Inmaculada era una buena mujer aunque tuviera sus cosillas como todo
hijo de vecino. Inmaculada se había hecho mayor esperando…, esperando un marido
que nunca llegó, unos hijos que nunca tuvo, una vida mejor que nunca se
materializó, una primitiva que la sacara de una vida que no había elegido vivir así…
Inmaculada se daba a todo el
mundo pero sus limitaciones eran muchas y los dolores muchos más. Tenía dolor
en el cuerpo, tenía dolor en la mente, tenía dolor en el alma aun así había
logrado perdonar aunque no olvidar porque eso, eso no podría nunca.
Inmaculada ahora es mayor, ha
sobrevivido a la misma vida, ha sobrevivido a una infancia llena de
limitaciones, ha sobrevivido a quedarse huérfana de madre cuando era muy niña,
ha sobrevivido a tener que trabajar desde chiquitita para ayudar a padre y sus
hermanos que como ella también se habían quedado huérfana cuando madre murió de
una cruenta enfermedad que le hizo sufrir mucho. Inmaculada ha sobrevivido y es
una luchadora aunque ahora no pueda levantarse de la silla a la que lleva pegada
hace 30 años precisamente por haber sobrevivido.
Inmaculada se le rompe el alma
cuando ve a esos jovenzuelos que saben mucho de maldad y poco de vivir hablar
bien, apoyar, ofrecer su mano, a esos que mataron a tantos, porque aunque
saliesen vivos siempre estarían un poco muertos…
Inmaculada solamente recuerda
que fue feliz cuando fue una de las primeras mujeres en ingresar en el Cuerpo
de la Familia pues su padre lo era, su abuelo Antonio lo fue… Sí, Inmaculada
ingresó en la Guardia Civil e hizo su mayor sueño realidad.
Inmaculada tiene cerca de los
60 pero parece que es nonagenaria de tanto que ha sufrido, de tantos pesares,
de tanto…
Sí, Inmaculada fue Guardia
Civil y era la mujer más feliz del mundo, recuerda que estando destinada en Vitoria
conoció a un apuesto galán, Guardia Civil también, que empezó a cortejarla y
que se hicieron novios y todo. Inmaculada era inmensamente Feliz, gozaba cada
día sirviendo a España por medio de la Benemérita Institución, vivía los días
que para ella tenían menos de 24 horas de lo intenso que era todo.
No, no se puede negar que eran
años difíciles pues los desalmados de ETA, los desalmados que los apoyaban
desde todos los sectores de la Sociedad, mataban con tiros, bombas o alentados
por palabras y desprecios a muchos, muchos compañeros, muchos hombres, mujeres
y niños de bien…
Eran años de mucha tensión, de
estar siempre alertas, de localizar zulos, de ver a amigos destrozaditos tras
estallarle una bomba en medio de la calle. Eran años de tiro en la nuca, de
sangre, sudor, lágrimas y más sangre que tenía todo el terruño llamado España empapado de sangre patria.
Pero a pesar de todo eso
Inmaculada era Feliz porque desde su labor intentaba un día sí y otro también luchar
contras esos bastardos que mataban por matar…
Víctor se llamaba su novio y
era el Guardia Civil más apuesto de todita España…
Inmaculada recuerda… y es que
no hace otra cosa desde que sucedió lo que sucedió…
Lo recuerda siempre, era
martes, un martes lluvioso, un martes frío, un martes gélido. Víctor había
cogido el coche y ella se acercaba porque iban ir al cine. Habían acabado el
servicio y tocaba disfrutar un poquito. Recuerda que se iban a kilómetros de
distancia pues en su lugar no podía ir casi a ningún lado sin recibir el
desprecio que los asesinos le tenían a los maquetos…
Sí, recuerda que iba contenta,
que se sentía Feliz, vio a Víctor como arrancaba el coche y vio como estallaba
en mil pedazos y ya no recuerda nada más de ese tenebroso instante.
Se despertó del coma pasadas
semanas, se despertó con la cara desfigurada y sin piernas pues estaba muy
cerca del coche que mató a Víctor con una bomba lapa.
Le dijeron que a Víctor lo
enterraron con los mayores honores, con medalla al mérito con distintivo rojo, como
la sangre derramada, que todos lloraron y todos la recordaban. Ella había
sobrevivido pero también murió ese día, ese tenebroso y gélido martes, en el
que junto a su novio se disponían ir al cine..
Inmaculada recuerda que salió
del hospital, que ETA la condenó de por vida a la soledad y a una silla de
ruedas, a unos dolores que matan, a unos recuerdos que no querría recordar…
Le dieron su medalla, toda la
Guardia Civil se cuadró ante ella, una de las suyas que había sobrevivido
aunque también había muerto ese día porque el corazón late pero el alma…, el alma
se le hizo mil pedazos como Víctor.
Con el tiempo quiso encontrar
consuelo espiritual, tenía tanto odio que no podía vivir, y la llevaron a ver
al Padre Gorka, párroco del lugar donde tenía su residencia hasta el día del atentado,
que la recibió frío, distante y con desprecio. Inmaculada le habló con el
corazón partido y recibió como contestación el mayor de los desprecios, porque
este cura amigo de Setién le justificó la lucha armada de los terroristas de ETA,
le dijo que no podía hacer nada por ella y que llamara a la persona que la
llevaba y traía para que se marchara de allí, que lo comprometía pues no sería bien
visto que un párroco tan cercano con la causa abertzale estuviera con una picoleto.
E Inmaculada lloró, lloró con
amargura, con desesperación, con rabia, con odio incontenido, lloró por Víctor
porque de ella ni se acordaba.
Con el tiempo conoció a otro
cura, el Padre Ramontxu, muy contrario a las tesis Setién, ese obispo del demonio, y por eso mismo estaba desterrado en la quinta puñeta, y él la
comprendió, le dio asilo espiritual, la reconvirtió, y logró que perdonara, que
perdonara a corazón abierto aunque nunca llegara a olvidar…
Ahora los tiempos han cambiado
y aunque los terroristas, los asesinos, los amigos de ETA siguen pululando por
ahí, algunos hasta hacen política, la sociedad ha cambiado y sobre todo la
Iglesia que es de todos pero sobre todo de las víctimas…
Hoy, Inmaculada de tanto
recordar ha llorado y las lágrimas han mojado su recosida cara, nunca consintió
que le hicieran cirugía alguna pues para ella era medalla de guerra. Hoy,
Inmaculada ha recordado que un día tuvo novio, su amado Víctor, y que fue
inmensamente Feliz siendo lo que es aunque esté condenada a una silla de rueda,
siendo GUARDIA CIVIL.
Jesús Rodríguez Arias
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