Esperanza nadie la llamaba
Esperanza pues para todos era “Esperancita”…
Ella que vive en un hogar algo
singular, en una familia que se saltan todos los estereotipos que ahora están
dispuestos. Ella vive en una casa con sus tres hermanos donde su padre es
miembros del Cuerpo Nacional de Policía y su madre de la Guardia Civil.
Sus padres Paco y Rosalía se
conocieron en un dispositivo antidroga en un aeropuerto internacional, según
cuentan, pues tenían la información de que llegaría uno de los más buscados
capos al que nunca le habían podido echar mano.
Ese capo era multimillonarios
en dólares, en euros, y también en muertos, en víctimas que ha destrozado sus
vidas y la de sus familias cayendo en ese maldito mal que te hace deambular
como si fueses un muerto en vida.
Ese capo que había comprado
voluntades a precio de oro y también de coca. ¡Maldita sea la coca y quienes se
hacen ricos a costa de la vidas de los demás!
Paco era un joven subinspector
especializado en la materia que había incluso colaborado mucho tiempo con la
Interpol Y Rosalía, Teniente de la Guardia Civil especialista en el ramo con
muchas operaciones a sus espaldas, con muchos éxitos conseguidos a base de
trabajo y más trabajo.
No cabe decir que el mafioso
cayó en las redes preparadas y con gran parte de su equipo y lo que es mejor el
descomiso de miles de kilos de droga que es también veneno para nuestra
juventud, para lo que no son tan jóvenes e incluso para muchos mayores.
Paco y Rosalía empezaron a
salir y fueron consolidando su relación a base de Amor entre ellos y un Amor a
España compartido y correspondido. El día de su boda, Esperancita ha visto las
fotos, Paco con su uniforme de gala del Cuerpo Nacional de Policía y Rosalía en
vez de llevar el tradicional traje blanco de novia llevaba su inmaculado verde
uniforme con sus estrellas de Teniente y el tricornio que le brillaba de puro
limpio. ¿Quién dijo que había que guardar la tradición cuando ella tiene el
vestido más bonito, el del Cuerpo de su vida, el de la Guardia Civil?
Salvo algunos años en los que
estuvieron separados, físicamente, por no haber podido obtener destinos en la
misma localidad casi siempre han hecho lo que han podido para estar juntos.
Ella no vivía en la Casa Cuartel sino todos lo hacían en la familiar.
Tuvieron cuatro hijos: Tomás,
por su abuelo paterno, María, por su abuela materna, Francis y Esperancita.
Entre el mayor y la más pequeñita se llevan 15 años pues Rosalía de siempre
dice que su pequeña es obra de un precioso milagro.
Llevan más de 20 años casados
y de siempre han sido muy felices, se han amado, se han comprendido, se han
respetado y esos valores se los han ido inculcando a sus hijos a los que le han
ofrecido la oportunidad de ser y estudiar para lo que estaban capacitados
porque uno de los peores errores de muchos padres es hacer que sus hijos sean
lo que ellos han sido, ellos han estudiado o ellos hubieran querido hacer o
estudiar…
Y es que Paco y Rosalía
confiaron sus vidas a la eterna Esperanza. Esperanza cuando Rosalía hace unos
años ya fue golpeada salvajemente por unos miserables por llevar el verde
uniforme de la Guardia Civil que le tuvo más de tres meses hospitalizada con
diversas fracturas y una operación donde le tuvieron que recomponer la pierna a
base de tornillos. Esperanza de empezar una rehabilitación que le costaba Dios
y ayuda. Esperanza de volver a ponerse su uniforme que al final consiguió año y
medio después aunque ya se acabara para ella la calle, las operaciones, las
intervenciones, y estuviera sentada tras la mesa de su despacho con su flamante
cargo de Comandante.
Esperanza cuando después de mucho
intentarlo por todos los medios, con muchos abortos involuntarios, un día
porque así Dios lo quiso se quedó embarazada a base de rezar mucho, creer
mucho, no faltarles nunca la Esperanza.
Nació su pequeña, la que tanto
deseaban, la que pondría de nueva esa necesaria gota de niñez con unos hermanos
ya más crecidos y unos padres que opositaban para mayores.
Nació bien y se llamó
Esperanza… Aunque todos en verdad le llamaban “Esperancita”.
Esperanza es lo que le faltó a
Paco y siempre retuvo Rosalía cuando el primero tuviera ese accidente de coche
cuando iba persiguiendo a unos delincuentes que habían realizado un robo por
alunizaje en la joyería del centro. Accidente que pudo ser mortal pero que no
lo fue, accidente en el que su compañero se rompió la clavícula y a él le
cercenaron la pierna izquierda de por vida…
Y Paco, que ya ostentaba la
categoría de Inspector Jefe y que tenía la intención de formarse para llegar a
ser comisario, se le acabó su vida profesional en un mal accidente de tráfico.
Horas y horas, días y días, operaciones tras operaciones, hasta que llegó ese
día en el que le dieron el alta a un enjuto policía con frondosas ojeras de
sufrimiento y el pelo encanecido por completo de forma prematura.
Paco ya no vistió más de azul,
no se puso en su pecho la placa, no intervino en más operaciones, no mantuvo
más reuniones con la superioridad y le costó mucho tiempo el ir al bar donde
siempre desayunaba junto a sus compañeros pues aunque sería por siempre Policía
ya no podía ejercerlo. Medalla y honores por sus méritos en acción de servicio
con el mismo ministro de interior de por aquél entonces presente en el acto.
La vida no era color de rosa,
ni de azul aunque si de verde pues veía salir todos los días a Rosalía, que
cojeaba un poco pues los tornillos también se enfrían, pensaba él, y este
invierno está siendo duro.
Paco se quedaba en casa, en la
silla de ruedas o caminando torpemente con sus muletas. Al principio se cayó
más de una vez, menos mal que siempre algunos de sus hijos estaban por allí
para auxiliarlo, porque sentía su pierna y otras muchas entraba en la web
oficial del Cuerpo para por lo menos ver lo que había sido y lo que en verdad
nunca dejará de ser…
Esperancita dio color de vida
a esa casa, a esa familia de patriotas y servidores hasta la última gota de
sangre por España y todos los que la conformamos. Esperancita dio calor y
sonrisa a un padre demasiado hundido que vio motivos para seguir luchando y una
madre a la que le costaba la misma vida seguir con su normal ritmo sabiendo que
en casa estaba lo que más quería y que además, será por el tiempo, le dolía
últimamente tanto la dichosa pierna…
Tomas, el mayor, es en verdad
una mezcla de sus padres pues siente el azul y el verde como los colores de su
sangre. Por un lado le tira el ser el sucesor de su padre en el Cuerpo y por
otro le atrae la marcial vida de los que forman parte de la Guardia Civil.
Estaba hecho un lío y tras consultarlos con ellos decidió por si mismo…
Hoy la Esperanza se viste de
azul mar y verde Esperanza pues Tomás después de unos años de estudios,
formación y preparación parte hacia nuevos mundos pues su vida, como la de sus
padres, es como un velero. Tomás se ha decantado por la Armada y dentro de unos
días zapará del muelle de Cádiz a bordo de Juan Sebastián El Cano como un
guardiamarina más, como tantos hombres de la mar que han hecho historia dentro
de su propia historia.
Hoy la Esperanza vuelve a
lucir con una inmensa sonrisa pues Paco se ilusiona y se emociona. Ya no se
echa la culpa de ese maldito accidente, ya no se compadece de si mismo sino que
vive con los ojos de sus hijos: De Tomás que pronto zarpará para conseguir su
sueño, María que este año ha empezado Medicina, Francis que está terminando de
opositar y Esperancita que estudia, juega, charla, se sorprende y vive…
Hoy viene primo José y el tío
Carlos con sus hijos y nietos, hoy la mesa está más llena de alegría que de
manjares, más llena de Esperanza que de riquezas. Paco que forma parte de la
Asociación de Mérito “Santos Ángeles Custodios” desarrolla una encomiable labor
que le llena de vida a favor de sus compañeros, Rosalía hace unos meses pasó a
la reserva cuando ya no podía más con la dichosa pierna y también de estar
sentada tras un despacho que a ella, mujer de acción, le ahogaba…
Hoy es Nochebuena y mañana
Navidad, una Navidad diferente aunque pueda parecer igual porque su hijo Tomás
parte ha navegar el mundo y su hijo Francis dirá a todos que ingresa en
Valdemoro pues ha superado las pruebas para ser Guardia Civil.
Con este artículo, previo al
día de la Esperanza que se celebra cada 18 de diciembre, me despido hasta
pasadas las fechas navideñas vuelva abrir mi ventana para hablaros, relataros,
contaros, las cosas, los casos, las vidas de los que dan sus vidas por España,
nuestra Patria, desde los puestos que ocupen.
Os deseo a todos una Feliz Navidad
y un próspero año 2019 al que deseo todo lo mejor para todos y cada uno de
vosotros y sobre todo que nunca jamás nos falte la Esperanza.
Con mi abrazo,
Jesús Rodríguez Arias
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