todos los días a su
amante con una impresión hecha a la antigua usanza del desayuno que debía
servirse o clock ni un más ni menos.
Don Yo, no podía aguantar el
ornamento óseo que le regaló su malpreciada mujer y aunque intentaba mantener
el tipo no podía hacerlo sin perder el equilibrio en constante ocasiones.
El Augusto Presidente
Corolario que además es padre de un cornudo y abuelo de un Yo, aunque mini, en
potencia se dedicó más al pequeñín pues el vicepresidente corolario había
perdido el norte porque corneaba a cada esquina.
Don Yo fue desheredado de los
rimbombantes cargos, de la Estirpe e
incluso de uso del Yo por ser un atributo familiar. Fue rebautizado, su
ex-Augusto padre lo pagó todo para que quedara finiquitada la relación con ese
ex-hijo tan maltrecho de sienes para arriba. Y Don Yo pasó a llamarse Don Corno.
Del Augusto, de Maxi Yo y de
toda su Estirpe nunca más se supo salvo para recibir los estipendios que se
acordaron tras el abandono del linaje familiar acordado. De la capa en forma de
copa se hizo un gabán para pasear por la
popa del navío que lo lleva a otros mundos donde esconda su vergüenza entre
calas y culos…
En ese viaje, que dio un
viraje a su vida, conoció a Gnbo Ggueno, que ejercía de capitán del barco desde
que su titular muriera ahogado en una salsa de pirañas con tropezones.
Gnbo era alto, con nombre
extranjero, moreno de sol, de mar, de la brava o qué más da. Le cogió por los hombros un día de
noche triste que Don Corno pensaba tirarse por la borda de la mar y poner fin a tanto infortunio, el no ser Yo pesaba
más que los cuernos que Melindrosa le puso sin piedad.
Manos rudas y fuertes que lo
sujetaron sin pasión, él mareado a algo duro, fuerte, se agarró y viendo que no
había pasamanos Don Corno se asustó y comprobó que su propia mano estaba en el
potolón que no es parte del barco para asombro de su propio Yo. Desde entonces
no volvió a ser el mismo y ahora es reo de cama y habitación, que Melindrosa se
fue con uno, su ex-augusto padre lo desheredó, y cuando todo lo tenía perdido
encontró un navío, un capitán, su potolón, y ahora su Yo ya no importa mientras
tenga enfrente o donde quiera a su otro Mega Yo.
Esta reciente relación ha sido
portada de todos los periódicos de Egos de Sociedad pues el capitán no lo era,
era el dueño de navío, y desde entonces Don Corno vive a cuerpo tendido...
Moraleja: Cuidado con los egos
que te capan y no te dejan ver lo que tienes a la espalda.
Jesús Rodríguez Arias
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